1/7 © Adobe Stock

Nadie dijo que la vida fuera un camino sencillo de seguir, libre de obstáculos. Hay momentos difíciles, injustos, incluso trágicos. Adversidades que se nos plantean a lo largo de los años y ante los que debemos reaccionar para seguir hacia adelante. Con optimismo, con resiliencia, con comprensión, con fuerza. Esta última palabra es la que da título al libro de la psicóloga Patricia Ramírez, Somos fuerza, publicado por Grijalbo y escrito con el objetivo de dar herramientas que nos ayuden a vencer la adversidad y superar todas las crisis. Un objetivo ambicioso, que no es imposible.

 

Le preguntamos a la autora precisamente sobre el título de la obra, Somos fuerza, sin duda toda una declaración de intenciones. ¿Y si de repente sentimos que no lo somos, que no tenemos la fuerza suficiente para afrontar situaciones complicadas? “Lo más importante es saber que no pasa nada, porque no podemos ser fuerza siempre y en todas las situaciones. El libro lo que viene a decir es que hay una fuerza interior que a veces sentimos cuando nos vemos delante de la adversidad o cuando la necesitamos y que, si no la vemos, podemos trabajar o entrenar aspectos psicológicos que nos ayuden a tenerla”, nos detalla la psicóloga. Llega ahí la pregunta clave, ¿de dónde la sacamos? ¿Cuáles son los recursos emocionales que tenemos a nuestro alcance para intentar superar las dificultades que se nos presentan en la vida?

 

Lee también: Si superas estos problemas anímicos, serás invencible

2/7 © Adobe Stock

Los recursos emocionales que más nos ayudan

La experta nos resume cuáles son los recursos emocionales que más nos pueden ayudar en situaciones complejas que se nos presentarán a lo largo de nuestras vidas, de dónde sacar, en definitiva, esa fuerza de la que habla el libro. “Si me preguntas de donde la sacamos, para mí lo más importante es tener un propósito en la vida, qué es lo que te motiva, por qué querrías salir de esta situación. Luego, dentro de una crisis, es importante trabajar otras variables. Por ejemplo, el tomarnos la crisis como algo temporal, como algo pasajero, porque no va a ser algo para toda la vida. El entender que dentro de una crisis todavía somos más vulnerables, más inseguros, menos capaces para afrontar algo. No es que seamos así, es que nos convertimos en eso debido al sufrimiento que tenemos. Y la fuerza también se saca pidiendo ayuda, aprendiendo a tomar perspectiva, pues a veces nos enredamos mucho en el ‘qué mal estamos’ y no nos damos cuenta de que con lo que hay que enredarse es con la búsqueda de soluciones. En una crisis, para encontrar fuerza, también tenemos que aceptar cosas que no podemos cambiar. Algunas veces somos muy reacios a aceptarlas, porque parece que aceptar es resignarse, y no es así, aceptar es el primer paso para coger fuerza e ir en otra dirección en la que ahora estamos”, nos cuenta, y profundiza en alguno de esos recursos a nuestro alcance:

 

  • Uno de ellos es seguir con el autocuidado. Dentro de una crisis donde nos vemos inmersos en esa tristeza o dejadez, dejamos de cuidarnos, de hacer deporte, de meditar, de dormir, pensando que eso son tonterías que haremos más adelante, pero nos ayudan a regular nuestros neurotransmisores.
  • Es importante trabajar la aceptación. Debemos aceptar que no podemos con todo, aceptar que la gente puede juzgar la manera en la que estamos viviendo la crisis, aceptar que somos vulnerables, aceptar incluso las emociones que sentimos (puedes sentir en un momento determinado rabia o frustración), aceptar que en una crisis no podemos controlarlo todo, y que somos lo que somos, incluso aceptar nuestro pasado.
  • Tenemos que tratar de pedir ayuda, porque como no podemos con todo, tenemos que pedir ayuda.
  • Darnos cuenta de que tenemos mucha capacidad de adaptación. Parece que en una crisis como todo se tambalea, y te obliga a salir de tu zona de confort, no te atreves a dar algunos pasos, a hacer cosas distintas, o no te ves capaz. Pues tenemos mucha capacidad de adaptación, y esta crisis de la pandemia nos lo ha demostrado, porque nos hemos visto obligados a adaptarnos, así que tenemos esa inteligencia adaptativa.
  • Hay que aprender a vivir en el presente. Hay momentos en los que la vida nos ha atrapado de forma injusta, hemos tenido mala suerte, nos quedamos anclados en el pasado, rumiamos, sufrimos, nos imaginamos un futuro desolador y lo que está ocurriendo en este momento, lo dejamos pasar, y es importante trabajar en el presente.
  • A ser posible hay que seguir manteniendo nuestra rutina, al menos las que sean posibles cuando todo se tambalea, pueden ser los horarios porque te han despedido, o porque te has separado… hay rutinas que podemos mantener y otras que tenemos que volver a construir.
3/7 © Adobe Stock

Una primera sensación de shock

Tras un momento complicado, no es extraño sentir cierta sensación de shock al principio, como nos confirma la autora. “Ese estado de shock inicial es normal, porque a la persona le cuesta integrar cómo en ese momento su vida ha cambiado de un día para otro, tal vez por una mala noticia, una enfermedad, una separación, un problema de una amiga, económico... En ese momento, en elque tú tenías otra realidad en tu cabeza, te llega una realidad que tienes que encajar, y mientras lo hacemos, las personas a veces negamos, a veces evitamos, a veces lloramos… y no queremos aceptar porque supone iniciar una nueva vida de una manera en la que no estábamos acostumbrados o que nos va a generar dolor. Por eso, ese estado de shock inicial es normal. Si lo aceptamos, entenderemos que esto nos pasa a todos y no nos sentiremos tan extraños”, nos explica.

 

Lee también: Cuatro libros de psicología y resiliencia para afrontar las crisis

4/7 © Adobe Stock

Las consecuencias de un sobreesfuerzo

Cuando vienen rachas complicadas, no es extraño que nos sorprendamos a nosotros mismos sacando fuerzas de donde no sabíamos que las teníamos. Pero, ¿puede acabar pasándonos factura ese esfuerzo una vez superado el o los momentos de crisis? “Efectivamente, el sobreesfuerzo nos puede pasar factura si no vamos gestionando adecuadamente las emociones. Esto lo hemos visto tanto en una crisis como cuando los estudiantes se enfrentan a una época de exámenes o cuando la madre da a luz y hay un tiempo en el que los padres no duermen. Cada vez que nos sometemos a un esfuerzo físico o mental aparece un estado de agotamiento, que es normal, y tu cuerpo da señales, a través de la pérdida de vitalidad, de las ganas de llorar, de la apatía, estar irascible, el cuerpo te da esas señales para que tu descanses”, cuenta la psicóloga.

 

Y es que, en su opinión, normalmente la persona y la vida tienden al equilibrio, y si tú te has pasado en una situación, porque has forzado, en un pico de trabajo o una situación personal complicada, tarde o temprano, si no gestionas esa situación de una forma adecuada, si no te coges un descanso, si no repones esa batería, aprendiendo a meditar, haciendo deporte, tomándote tu tiempo… te pasará factura. “Y lo hace bien con esa fatiga mental, bien incluso con esos trastornos psicosomáticos, que son trastornos físicos derivados de variables psicológicas. Suelen atacar al sistema digestivo, a dolores de cabeza, problemas en la piel…”, nos cuenta.

5/7 © Adobe Stock

Salir reforzados de un momento de crisis

Hay quien considera que tras superar una etapa complicada, podemos salir incluso reforzados, algo que, en opinión de la psicóloga, hemos escuchado mucho durante la pandemia actual. ‘La pandemia nos hará mejores personas, de esta pandemia saldremos reforzados’... son frases que hemos escuchado a lo largo de estos meses... y esto no siempre es así. "Le puede pasar a algunas personas que solamente por el hecho de vivir la experiencia traumática o dura, puede que las transforme. Pero la mayoría de las personas, pasado un tiempo en el que has perdido el miedo, se te han olvidado las emociones, tú vuelves a tu yo, a tu forma de ser normal, a tus hábitos, porque llevas mucho tiempo repitiendo esos hábitos”, nos detalla, y añade que para que una experiencia traumática o un fracaso nos deje un aprendizaje, las personas tenemos que implicarnos con ese aprendizaje, tenemos que generar y planificar un cambio, tener el propósito de querer cambiar. “Solo con vivir la experiencia, lo normal no es que nos transforme”, apunta.  

 

Lee también: Cómo hacer pequeños cambios en tu vida: ¿Has oído hablar de la técnica de las ruedas dentadas?

6/7 © Adobe Stock

Acabar con la situación de bloqueo

No son pocas las personas que afrontan momentos de bloqueo emocional ante una situación de crisis. ¿Cómo podemos salir de una situación así? “Para salir de una situación de bloqueo, primero es muy importante saber qué está bloqueando a la persona, porque no son los mismos consejos a alguien que ha perdido el empleo o a alguien que se acaba de separar. Pero yo creo que, en una situación de bloqueo, ahí están interfiriendo mucho nuestras emociones y lo estamos personalizando, y es normal. Pero si tuviésemos un amigo al que tuviéramos que dar un consejo para que saliera de esa situación de bloqueo, qué le diríamos, algo sin tanta carga emocional. Ese consejo que le darías a una amiga es el mismo que tendría que servirte a ti. Tal vez tendríamos que mirarlo desde esa perspectiva”, sugiere Patricia Ramírez.

7/7 © Adobe Stock

Huir del dolor

“La adversidad forma parte de la vida. Es más fácil aprender a convivir con ella que pretender evitarla”, comenta la autora en su libro. ¿Por qué entonces optamos a veces por el camino fácil y nuestra primera tentativa es siempre la de tratar de evitarla? “Tratamos de evitar las situaciones complicadas, aunque forman parte de la vida, porque nos causan dolor y las personas no estamos entrenadas para convivir con el dolor. Vivimos además con esta tiranía de la felicidad, de que tenemos que ser siempre felices, y todo lo que nos duele, como no nos han enseñado inteligencia emocional, tratamos de evitarlo. Y lo que tenemos que entender es que el dolor, los celos, la envidia, la tristeza, forman parte de la vida. Y que, si aprendemos a aceptarlo, a gestionarlo, a escuchar nuestro cuerpo, a entender por qué aparecen, a buscar soluciones, seguramente podríamos convivir con muchas emociones, que normalmente evitamos y con ello las gestionamos de forma incorrecta", nos detalla la terapeuta.

 

Y es que, en su opinión, es cierto que evitamos el dolor, pero no por eso suele desaparecer, sino que en ocasiones lo que sucede es que se complica aun más el problema. "Yo creo que habría que leer más de inteligencia emocional, trabajar más en la autoayuda, en aprender a conocernos a nosotros mismos para aprender a lidiar con estas emociones, y aprender a reconocer también nuestra parte vulnerable no como un signo de debilidad, sino como la aceptación de esa parte que no puede con todo", concluye. 

 

Lee también: Descubre qué relación hay entre la inteligencia emocional y la resiliencia

Más sobre: