No tenía que haber repetido, me he pasado toda la sobremesa como si me hubiera tragado piedras... ¿Te suena? A todos nos ha cegado en algún momento la "barra libre" que suponen las comilonas navideñas. Es el llamado "efecto bufé", que nos mueve a comer con avaricia, desoyendo las señales de saciedad del cuerpo y conduciéndonos después a un malestar que tratamos de solucionar a golpe de antiácido. Algo nada recomendable, pues este estropea más que arregla. Así que tanto para evitar tomarlo como para ahorrarle a nuestro aparato digestivo el estrés que le supone comer como Obélix, piensa si realmente merece la pena darte esos atracones que te pueden amargar las fiestas (y que también afectan a tu piel).
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¿Y si ayuno?
Algunas personas se dejan llevar por la idea equivocada de compensar los excesos en la mesa con días de ayuno. Pero, como comenta la nutricionista Julia Farre, del Centro Julia Farre, "no recomiendo usar el ayuno como penitencia, ni como herramienta compensatoria. Si tras una cena copiosa no tenemos hambre al levantarnos, podemos retrasar el desayuno de forma natural, pero siempre escuchando al cuerpo, no imponiendo una restricción rígida para purgar culpas. Tras un atracón, más que compensar, me gusta hablar de equilibrar. No tiene sentido castigar al cuerpo con ayunos extremos o dietas milagro: funciona mucho mejor anticiparse, priorizando comidas sencillas y una buena hidratación los días previos y posteriores a la comida o cena familiar".
Además, Farre pone el foco en no perder del todo la rutina. "Unos pocos días de excesos no boicotean una alimentación saludable el resto del año. El problema aparece cuando los atracones se enlazan con semanas de descontrol, poco movimiento y mucho alcohol. Convertir lo excepcional en cotidiano pasa factura". Y es que pensar que, como ya nos hemos pasado, de perdidos al río, no facilita nada la vuelta a la normalidad, pues hay ciertas líneas rojas que es mejor no traspasar.
Picoteo 'trampa'
Cuando cogemos un poquito de aquí y otro de allí, charlando, bebiendo y sin dejar de reír, como cantaban los Mecano, al final ese "poquito" se convierte en mucho, una mezcla a veces demasiado potente que nos dejará digestiones pesadas, bajón de energía, incluso dolor de cabeza y somnolencia. Nada apetecible, ¿verdad? Para evitar que ese picoteo se desmadre, Julia Farre nos recomienda "servirnos en un plato -a poder ser pequeño- lo que realmente vamos a comer, en lugar de picar del centro sin darnos cuenta, y elegir lo que nos apetece, sin sentirnos obligados a probarlo todo simplemente porque está ahí".
Nuestra especialista también sugiere "comer despacio, dejar los cubiertos en la mesa entre bocado y bocado o hacer una pausa a mitad de plato para preguntarnos si ya estamos saciados". Y es que, cuando lo pasamos bien y estamos distraídos, hacemos poco caso a las señales de hambre-saciedad. Como explica Farre, "porque hay emoción, ruido, conversación, platos constantes y presión social para repetir. Esto hace que sea fácil desconectar de las señales internas y guiarse por lo que hacen los demás, incluso ‘comer con los ojos".
Remedios 'detox'
Otro error en el que solemos caer cuando nos damos un festín es pensar que los caldos depurativos o las bebidas detoxificantes van a ayudarnos a contrarrestar los excesos. La nutricionista lo plantea así: "No necesitamos depurarnos con productos detox; de eso ya se encargan el hígado y los riñones, si el resto de la alimentación es razonable. Un caldo de verduras casero puede reconfortar, igual que un batido de fruta, pero no tiene propiedades mágicas. Lo que sí nos ayuda, después de pasarnos en la mesa, es volver a una dieta con verduras en todas las comidas (ensaladas, purés, guarniciones), frutas frescas, legumbres, frutos secos naturales, pescado y huevos de calidad y AOVE". Así como este patrón de alimentación funciona, respetar los horarios de las ingestas los días previos y posteriores a un banquete festivo también nos ayuda a no perder rutinas saludables.
El mejor brindis
Brindar es celebrar, pero no necesariamente con alcohol. Este solo aporta las llamadas calorías vacías (sin ningún nutriente) y es tóxico para nuestro organismo, especialmente para el hígado. ¿Hay una cantidad segura para nuestra salud? La experta a la que hemos consultado nos aclara que "desde el punto de vista de la salud, lo seguro es no beber. Si alguien decide tomar alcohol, mejor que sea de forma muy moderada, nunca en ayunas, alternarlo con agua y evitar mezclar muchos tipos distintos". Los efectos de un atracón regado con bebidas alcohólicas son muy perjudiciales, máxime si estos excesos se van sucediendo durante las fechas señaladas.
Consejos de la experta Julia Farre
- No llegues con hambre. "Evitar sentarse a la mesa hambriento ayuda a tomar decisiones más conscientes. Cuando pasamos muchas horas sin comer es más fácil perder el control con el picoteo y las raciones".
- Sin miedo a decir "no". "Elige sin presión social el capricho que quieras darte. Prioriza los platos que más disfrutes y deja el resto diciendo sencillamente ‘no, gracias’, sin tener que justificarte".
- No compres para un mes. "Si eres el anfitrión, compra solo lo que necesites para poder cocinar los platos de tu elección. Aplica esto también a los dulces y así evitarás tener sobras en el congelador y la despensa durante semanas".
- Muévete todo lo que puedas. "Tanto si estás de vacaciones como si no, trata de evitar el sillón todo lo posible y mantente activo. Pasear tras las comidas resulta de gran ayuda para digerirlas".
