Crianza

Gabriela Leonardt, psicopedagoga: “Los niños son como esponjas, absorben y reflejan el estado emocional de quienes los rodean”


La psicopedagoga Gabriela Leonardt explica cómo el entorno emocional de los niños influye en su desarrollo y aprendizaje


Gabriela Leonardt, psicopedagoga clínica y educativa© Gabriela Leonardt
29 de septiembre de 2025 - 7:30 CEST

Manejar conductas difíciles en los hijos, potenciar su autoestima, ayudarles a gestionar sus propias emociones y a ser empáticos con las de los demás… Son algunos de los infinitos retos que padres y madres tienen en la crianza. ¿Cómo hacer frente a estos retos para ayudar a los niños como se merecen? Hemos hablado con Gabriela Leonardt, psicopedagoga clínica y educativa, educadora social y profesora de arte, que acaba de publicar el libro Guía urgente para criar con calma. El ABC de la crianza consciente (Ed. Toromítico). Y nos ha dado las claves para lograrlo.

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¿Es urgente recuperar la calma en la crianza?

Es fundamental, ya que la calma es el estado mental ideal y necesario para educar. Nos aporta la claridad y sensibilidad que se necesitan para ayudar a los niños a comprender y resolver sus conflictos y a gestionar sus emociones. Desde un estado de calma, podemos escuchar, observar y comprender las razones que a simple vista permanecen ocultas. 

Los niños necesitan adultos que sean tolerantes con sus errores iniciales y que les puedan ofrecer tiempo de calidad para acompañarlos, corregirlos y guiarlos sin quitarles autonomía

Gabriela Leonardt, psicopedagoga clínica y educativa

Las prisas y el estrés diario son totalmente contrarios al cerebro infantil, que es curioso por naturaleza y necesita experimentar las causas y efectos para luego poder actuar. Los niños necesitan adultos que sean tolerantes con sus errores iniciales y que les puedan ofrecer tiempo de calidad para acompañarlos, corregirlos y guiarlos sin quitarles autonomía.

Observo que el estrés diario hace que muchas familias les resten autonomía a sus hijos en pro de la rapidez. Esto les priva de una situación de aprendizaje muy valiosa para su desarrollo.

Hablas en el libro de “las islas de tiempo”. ¿Qué son y qué relación tienen con la crianza consciente?

Las "islas de tiempo" son un concepto que se refiere a espacios de calma en un mundo acelerado, un oasis para desconectar y conectar. Inspiradas en el mindfulness, nos invitan a crear momentos libres de distracciones para estar presentes y conectar plenamente con nuestros seres queridos. Al dedicarle tiempo exclusivo a nuestros hijos sin interrupciones, construimos un refugio familiar donde el vínculo de confianza y amor puede crecer y perdurar. Unos 15 minutos diarios pueden marcar una gran diferencia.

Un ejemplo de estas "islas de tiempo" en la crianza podría ser el "momento del cuento" diario antes de dormir, planificar excursiones o picnics los fines de semana, o simplemente establecer una actividad semanal solo para padres e hijos.

La mayoría de las familias tiene claro que el estilo autoritario en la crianza es inadecuado, pero el resultado es que muchas, con la intención de criar de manera respetuosa a sus hijos, acaban derivando a un estilo permisivo. ¿Cuáles pueden ser las consecuencias en los niños de esta manera de criarlos?

La crianza permisiva, al no ofrecer normas ni límites claros, no prepara a los niños para vivir en sociedad. Como resultado, los niños tienden a volverse egocéntricos, les cuesta empatizar con los demás y sienten que el mundo gira a su alrededor. Su baja tolerancia a la frustración los lleva a frustrarse rápidamente cuando las cosas no salen como ellos quieren.

¿Cómo pueden los padres darse cuenta de que son demasiado permisivos?

Hay varias señales claras que pueden ayudar a los padres a identificar este estilo de crianza:

  • Dificultad para decir "no": Cedes con frecuencia a las peticiones o caprichos de tu hijo para evitar conflictos o rabietas. Te resulta más fácil decir que sí que sostener un "no".
  • Tolerancia a las malas conductas: No se corrigen comportamientos como la falta de respeto, las interrupciones constantes o el no cumplir con pequeñas responsabilidades en casa. La creencia es que el niño ya aprenderá por sí mismo.
  • Priorizar la amistad sobre la autoridad: Te esfuerzas por ser el mejor amigo de tu hijo en lugar de la figura de autoridad que lo guía. Esto puede llevar a que el niño te perciba como un igual y no como un padre
  • Baja tolerancia a la frustración del niño: Para evitar que tu hijo se sienta triste, enojado o frustrado, lo proteges excesivamente de situaciones que le causan incomodidad. Esto le impide desarrollar herramientas para gestionar sus emociones.
  • Falta de responsabilidad: Si no le asignas tareas del hogar o responsabilidades acordes a su edad, y el niño no ayuda en casa, es una señal de que no le estás enseñando a ser un miembro activo y cooperativo de la familia.
  • Ausencia de límites y rutinas: Si notas que tu hijo no tiene una hora fija para dormir, comer o hacer la tarea, o que estas rutinas se negocian constantemente, es una señal de falta de estructura.

El objetivo no es ser un padre autoritario, sino uno que ofrezca amor y respeto junto con límites claros y razonados. 

También ocurre que algunas familias, viendo cómo el estilo permisivo se acaba volviendo “en su contra”, vuelven a lo opuesto, al estilo autoritario en la crianza. ¿Cómo encontrar el punto medio?

Amar no significa ejercer nuestro poder sobre los niños. El estilo de crianza autoritario, basado en el miedo y no en el respeto, funciona al principio debido a la desigualdad de poder y fuerza entre adultos y niños, pero está más que comprobado el daño que este modelo genera a largo plazo. Crea personas infelices, inseguras, con miedo a los demás, que suelen perpetuar patrones agresivos o autoritarios, sin poder comunicar ni gestionar sus emociones de forma saludable, lo que conduce a relaciones disfuncionales en el futuro.

La crianza o educación consciente ofrece una alternativa basada en valores, con padres asertivos que confían en sus hijos, les ofrecen responsabilidades, respeto, guía, amor y límites claros y razonados. Es la educación que facilita el desarrollo sano y feliz de los niños y las niñas. 

Este punto medio no es una línea rígida, sino un equilibrio dinámico entre el afecto y la autoridad. Los padres conscientes entienden que su rol no es controlar, sino modelar la forma en que sus hijos se relacionarán con el mundo y consigo mismos, construyendo así su felicidad y seguridad. Se trata de ser un guía firme y cariñoso, no un dictador ni un amigo permisivo. Es este balance el que les enseña a los niños que son amados y valiosos, pero que también viven en un mundo con reglas que deben respetar por el bien común. Pero ten en cuenta que una regla firme no tiene que ser inflexible. Si tu hijo cuestiona una norma de forma respetuosa y presenta un argumento razonado, dale la oportunidad de exponer su punto. Escúchalo con atención. Aunque al final no cambies la regla, el simple hecho de escuchar su perspectiva le enseña que sus ideas son valoradas y que el diálogo es una herramienta poderosa. Esto fomenta la confianza y el respeto mutuo.

En esencia, el objetivo es criar a niños que no solo obedecen, sino que entienden y eligen el comportamiento correcto por sí mismos. Así, las reglas dejan de ser imposiciones y se convierten en la base para un pensamiento crítico que usarán durante toda su vida.

© Editorial Toromítico

Dedicas un capítulo entero del libro a la ansiedad infantil, algo que era casi impensable hace unos años. ¿Tienen los niños de ahora más ansiedad o es que hoy en día se identifica mejor?

Creo que ambas afirmaciones son correctas: los niños de ahora tienen más ansiedad y hoy en día se identifica mejor. El aumento de la ansiedad infantil se ha convertido en una preocupación real para padres y educadores.

Me gustaría comentar algunos de los factores que contribuyen a la ansiedad infantil para poder prevenirla.

  • Mayor presión académica y social: Los niños están sometidos a un nivel de exigencia más alto en la escuela y en sus actividades extraescolares. A esto se suman las expectativas de éxito, lo que genera un sentimiento de que siempre deben rendir al máximo.
  • Modelado de la ansiedad: los adultos a cargo de los niños a menudo modelan la ansiedad. En un mundo acelerado y lleno de preocupaciones, es natural que el estrés y ansiedad de los padres se transmitan a los hijos. Los niños son como esponjas, absorben y reflejan el estado emocional de quienes los rodean.
  • Menor tiempo de juego libre: La sobrecarga de actividades de las agendas infantiles ha reducido el tiempo que los niños tienen para el juego libre no estructurado. Este tipo de juego es crucial para que aprendan a gestionar conflictos, a resolver problemas y a desarrollar su imaginación sin la presión de un resultado.
  • Hiperconexión y redes sociales: Los niños mayores y los adolescentes presentan una exposición constante a las redes sociales, la presión por ser popular y el "miedo a perderse algo" contribuyen a un estrés constante. Compararse con vidas aparentemente perfectas en línea puede afectar su autoestima y generar inseguridad.

El hecho de que hoy en día se identifique mejor la ansiedad es un factor importante, pero el aumento real de los casos es innegable. La mejor comprensión de los trastornos de salud mental ha permitido a profesionales y familias reconocer los síntomas que antes se pasaban por alto, como irritabilidad, dolores de estómago o dificultad para dormir. En resumen, estamos más atentos a este problema, pero los cambios en la sociedad y en el estilo de vida están creando un entorno que, sin intención, genera más ansiedad en los más pequeños.

Dedicas otro capítulo a los deberes o tareas escolares, motivo de disputas en muchas familias en las que los niños se niegan a hacerlos. ¿Cómo conseguir que se sienten a estudiar sin que eso se convierta en pelea asegurada?

Es normal que los niños se resistan a hacer los deberes, especialmente cuando prefieren otras actividades. Pasan muchas horas en el colegio y, en casa, tienen ganas de hacer cosas que les gustan, como jugar, descansar o ver dibujos animados. Al igual que nosotros, los adultos, apreciamos desconectar del trabajo al llegar a casa. 

El objetivo es criar a niños que no solo obedecen, sino que entienden y eligen el comportamiento correcto por sí mismos

Gabriela Leonardt, psicopedagoga clínica y educativa

Para facilitar este proceso, es fundamental establecer una rutina desde temprana edad y crear un ambiente propicio para el estudio. Inicialmente, la mayoría de los niños necesitarán nuestro acompañamiento, ese empuje de energía inicial hasta crear el hábito (sin hacer los deberes por ellos). 

Tips para facilitar la motivación y obtener mejores resultados:

  • Establecer juntos un horario: incluyamos los deberes en la rutina familiar para crear un hábito de estudio.
  • Comenzar por la dificultad intermedia: para optimizar el rendimiento cognitivo, es recomendable comenzar por tareas de dificultad media, continuar con las más difíciles y finalizar con las más sencillas o motivadoras (ya que los niños estarán más cansados).
  • Fraccionar las tareas: si la carga de trabajo es elevada, es recomendable fraccionar las tareas y el estudio en diferentes días y etapas (al dividirlas en partes más pequeñas, se percibirán como más manejables). Un plan visual puede ayudarles a sentirse más organizados, reducir el estrés y tener una mayor sensación de control.
  • Adaptarse al estilo de aprendizaje: identifiquemos el estilo de aprendizaje de nuestros hijos (visual, auditivo o kinestésico.) y utilicemos recursos que se adapten a sus necesidades para enriquecer su aprendizaje.

El objetivo es ayudar a los niños a desarrollar habilidades de estudio y a convertirse en un aprendiz autónomo.

Recomiendas a los padres identificar el estilo de aprendizaje del niño y adaptarse a él. ¿Cuáles son esos estilos y cómo podemos identificarlo los adultos?

¿Cómo identificar el estilo de aprendizaje de tu hijo?

  • Visual: Estos niños aprenden mejor a través de imágenes. Les gusta usar gráficos, mapas, dibujos y colores para entender conceptos. Si tu hijo prefiere ver un vídeo antes que escuchar una explicación, es probable que sea visual. Puedes ayudarle con infografías, dibujos, mapas mentales, esquemas y flashcards.
  • Auditivo: El aprendizaje de estos niños se centra en el sonido. Retienen información escuchando explicaciones, debates, música o podcasts. Un niño auditivo puede repetir en voz alta lo que acaba de aprender para memorizarlo. Ayúdales con audiolibros o explicaciones orales.
  • Kinestésico: Los niños kinestésicos aprenden haciendo. Necesitan el movimiento y la acción para asimilar la información. Prefieren los experimentos, los juegos de rol o las actividades prácticas y las actividades de aprendizaje al aire libre.

Para evitar la agresividad infantil, recomiendas enseñar algunas técnicas a los niños para que descarguen su tensión de manera segura y para que aprendan a relajarse. Pero si están en tal punto que quieren agredir a la otra persona, que no quieren descargar su tensión, sino pegar; ¿cómo gestionarlo como adultos?

Una de las estrategias de "enfriamiento" que funciona muy bien con niños que presentan impulsividad o agresividad es el llamado "tiempo fuera", que busca descontextualizar, tomar distancia de la situación estresante, para poder así recuperar primero la calma y el autodominio, y luego estar en condiciones de que el niño pueda analizar la situación desde otros puntos de vista y pueda tomar elecciones más acertadas. Es importante aclarar a los niños que no se trata de un castigo, sino de tomarnos una pausa para calmarnos. Con el tiempo, los niños incluso pueden llegar a pedir una pausa.

El tiempo fuera necesita ser guiado por un adulto en el caso de los niños pequeños. Por ejemplo, si el niño se encuentra tan desbordado emocionalmente que empieza a agredir a otros ante una negativa coherente, le ayudará a calmarse el alejarle de la situación, y llevarle a un lugar tranquilo para que recupere la calma. Debemos sujetarle para evitar que se haga daño o haga daño.

© Getty Images

Aseguras que las claves del desarrollo infantil son la autonomía, la autoestima y la asertividad. ¿Por qué son tan importantes y qué ocurre cuando se tambalea una de ellas?

A lo largo de mi experiencia trabajando con niños, he notado que es clave prestar atención a tres aspectos esenciales para su desarrollo: la autonomía, la autoestima y la asertividad. Yo las llamo las 3 "A", y considero que debemos enfocarnos en ellas para asegurar el bienestar emocional de los niños desde la primera infancia.

  • Autonomía: Estimular la autonomía infantil es ofrecer a los niños nuestra confianza en sus capacidades. Esto es crucial, porque el niño que hace las cosas por sí mismo, está construyendo un sentido de valía personal. Amar no es sobreproteger. Cuando sobreprotegemos, le estamos diciendo al niño, sin palabras, que no es capaz, lo que disminuye su confianza y su habilidad para resolver problemas.
  • Autoestima: La autonomía genera autoestima y un buen autoconcepto. La autoestima no es una cualidad innata; se construye con el tiempo, a medida que el niño experimenta el éxito en sus pequeños retos. Es el "yo soy capaz". Un niño con una buena autoestima no teme a los errores, ya que los ve como una oportunidad para aprender, no como un fracaso.
  • Asertividad: Por último, la asertividad les ayuda a desarrollar el equilibrio para expresar sus necesidades y deseos, defendiendo sus derechos sin ser agresivos ni pasivos o sumisos. La asertividad es el puente que conecta la autoestima con la habilidad social.

El niño que hace las cosas por sí mismo, está construyendo un sentido de valía personal

Gabriela Leonardt, psicopedagoga clínica y educativa

¿Qué ocurre cuando una de estas claves se tambalea? Cuando una de las "A" se debilita, las otras dos se ven afectadas. Están intrínsecamente conectadas:

  • Si falta autonomía: La sobreprotección genera inseguridad, y esta inseguridad se convierte en una baja autoestima. Sin la confianza en sí mismos, a los niños les resulta muy difícil ser asertivos; es más probable que sean sumisos, pasivos o, por el contrario, agresivos para compensar su inseguridad.
  • Si se debilita la autoestima: Un niño con baja autoestima no se valora lo suficiente como para intentar hacer las cosas por sí mismo (autonomía). Además, no creerá que sus ideas o sentimientos importan, por lo que no los expresará de forma asertiva.
  • Si falta asertividad: Un niño que no sabe expresarse y defenderse puede volverse pasivo, permitiendo que otros no le respeten, lo que con el tiempo afecta gravemente su autoestima. De la misma manera, si no puede comunicar sus necesidades de forma efectiva, dependerá de los demás para resolver sus problemas, lo que le impide desarrollar autonomía.

¿Cómo fomentar esos tres pilares en los niños? 

Se fomentan y fortalecen con acciones concretas y constantes que les demuestran a los niños que confiamos en ellos y que sus voces son importantes.

1. Para fomentar la autonomía

No centrarnos en nuestros propios temores: la mayor dificultad que me encuentro en consulta es que muchas veces no ofrecemos la suficiente autonomía a los niños por miedo a que pase algo malo. Frecuentemente coartamos las iniciativas infantiles centrándonos en nuestros propios temores. Pero lo correcto no es la evitación, sino enseñarles a ser prudentes, a poder evaluar cada situación para analizar los riesgos; así aprenderán a ser autónomos y responsables con su cuidado personal y el de los demás. Al invertir tiempo en enseñar a los niños a evaluar riesgos, estaremos ofreciéndoles la capacidad de tomar decisiones informadas y serán capaces de comportarse con la prudencia necesaria para mantenerse alejados de situaciones que impliquen cualquier amenaza. 

  • Permite que tu hijo haga cosas por sí mismo: Desde elegir su ropa hasta ayudar a poner la mesa. No importa si lo hace lento o imperfecto; el valor está en el intento y en la acción.
  • Dale opciones limitadas si son pequeños o indecisos: En lugar de preguntar "¿Qué quieres cenar?", puedes decir: "¿Quieres pasta o arroz?". Esto le da la sensación de control sin abrumarlo con demasiadas decisiones.
  • Deja que cometa errores: La mejor manera de aprender es intentándolo una y otra vez. Si intervienes de inmediato, le estás robando la oportunidad de aprender y de sentirse capaz. 

2. Fortalecer la autoestima

  • Reconoce el esfuerzo, no solo el resultado: En lugar de decir "¡Qué dibujo tan bonito!", prueba con "¡Se nota que te has esforzado mucho en ese dibujo! Me encanta cómo usaste tantos colores".
  • Evita las etiquetas negativas o definitivas: Evita frases como "eres un niño tímido" o "te cuesta hacer amigos". En cambio, céntrate en el comportamiento: En lugar de decir: "Eres un niño muy tímido, por eso no quieres hablar con los demás", puedes decir: "a veces podemos sentirnos un poco inseguros con la gente nueva. Si quieres, me quedo contigo un ratito hasta que te sientas más cómodo para jugar con ellos."
  • Demuéstrale tu amor incondicional: Asegúrate de que tu hijo sepa que lo quieres y lo valoras por quien es, no por lo que hace. 

3. Cultivar la asertividad

  • Anímalo a expresar sus sentimientos: Ayúdalo a poner nombre a lo que siente ("Pareces enfadado porque no te salió el dibujo") y enséñale formas sanas de expresarlo.
  • Modela la asertividad: Los niños aprenden de lo que ven. Cuando algo te moleste, muéstrale cómo pones límites de forma calmada y respetuosa, sin gritar.
  • Valida sus opiniones: No lo fuerces sin más. Pregúntale el por qué ante una negativa y escucha su razonamiento. Esto le enseña que su voz es importante y que puede expresarla con respeto aunque deba hacer lo que le hemos pedido.

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