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Hay personas que tienen un concepto demasiado elevado de sí mismos, e incluso delirios de grandeza. Padecen lo que se denomina en psicología megalomanía, que comparte muchos rasgos con el trastorno de personalidad narcisista aunque no son lo mismo, tal y como nos explica la psicóloga Laura Portencasa, de Mundopsicologos.com. “En el caso de la megalomanía, esta va acompañada de delirios y distorsiones en la percepción de la realidad. En el caso del trastorno de personalidad narcisista, no hay delirios. De hecho, se esconde debajo un gran sentimiento de inferioridad que se intenta enmascarar a partir de parecer y actuar de la forma contraria”, nos explica.

 

¿Un trastorno de la personalidad?

Le planteamos a la experta si la megalomanía se puede considerar un trastorno de la personalidad. “No, es más bien un trastorno mental. A diferencia del narcisismo, que en el fondo tiene un gran sentimiento de inferioridad, el megalómano está profundamente convencido de su superioridad en comparación con los demás. Se considera un trastorno mental y no de personalidad porque en el caso de la megalomanía, existen ciertas ideas delirantes como, por ejemplo, equipararse a un Dios o sentir que en el fondo hay una esencia más divina que humana”, nos detalla.  

 

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Así es su personalidad

¿Cuáles son los rasgos que definen la personalidad de un megalómano? La psicóloga nos resume sus características principales:

-Las personas que definiríamos como megalómanos se comportan como si estuvieran por encima del bien y del mal.

-Actúan como si estuvieran por encima del común de los mortales y tuviesen un poder casi ilimitado para hacer lo que quieran. Rasgo que, por cierto, les suele traer bastantes problemas con las figuras de autoridad.

-Les gustan los desafíos (asequibles) donde puedan poner a prueba sus capacidades y demostrarse a sí mismos lo maravillosos que son.

-Cuando algo falla o les sale mal, no son capaces de reconocer o asumir su error. La culpa siempre es de algo externo a ellos y por eso, es muy difícil que puedan aprender de sus errores.

-Su autoconcepto es tan elevado, que a veces puede parecer que están bromeando cuando hablan de sí mismos.

-A pesar de estar tan convencidos de su grandiosidad, se fijan mucho en las reacciones y el impacto que ejercen en los demás, porque pueden tener grandes ataques de ira si no se sienten suficientemente admirados.

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Qué causas lo provocan

Como sucede en la mayoría de las ocasiones en los problemas de salud mental, las causas son multifactoriales. Pero la psicóloga hace mención a que, en este trastorno, es especialmente importante la forma en la que se construye la autoestima. “La autoestima se construye en la época de la infancia; si durante este periodo hemos estado sometidos a demasiadas exigencias o expectativas casi imposibles de alcanzar, es probable que no desarrollemos bien la autoestima. También es muy común en estos casos, tener unos padres demasiado críticos y exigentes. En definitiva, la exposición a sentirnos devaluados o insuficientes durante la infancia, puede afectar gravemente al desarrollo que estamos construyendo sobre nosotros mismos”, nos cuenta la psicóloga.

 

Así, puede traducirse en una muy baja autoestima que arrastramos hasta la edad adulta o incluso en un trastorno de personalidad como el narcisismo o la megalomanía. “En el fondo, ambos trastornos no dejan de ser respuestas desadaptativas para afrontar una determinada situación. En el caso de la megalomanía, al sentirse tan inferior o insuficiente en un momento tan vulnerable como es la infancia, se desarrolla una 'contra respuesta' donde la máxima prioridad es cambiar el autoconcepto que se está creando. A partir de ahí, se empieza a desarrollar un autoconcepto distorsionado y totalmente alejado de la realidad”, puntualiza.

 

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La dificultad de ser consciente del problema

Es habitual que los megalómanos no suelan reconocer que tienen un problema, lo que puede dificultar su tratamiento. “Es difícil conseguir mejoras en una persona con megalomanía, porque en realidad, ellos no sufren el problema, es su entorno quien lo pasa mal. Ocurre lo mismo con la sociopatía. Son conductas y actitudes que a ellos no les afectan. Además, al tener una gran falta de empatía, les cuesta ponerse en el lugar de los demás. Por último, el hecho de no ser capaz de asumir los propios errores hace difícil poder trabajar con ellos. Sin embargo, con un buen tratamiento psicológico y psiquiátrico, las personas con megalomanía pueden estabilizarse y tener sus rasgos ‘megalómanos’ más contenidos. Lo que hace que puedan vivir una vida más conectada y cercana a la realidad y puedan crear vínculos con mayor intimidad”, nos comenta Laura Portencasa, haciendo mención a la complicada convivencia con una persona con este problema.

 

“Cuando hay un trastorno o enfermedad de cualquier tipo, la convivencia siempre se hace más difícil. Hay que tener en cuenta que compartir tiempo y espacio con una persona que necesita ser admirada y alabada constantemente y que, a la vez se compara con los demás saliendo siempre victorioso, puede afectar en gran medida a nuestra autoestima”, nos cuenta.

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Grandes megalómanos

Hay personalidades muy conocidas a las que pueden atribuirse estos rasgos, como Napoleón o incluso Hitler... Nos planteamos, por ello, si es un concepto vinculado con el poder. La psicóloga parte de una pregunta muy popular: “¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? No sabemos si esta seguridad aplastante que poseen en ellos mismos también ha contribuido a que obtengan poder o por el contrario, es una manifestación más de cómo el poder puede llegar a corromper a las personas. Lo que sí sabemos es que cuando una persona está expuesta a mucha atención, poder e influencia, su autoestima puede verse muy afectada y hay que poner mucha consciencia y ‘cabeza’ para gestionar esto. Es un fenómeno que podemos observar claramente en los influencers, para bien y para mal, la autoestima de algunos se infla y es a lo que nos referimos cuando decimos que ‘a Fulanito se le ha subido la fama a la cabeza’. Por el contrario, también sabemos de muchos influencers que nos hablan sobre cómo las redes sociales han jugado una mala pasada en su salud mental. Estas situaciones evidencian que cuando nos vemos expuestos a mucho poder, es muy importante poner foco en nuestra salud mental”.

 

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Cómo actuar ante un megalómano

¿Cuál debería ser el plan de actuación ante una persona con esta personalidad? “El plan de actuación es protegerse ante las conductas o actitudes que nos puedan hacer daño. Ayuda mucho saber y ser consciente de las implicaciones que tiene la megalomanía. Eso va a hacer que no personalicemos demasiado determinados comportamientos. Por otro lado, no tiene sentido intentar debatir o argumentar con una persona que no está dispuesta a negociar ni a dar su brazo a torcer. Es mejor que aceptemos el proceso en el que está esa persona y por nuestra parte, buscamos protegernos. El humor es una buena herramienta para confrontar, y relativizar también. Dándonos cuenta de que el problema no va con nosotros sino con la persona que posee estos rasgos”, nos sugiere.

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