¿Y si lo que crees que es tristeza fuera déficit de vitamina D? ¿Y si el sueño que arrastras fuera carencia de B12? Cuidado porque, quizá, la ansiedad que sientes es solo déficit de magnesio, vitamina B6 u Omega-3. De hecho, puede ser que tus dolores de cabeza sean señal de unos niveles bajos de potasio y magnesio; y tu cansancio de vitamina A. Por otro lado, tu dermatitis podría venir dada por un consumo excesivo de carbohidratos.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 5 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 5 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Mensajes como estos son comunes en las redes sociales y se viralizan rápido. Por suerte, no siempre son llamados al consumo de suplementos alimenticios sin pauta profesional previa, sino a llevar una dieta más saludable, a practicar deporte al aire libre y a priorizar ciertos alimentos en nuestras comidas. A pesar de esto, como indica Elisa Blázquez, nutricionista clínica y directora de nutrición de IQtra Medicina Avanzada, "hay que tener cuidado con estos mensajes tan rotundos".
"Como nutricionista, creo que es importante aclarar que cada síntoma emocional o físico hay que estudiarlo bien y si está asociado a un déficit nutricional hay que analizar las causas. La suplementación bien indicada puede ser de gran ayuda pero nunca debemos olvidar el contexto", nos cuenta.
"Estos mensajes se viralizan fácilmente, pero simplifican en exceso realidades que son mucho más complejas. CComo nutricionista, creo que es importante aclarar que cada síntoma emocional o físico hay que estudiarlo bien y si está asociado a un déficit nutricional hay que analizar las causas", agrega Elisa. Y ofrece varios motivos:
- Primero: porque la tristeza, la ansiedad, la falta de energía o el insomnio son síntomas multifactoriales, que pueden tener causas hormonales, psicológicas, digestivas, inflamatorias, ambientales o de estilo de vida. Un suplemento aislado o un alimento concreto nunca va a resolver por sí solo un desequilibrio emocional o mental.
- Segundo: porque estos mensajes pueden ser peligrosos para la salud mental. Si una persona que siente tristeza, ansiedad o apatía cree que todo se solucionará con un suplemento, puede dejar de buscar ayuda psicológica o médica, retrasando un tratamiento realmente necesario. La nutrición puede apoyar el equilibrio emocional, pero no sustituye la terapia, el acompañamiento ni la gestión emocional profunda.
- Tercero: porque no siempre el problema es lo que comes, sino cómo lo absorbes. Muchas personas tienen alterada la microbiota o la permeabilidad intestinal, lo que dificulta la absorción de nutrientes como la B12, el magnesio o la vitamina D. En esos casos, tomar más sin tratar la raíz del problema no mejora los niveles ni los síntomas.
Para Elisa, no hay una relación directa de "síntoma = nutriente". "Los síntomas son el resultado de muchos factores interactuando entre sí. Por eso, el abordaje debe ser siempre personalizado, global e integrativo", nos cuenta. Y analiza cada una de las afirmaciones con las que hemos arrancado el artículo (mensajes que seguramente hayas leído más de una vez) de la siguiente manera.
No es tristeza, es déficit de vitamina D
La vitamina D influye en el estado de ánimo, sí, pero la tristeza o la depresión no se deben exclusivamente a su déficit. También influyen el estrés crónico, el contexto vital y emocional, el sueño, el equilibrio intestinal, la exposición solar y la actividad física. Lo ideal: medir la vitamina D y, si está baja, suplementar con control médico. Pero no sustituir un abordaje emocional o psicológico por una pastilla.
No es sueño, es déficit de B12
La B12 interviene en la producción de energía, pero su déficit suele deberse a una mala absorción intestinal o dieta sin proteína animal, no a un simple cansancio puntual. Hay que hacer una analítica antes de suplementar y revisar la función digestiva y el consumo proteico.
No es ansiedad, es déficit de magnesio, B6 y omega-3
Estos nutrientes participan en la regulación del sistema nervioso, pero la ansiedad puede tener raíces psicológicas, hormonales y metabólicas. Antes de suplementar, hay que valorar estrés, descanso, microbiota y alimentación global. No es cuestión de "tomar magnesio y ya".
No es dolor de cabeza, es déficit de potasio y magnesio
Algunas cefaleas pueden relacionarse con déficit de magnesio, pero la mayoría se deben a tensión, deshidratación, histaminosis, alteraciones hormonales o estrés. Siempre hay que descartar causas médicas.
No es cansancio, es déficit de vitaminas A, C, E y D
El cansancio puede tener cientos de causas: desde déficit de hierro o alteraciones tiroideas hasta problemas de sueño, intestinales o inflamación crónica. Cuidar el estilo de vida suma siempre, pero consulta a un profesional si el cansancio persiste.
No es dermatitis, es exceso de carbohidratos
La piel es reflejo del estado interno, pero culpar solo a los carbohidratos es un error. La dermatitis puede estar relacionada con inflamación intestinal, disbiosis, déficit de ácidos grasos o exposición a irritantes, entre otras cosas. Revisar la alimentación sí, pero desde un enfoque equilibrado, no desde la restricción extrema.
No es insomnio, es exceso de cafeína
Aquí hay algo de verdad, pero el insomnio también puede deberse a cortisol alto, estrés, déficit de magnesio, luz azul o cenas tardías. Reducir cafeína es una estrategia más, pero el descanso de calidad requiere una buena higiene del sueño completa.
No obstante, Elisa comenta que la suplementación puede ser muy beneficiosa, ayudar en muchos desequilibrios que si no se corrigen pueden provocar síntomas pero que siempre hay que contextualizar.
