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No hay que tomarse las cosas tan a pecho. Es fácil decirlo, pero no siempre llevarlo a cabo. En muchas ocasiones, nos enfrentamos a problemas que, aunque solucionables o incluso pequeños, se nos hacen un mundo. Es ahí cuando toca  relativizar, algo a lo que dan importancia muchos psicólogos, que consideran incluso que si lo hacemos, lograremos ser más felices. Hay que huir de ese bucle que no nos deja avanzar, siendo capaces de dar a cada cosa la importancia real que tiene. Y es que lo que te sucede tiene la importancia que tú quieras otorgarle, por lo que muchas veces se trata de variar la escala con la que medimos los problemas.

 

Pero, ¿sabes cómo hacerlo? Del dicho al hecho… hay en ocasiones un trecho enorme, y es que, aunque tienes claro que debes hacerlo, no siempre tienes las herramientas a tu alcance para saber cómo. Por eso, con la ayuda de la psicóloga Pilar Conde, vamos a resumir algunos consejos útiles que te ayudarán a relativizar siempre que sea necesario.

 

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Observar y valorar el problema

La experta recomienda centrarse en el suceso, observarlo incluso desde fuera, en la medida en que nos sea posible, para poder realizar un buen análisis. Hay que tener en cuenta que, ante cualquier sentimiento o emoción, cuando la aceptamos es más fácil resolverla y gestionarla, porque además de conciencia de lo que nos pasa, implica una preparación para asimilar y empezar a relativizar.

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Evita centrarte en las emociones

No es fácil, pero hay que tratar de no centrarse en las emociones que nos puede generar un problema concreto. "Es natural que me provoque reacción emocional, pero si dirijo la atención en exceso hacia ahí, acabaré centrándome en el malestar que siento, dando vueltas, sin llegar a tomar decisiones. Esto además puede derivar en que se acaba realizando un afrontamiento que se centra en victimizarse, en quejarse, o en buscar culpables de lo sucedido. Cualquiera de estas tres opciones no resuelve el problema e incrementa mi malestar", nos explica la psicóloga.

 

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Busca soluciones

Estamos, no cabe duda, ante un paso fundamental, que no es sino la búsqueda de soluciones. Por eso, debemos enfocarnos en pensar en alternativas de solución en función del problema, y valorarlas para elegir de esta forma la más adecuada. Así, podemos realizar de una manera simples la comparativa de los pros y contras, y en base a ellos, decidir cuál es la mejor opción.

Y es importante, además, en opinión de la psicóloga, no demorar la puesta en acción de la toma de decisiones. ¿Qué conseguimos con esto? Nos permitirá avanzar y resolver el problema, que es lo principal.

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Si escapa de tu control...

Si nos encontramos ante un problema que no está bajo nuestro control, no cabe duda de que debemos evitar ocuparnos de aquello e lo que no tenemos control ni decisión. Pilar Conde nos explica que hay, entonces, que entender que, aunque preferiríamos que fuese de otra manera, no depende de nosotros la solución. La clave está en no atribuirnos lo que no está bajo nuestra decisión ni impacto.

 

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¿Y si se mantiene en el tiempo?

No es la situación ideal, está claro, pero hay veces que los problemas se mantienen en el tiempo, se enquistan y nos acompañan más tiempo del que desearíamos. Es entonces cuando, en su opinión, hay que tolerarlos. "Para ello, es importante que decidamos cómo afrontarlo, que tengamos claro cómo lo queremos ir afrontando poco a poco, y el resto del tiempo cuidarnos, empleando dicho tiempo para otros aspectos importantes de nuestra vida, evitando así la rumiación inefectiva", concluye la psicóloga.

 

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