Comunicación verbal

Teresa Herrero Mortuoa, coach emocional, sobre la comunicación efectiva: "No es lo mismo decir me has hecho daño que me he sentido herida con lo que ocurrió”


Expresar cómo te sientes, hablar desde tu emoción y no culpabilizar al otro. Una experta explica por qué debes cambiar tu forma de comunicar, y cómo hablar desde el 'yo' puede mejorar, mucho, tus relaciones.


amigas hablando© Getty Images
Paula MartínsColaborada de Moda y Estar Bien
23 de agosto de 2025 - 7:00 CEST

En todas las relaciones –ya sea con la pareja, con un amigo, con un hermano o incluso con un compañero de trabajo– tarde o temprano aparecen los roces. La convivencia y las expectativas nos llevan a momentos de tensión, y ahí es cuando entra en juego la manera en la que nos expresamos. ¿Por qué hay conversaciones que acaban en un muro y otras que se convierten en un puente? La respuesta, muchas veces, está en cómo hablamos de lo que sentimos.

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"Una de las claves para que las relaciones funcionen mejor es aprender a hablar desde nuestras emociones y no desde la acusación", señala la coach de desarrollo personal y gestión emocional Teresa Herrero (@teresaherrero.coach). No es lo mismo decir “me has hecho daño” que “me he sentido herida con lo que ocurrió”. La primera frase apunta al otro, como si estuviéramos lanzando una flecha; la segunda habla de nosotros, abre la vulnerabilidad y genera empatía.

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El efecto del reproche: levantar muros en lugar de puentes

Todos hemos estado en esa situación incómoda en la que, al intentar expresar una molestia, decimos algo como “es que nunca me ayudas en casa” o “siempre llegas tarde, no te importa lo que siento”. En ese momento, la otra persona siente que la estamos juzgando, y de manera automática se prepara para defenderse o contraatacar. Como explica teresa Herrero: "Cuando decimos estas frases estamos señalando con el dedo, y eso activa automáticamente la defensa del otro".

Cuando hablamos así, sin querer, ponemos al otro en un lugar de culpable. Y cuando alguien se siente culpable, la reacción natural suele ser justificarse, negar o incluso enfadarse. El resultado es que nuestra necesidad inicial –ser escuchados, sentirnos comprendidos– queda enterrada bajo una discusión en la que ambos salen perdiendo.

Un ejemplo muy cotidiano: imagina que tu pareja olvidó contestar a tu mensaje. Si le dices que nunca te hace caso, y que parece que no eres importante para ella, la otra persona probablemente se cierre o se enfade. Pero si reformulas y compartes tu experiencia personal, diciendo que te sentiste ignorada cuando no te respondió, sin reproche, la situación cambia por completo. Como recuerda la coach emocional: "Cambiamos el terreno, pues ya no estamos atacando, sino compartiendo nuestra vivencia". Y eso abre otra posibilidad: "Invita a la otra persona a ponerse en nuestro lugar".

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Consejos prácticos para comunicar desde las emociones

Este pequeño cambio de perspectiva no solo nos ayuda a evitar conflictos innecesarios, también genera un clima emocional en el que la otra persona se siente más dispuesta a escucharnos. Al hablar desde el 'yo', no solo expresamos lo que nos pasó, también mostramos vulnerabilidad. Y la vulnerabilidad, lejos de ser una debilidad, es el lenguaje más poderoso para conectar. 

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Acostumbrados a recurrir siempre a culpabilizar al otro, puede parecer tedioso cambiar la perspectiva. Sin embargo, es necesario. Por eso, Teresa Herrero comparte varias pautas que podemos poner en práctica en nuestro día a día para mejorar nuestra forma de comunicarnos:

  • Habla en primera persona. Usa frases que empiecen por "yo me sentí…" o "para mí fue…", en lugar de "tú siempre…" o "tú nunca…”. De esta manera, hablamos de nuestra experiencia, no del supuesto error del otro.
  • Describe, no etiquetes. "Explica lo que ocurrió y cómo te afectó, sin juzgar la intención del otro". En vez de decir “eres egoísta”, podemos optar por “cuando no tuviste en cuenta mi opinión, me sentí apartada”.
  • Elige el momento adecuado. "Conversar en caliente puede hacer que hablemos desde la ira, no desde la calma". Tomarnos un respiro, esperar a estar más tranquilos, puede ser la diferencia entre una discusión estéril y un diálogo constructivo.
  • Escucha también su versión. "La comunicación efectiva es un puente, no un monólogo". No se trata de soltar nuestro discurso y ya está, sino de abrir la puerta para que el otro también pueda contar cómo lo vivió.
  • Recuerda el objetivo. No se trata de ganar, sino de entendernos y fortalecer el vínculo. Cuando tenemos esto en mente, es más fácil elegir las palabras con cuidado.
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Este cambio en la manera de hablar no es un simple truco: transforma profundamente las relacionesCuando expresamos lo que sentimos en lugar de reprochar, la otra persona no se siente atacada y, por tanto, tiene más facilidad para empatizar y responder con comprensión. Como subraya teresa Herrero: "No solo evitamos conflictos innecesarios, sino que creamos un espacio seguro para que la otra persona también se abra".

Al final, el lenguaje que usamos puede ser un arma o una herramienta de unión. Con una frase podemos distanciar o acercar, herir o sanar. La buena noticia es que siempre estamos a tiempo de aprender a hacerlo mejor. Porque, como concluye la coach: "Al final, la buena comunicación no es magia, es una habilidad que se entrena".

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