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Recordamos la emotiva boda de Eva González y Cayetano Rivera en Sevilla

El próximo seis de noviembre la pareja cumple siete años de casados

Eva González y Cayetano Rivera no se encuentran en su mejor momento. Tal y como avanzó ¡HOLA!, en exclusiva, este domingo por la noche, afrontan una crisis en su matrimonio, después de trece años juntos y a punto de cumplir siete de casados.

Fue el seis de noviembre de 2015 cuando la presentadora y el torero se dieron el ‘sí, quiero’ en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en la localidad sevillana de Mairena de Alcor -tierra natal de la novia-.

La suya fue una boda ‘inesperada’ -“Siempre pensamos que no daríamos ese paso, que no era necesario, pero yo lo di”, nos confesaba Cayetano-; marcada por la emoción y el recuerdo -de los añorados padres del novio, Paquirri y Carmina Ordóñez, y del padre de la novia, Manuel González, fallecido año y medio antes-. Pero, sobre todo, fue la confirmación de un amor contra viento y marea: “Haber llegado hasta aquí quiere decir que hemos vivido muchos momentos, buenos y malos, y que seguimos juntos después de todo”, como nos decía el diestro.

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Muchos nervios y tradición taurina

Siempre se habla de los inevitables nervios de la novia antes del gran día, pero, en este caso, era el novio quien nos aseguraba no poder contener la emoción.

Siguiendo la tradición taurina, el diestro había elegido a Ramiro Curá, su inseparable mozo de espadas, para que le ayudase a vestirse. Lo que no sabía, mientras se preparaba en el hotel Alfonso XIII de la capital hispalense, es que, en cierto modo, estaba tomando el testigo de otro de los grandes toreros de nuestro país, su padre, Francisco Rivera . Estando allí, Cayetano se enteró de que treinta y dos años antes fue su padre, Paquirri, quien vivió sus últimos momentos de soltero, antes de casarse con Isabel Pantoja, en aquellas mismas estancias.

Aunque el añorado diestro no pudo ser testigo de su enlace, sí que estuvo muy presente todo aquel día, que amaneció soleado en Sevilla después de toda una semana con las nubes cubriendo el cielo y amenazando con lluvia.

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Dos vestidos, algo azul, algo viejo y algo prestado

Eva estaba radiante. La bella modelo confió sus dos vestidos de novia a Hervé Moreau, entonces director creativo de Pronovias. Para la ceremonia religiosa, un modelo de escote barco, con la espalda bordada de nudos franceses, rebrodé de seda sobre tul de cristal, 37 botones y una cola de casi cuatro metros. Una prenda que había sido creada artesanalmente (más de 150 horas de trabajo) y de forma especial para ella.

La presentadora completó su look nupcial, con un broche de oro blanco con 254 diamantes que había sido diseñado, a medida, por la joyería Suárez, inspirado en sus raíces andaluzas y del que prendió su largo velo.

“Yo siempre he sido bastante reacia a casarme, pero cuando Cayetano me lo pidió no tuve duda. Sé que es la persona con la que quiero compartir el resto de mi vida. Si no es él, no es nadie”

La acompañaban en los momentos previos sus grandes confidentes: su madre, Encarna, su hermana, María, y algunas de sus mejores amigas. No estaba tan nerviosa como Cayetano, pero sí muy ilusionada.

“Llevo todo lo que hay que llevar gracias a mis amigas, que se han encargado”, nos contaba. “Mi algo azul es un lazo cosido al vestido y mi algo viejo, una medallita que me regaló Caye hace muchos años y que siempre llevo muy cerca de mí. También un pañuelo de seda que me ha regalado un amigo y que tiene mucho significado para mí”.

Tras el ‘sí, quiero’, Eva cambió su espectacular look por otro vestido, más cómodo, de escote barco y con un bordado artesanal con efecto troquelado en la cintura. Sorprendió, también, al soltarse el pelo, y recogerlo con un tocado ‘ala’ realizado con semillas y material orgánico, de Luis Benítez.

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Cuatrocientos invitados y veinte minutos de espera en el altar

Cayetano llegó a la iglesia puntual, del brazo de Encarna, la madre de Eva, y, como a muchos otros novios, le tocó esperar a su futura esposa en el altar. Veinte minutos después de su entrada, había llegado el momento. Nada más ver a su prometida, acompañada de su tío y apoderado, Curro Vázquez, no pudo contener la emoción.

Su amigo Ignacio Sánchez-Dalp , quien también se había encargado antes del enlace de la duquesa de Alba y Alfonso Diez, ofició la ceremonia en la que la pareja selló su historia ante cuatrocientos invitados. Entre ellos, grandes amigos de los novios.Las ‘Misses’ Raquel Revuelta, Maria José Suárez, Raquel Rodríguez y Elisabeth Reyes; el jurado de MasterChef, Samantha Vallejo-Nágera, Jordi Cruz y Pepe Rodríguez (que ayudaron, además, a los novios a supervisar el menú de la cita); Paloma Cuevas; José María Manzanares… Y, por supuesto, familiares: los hermanos del novio, Julián Contreras Jr., Francisco y Kiko Rivera -todos ellos vestidos de chaqué, como marcaba el protocolo-; y sus tíos, Antonio y José Rivera, ‘Riverita’, hermanos de Paquirri.

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El emotivo recuerdo a los padres de los novios

Además de la llegada de Eva, el instante más emotivo fue, sin duda, aquel en el que el sacerdote recordó a aquellos que ya no estaban. Especialmente, a los padres de los novios: Francisco Rivera, Carmen Ordóñez y Manuel González. El padre de Eva había fallecido, a causa de un ictus, un año y medio antes; y ella quiso rendirle homenaje no sólo durante la ceremonia, sino a través de su ramo, ene l que incluyó unas espigas de trigo junto a rosas blancas -en un guiño a su profesión de agricultor-.

Pronunciado el ‘sí, quiero’, a la salida del templo, una lluvia de pétalos blancos aguardaba a los recién casados, que dirigieron a sus invitados a la Hacienda Molinillos para celebrar, por todo lo alto, el enlace.

En este espacio con siglos de historia, decorado con una atmósfera única -con aire de la Toscana y ambiente colonial-, se tornó en el marco de excepción donde Eva y Cayetano, que accedieron al recinto al son de Ojos verdes, festejaron su unión.

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Al ritmo de los mariachis y con Kiko Rivera como ‘dj’

Un mariachi cantando El rayo de Jalisco dio comienzo a la gran fiesta. Enrique Ponce y Manuel Espinosa, amigo del novio, no tardaron en arrancarse por rancheras con la interpretación de ‘Sabes una cosa’.

Aunque no fueron los únicos, ya que los novios también se animaron a ponerse el charro -el sombrero que lucen los mariachis-. Los flamantes novios abrieron el baile con el flamenco de Muscho Gitano y Yo no sé nada de ti fue la canción que eligieron para su primer baile de casados.

Más tarde sería Kiko Rivera quien tomaría el escenario: “Estoy muy contento esta noche de estar en la boda de mi hermano”. Cayetano no tardó en unirse a él de inmediato, y mientras el ‘dj’ pinchaba su primera canción, haciendo gala de su inconfundible sentido del humor, arrancó la risa de los presentes: “Sí, él es mi hermano, el guapo, y yo el simpático. ¡Qué le vamos a hacer!”

Así, rodeados de sus seres queridos, Eva y Cayetano pusieron el broche perfecto a una historia a la que, un año antes, habían puesto un paréntesis que sólo sirvió para unirles de nuevo. Como nos dijo Cayetano, “el amor es extraño, no tiene lógica. Eva me enamoró antes de conocerla, y después, todo”.

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