Conexión mente-cuerpo

Por qué cada vez más jóvenes están volviendo a escribir cartas a mano: "Es una práctica en auge"


La experta en salud mental explica por qué la correspondencia manual estará de moda en 2026 y cómo ayuda tanto al bienestar de uno mismo, como al e su entorno


mujer escribiendo carta© Getty Images
Paula MartínsColaboradora de Moda y Estar Bien
22 de diciembre de 2025 - 7:40 CET

Hay gestos que parecen pequeños, casi olvidados, y que sin embargo regresan cuando más se necesitan. Abrir un sobre, reconocer una letra, tocar un papel que ha pasado por las manos de otra persona. En un mundo acelerado, escribir cartas a mano vuelve a abrirse paso como una forma íntima y consciente de conectar.

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No es una impresión aislada. Según Pinterest Predicts 2026, el informe que adelanta las tendencias del próximo año en función de las búsquedas en la plataforma, escribir cartas volverá a ser una práctica en auge. Especialmente entre las generaciones Z y millenialque recuperarán esta costumbre como una forma de expresión cuidada y casi artística, con sobres elaborados, papeles especiales y sellos bonitos. 

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Los datos emitidos por Pinterest sobre las búsquedas realizadas en su plataforma web apoyan la teoría: "sellos lindos" han aumentado un 105 %, "cartas de amigos por correspondencia" un 35 %, "cartas escritas a mano" un 45 %, "ideas para amigos por correspondencia" un 90 % y "regalos por correo postal" un 110 %.

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Por qué las cartas a mano vuelven a estar de moda

Detrás de este regreso hay una necesidad emocional profunda. La psiquiatra, Victoria López Rodrigo (@victorialrpsiquiatra)  lo explica desde un recuerdo personal que conecta con una experiencia compartida por muchas personas: "Durante mi infancia, cuando se acercaba la Navidad, abría el buzón todos los días. No lo hacía esperando una carta de nadie. Lo hacía porque esperar era parte del ritual", señala.

La espera formaba parte del vínculo. "Cada vez que llegaba a casa le pedía las llaves del buzón a mi madre o metía la mano por el hueco para ver si había algo, como quien abre un pequeño cofre y, a veces, ahí estaba: una felicitación". 

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El buzón se convertía en un lugar cargado de significado. Y, recalca, que no hacía falta nada elaborado, sino que el valor estaba en el contacto, en el gesto: "Una simplísima cartulina doblada, una letra que yo reconocía, algo que alguien había tocado hacía poco y que ahora podía tocar yo".

Por eso esas cartas no eran efímeras. "Esa carta no se leía y se olvidaba, se quedaba conmigo toda la Navidad en una estantería, sobre la mesa o debajo del árbol". Permanecía en el espacio cotidiano. "No era solo un mensaje; sino, era presencia constante durante toda la Navidad, una forma de sentir cerca a alguien sin que estuviera físicamente allí".

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Desde la psicología, esta diferencia es fundamental. Como explica la experta, "escribir una carta no es un mero trámite para transmitir información". Supone un proceso interno más complejo: "Es detenerse, pensar en esa persona, organizar las emociones y los pensamientos y dejar huella".

Una razón relevante y que, a menudo se pasa por alto, es la implicación del cuerpo en este acto, su conexión con las emociones. "Cuando escribimos a mano, el cuerpo participa de una manera más presente", comenta Victoria López, quien hace hincapié en que ese ritmo pausado de escritura tiene efectos claros: "Se activa la memoria emocional, se regula el sistema nervioso y el vínculo se vuelve tangible". Por eso escribir puede ser terapéutico: ayuda a ordenar, a procesar y a dar sentido a lo que se siente.

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El arte de escribir a mano en la era digital

Además, hay un mensaje implícito que se recibe con fuerza. "Una carta te está diciendo has dedicado tiempo a alguienY eso, a nivel emocional, tiene un peso gigante". En una cultura dominada por la rapidez, el tiempo se convierte en una forma de cuidado.

De ahí que muchas personas conserven cartas durante años. Así lo detalla la psiquiatra: "Funcionan como anclajes afectivos. Objetos que sostienen recuerdos, emociones y relaciones en el tiempo".

El contraste con el presente es evidente. "Hoy, en cambio, miramos el buzón y casi nunca esperamos nada importante, un par de facturas, publicidad, una cita médica", señala la experta en salud mental. La emoción se ha desplazado a la pantalla, aunque de forma más fugaz.

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Durante los últimos años, las pantallas parecían ser la única manera de comunicación a distancia posible. Las cartas parecían relegadas a comunicados oficiales de entidades, o a publicidad de ofertas y campañas electorales. Ahora, todo parece indicar que recuperar la tradición de coger un papel y un bolígrafo será una manera de detenernos un poco, reflexionar lo que queremos escribir, pasar un tiempo con nosotros mismos, y dejar una huella bonita y especial en otra persona.

Sobre esa inmediatez tecnológica también habla Victoria López: "Las felicitaciones llegan por WhatsApp, en forma de texto rápido y casi impersonal, un copia pega de un mensaje que nos ha gustado, una imagen reenviada o audio breve. El problema es que estos mensajes se pierden, no ocupan espacio físico, no acompañan".

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En medio de esta inmediatez constante, algo se ha ido diluyendo. "Hemos ido perdiendo de manera más sutil, casi imperceptible, la experiencia de esperar, la emoción de recibir algo pensado con calma, la sensación de ser tenido en cuenta sin prisa", explica la psiquiatra.

Por eso este regreso no es casual. "Escribir cartas volverá a ser una práctica en auge. No como gesto romántico vacío, sino como respuesta a una saturación real de pantallas, estímulos y vínculos acelerados".

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Escribir a mano: una manera de bajar el ritmo

Desde la psicología del vínculo, la explicación es clara.  Así lo señala Victoria López: "El cuerpo y la mente necesitan lentitud, textura, ritual". Y, la carta ofrece justo eso. "Escribir a mano obliga a  a estar presente, a elegir palabras. Es una forma de conexión que no compite con notificaciones ni algoritmos".

No se trata de mirar atrás con nostalgia, sino, más bien, es una "necesidad relacional". Pero tampoco implica rechazar lo digital. Como comenta la experta: "Es ampliar emocionalmente la forma en la que nos vinculamos". Es sumar, no sustituir. "Es recordarnos que dedicar tiempo a otro —y a uno mismo— sigue siendo una de las formas más potentes de cuidado”.

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Puede que por eso, cuando llegan ciertas fechas, algo se activa por dentro. "Quizá por eso, cuando llega diciembre, una pequeña parte de mí en medio de una vida acelerada y caótica espera algo más". Y esa espera invita a empezar. "Y quizá todo deba empezar por mí. Igual este es el año para retomar". Al igual que ella, puede que todos debamos hacerlo.  Al final, la razón es sencilla: "Porque algunas cosas no pasan de moda, solo esperan a que volvamos a necesitarlas".

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.