Bebé tumbado babeando©AdobeStock

Pediatría

‘Mi bebé no para de babear, ¿será por los dientes?’

Todos los bebés pasan etapas de intenso babeo que la cultura popular achaca a determinados factores. Pero ¿qué hay de cierto? ¿Cuál es la causa real que hay detrás?

Babeo y bebé están íntimamente relacionados. Es una de las señales que identifican los primeros meses de vida del niño. Pero ¿por qué babean los bebés? ¿Es cierto que se debe a la erupción de los dientes?

Para saberlo hemos recurrido a la Dra. Laura Caride López, médico especialista en Pediatría y divulgadora en @mama_y_pediatra, en Instagram. Además, acaba de publicar su libro Mamá y pediatra (Ed. Amat), un manual de salud infantil para padres primerizos. Ella nos revela qué mitos son ciertos y cuáles no.

¿Los dientes tan pronto?

Hacia los dos o tres meses de vida, los bebés comienzan a babear. “A partir de los dos o tres meses, las glándulas salivares ponen en marcha su funcionamiento y el bebé es incapaz de tragar esa saliva, por lo que la expulsa en forma de baba”, explica la experta.

Es, pues, un mecanismo normal y fisiológico que ocurre, salvo problema, en todos los bebés y que no está relacionado en ese primer momento con la salida de los dientes sino con su imposibilidad de dar otro cauce a esa saliva que está generando.

Hay que tener en cuenta que los primeros dientes del bebé comienzan a salir sobre el medio año de vida, hacia los seis o siete meses, por lo que aún quedará un tiempo para que la producción de saliva pueda relacionarse con este hecho.

Entonces, ¿realmente tiene que ver el babeo con la salida de los dientes? Como comenta la Dra. Laura López, “hay muchos mitos sobre la dentición, pero sí parece que el babeo puede asociarse a la erupción dental. Sin embargo, esto no siempre es así, es decir, puede aparecer babeo sin significar que esté saliendo un diente”.

Bebé babeando©AdobeStock

¿Cómo proteger la piel del bebé del babeo?

Que el bebé babee mucho no tiene mayor trascendencia, a no ser en el aspecto puramente dermatológico, ya que la zona al estar húmeda de forma continua puede sufrir irritaciones. Esto es así especialmente en la parte de la barbilla, alrededor de la boca y en el cuello. La saliva puede quedarse entre los pliegues de este último y pasar inadvertida, irritando esa zona.

Para protegerla, las recomendaciones son muy sencillas: “No es necesario hacer nada especial, salvo mantener la zona bien limpia y seca”, comenta la pediatra. Para ello, lo ideal es usar un paño o unas gasas y limpiar suavemente dando pequeños toques sobre la piel, pero sin frotar. En este sentido, hay que prestar especial cuidado a los pliegues de la barbilla y del cuello y es importante también cambiar los baberos con frecuencia si están mojados o bien la ropa en cuanto esté húmeda por la presencia de babas.

A veces no basta con mantener la piel limpia y seca, pues la zona se irrita igualmente. En estos casos se puede utilizar cremas específicas para alrededor de la boca, la cara o el cuello. Se trata de cremas reparadoras y protectoras que van a restaurar el equilibrio perdido y van a devolver la sensación de bienestar. El pediatra o el farmacéutico pueden orientar de cuál es la más adecuada en cada caso y según el estado del pequeño.

¿Puede ser el babeo excesivo síntoma de alarma?

Sobre el babeo hay numerosas ideas falsas que hay que desterrar. Por ejemplo, la que afirma que los niños que babean tienen a la vez erupciones en la zona del pañal. “Esto en realidad es otro gran mito de la dentición. Que dos hechos ocurran a la vez no quiere decir que uno sea la causa del otro. En los bebés son frecuentes las dermatitis del pañal y no tienen relación con la erupción dental”, asevera la especialista.

Sí hay que estar atentos a un babeo excesivo, por lo que este puede indicar. En este sentido surge la alerta “cuando el babeo aparece de forma brusca y se asocia a otros síntomas como fiebre, dolor de garganta o dificultad para respirar. En ese caso debemos consultar con el pediatra”, advierte.

También en los niños ya mayores que no han logrado controlar el babeo, este se considera un síntoma de otros problemas que pueden afectar a su desarrollo, por lo que siempre conviene examinar al niño y estudiar qué puede estar ocurriendo para que, pasado el tiempo, no haya logrado controlar el babeo. Puede ocurrir en casos de alteraciones que afecten al neurodesarrollo, inmadurez en algún aspecto o problemas en la esfera física.

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