Las pesadillas no son exclusivas de la infancia. Aunque suelen asociarse a los niños y a sus miedos propios de esa etapa, lo cierto es que muchos adultos también las experimentan, y en algunos casos de forma recurrente. Desde la psicología, tener pesadillas en la edad adulta puede interpretarse como un síntoma pasajero ligado al estrés o, en situaciones más difíciles, como una señal de que existe un trastorno que merece atención profesional.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 5 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 5 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Con la ayuda de la psicóloga Inmaculada Malpartida, de Mundospsicologos.com, te explicamos qué significa que un adulto tenga pesadillas, cómo se diferencian de las que se presentan en la infancia, en qué casos pueden estar vinculadas a un problema de salud mental o físico, y qué tratamientos son más efectivos para reducirlas.
Pesadillas en adultos: cuándo se consideran normales y cuándo no
En psicología, se entiende por pesadilla un sueño vívido y perturbador que provoca miedo, ansiedad o angustia, lo que conduce a un despertar brusco. En la edad adulta, su presencia no siempre es un signo de alarma. De hecho, la mayoría de las personas puede experimentar alguna pesadilla aislada sin que eso indique un problema de salud.
Según datos clínicos, aproximadamente un 3% de los adultos jóvenes tiene pesadillas frecuentes, mientras que solo un 1% de los adultos mayores las experimenta una o dos veces por semana. Cuando se producen de forma repetida y prolongada en el tiempo, es más probable que estén relacionadas con un trastorno psiquiátrico o con factores físicos que alteran el descanso.
Entre las causas más habituales de pesadillas en adultos se encuentran:
- Estrés continuado por motivos laborales, familiares o económicos.
- Episodios traumáticos como la pérdida de un ser querido o un despido.
- Cambios drásticos en la vida que generan inseguridad o preocupación.
- Indigestión o cenas copiosas que pueden alterar el sueño.
- Fluctuaciones emocionales y ansiedad persistente.
Además, las mujeres tienen entre dos y cuatro veces más probabilidades de reportar pesadillas que los hombres, aunque los expertos señalan que esto puede deberse a que ellas tienden a hablar más abiertamente sobre el tema.
Diferencias entre las pesadillas en adultos y en niños
Las pesadillas infantiles suelen estar relacionadas con la imaginación en desarrollo y con miedos propios de la edad, como la oscuridad, los monstruos o la separación de los padres. En muchos casos, forman parte de un proceso normal de maduración emocional.
En cambio, en los adultos, las pesadillas suelen actuar como una válvula de escape del estrés acumulado durante el día. También pueden tener un origen más físico, como problemas digestivos, trastornos del sueño o enfermedades crónicas que interrumpen la respiración o el descanso.
Por eso, mientras que en la infancia lo habitual es que desaparezcan con el tiempo, en la adultez conviene prestar atención a su frecuencia y a si interfieren en la calidad de vida.
Pesadillas en adultos y salud mental: posibles trastornos asociados
En psicología clínica, el trastorno por pesadillas está reconocido como una alteración que puede estar directamente vinculada a problemas de salud mental o física. Las investigaciones han identificado varias patologías en las que las pesadillas son un síntoma frecuente:
Trastorno de estrés postraumático (TEPT)
Aparece tras vivir experiencias que ponen en riesgo la vida o generan un fuerte impacto emocional, como accidentes, agresiones o catástrofes. Las pesadillas en estos casos suelen recrear total o parcialmente el hecho traumático.
Depresión y ansiedad
En estos trastornos, el cerebro tiene más dificultades para procesar y regular las emociones, lo que aumenta la probabilidad de sueños angustiosos.
Trastornos del sueño
La apnea y la narcolepsia pueden ir acompañadas de pesadillas. Tratar la enfermedad de base suele reducir significativamente estos episodios.
Enfermedades físicas
Patologías como el asma o el dolor crónico generan despertares repentinos con sensación de asfixia o pánico, que en ocasiones se confunden con pesadillas.
Efectos de medicamentos y sustancias
Fármacos como antidepresivos, analgésicos, antipsicóticos o retrovirales pueden inducir pesadillas. También la retirada brusca de somníferos, alcohol o drogas puede desencadenarlas.
Cuándo consultar con un especialista
No todas las pesadillas requieren atención médica, pero sí es recomendable acudir al médico o a un especialista del sueño cuando:
- Son muy frecuentes y se repiten varias veces a la semana.
- Alteran significativamente el descanso nocturno.
- Provocan ansiedad anticipatoria antes de dormir.
- Se acompañan de otros síntomas de depresión, ansiedad o trauma.
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) establece que, para diagnosticar un trastorno por pesadillas, deben cumplirse criterios como despertares repetidos de sueños aterradores con recuerdo vívido, conciencia plena al despertar y ausencia de causas médicas o farmacológicas directas.
Tratamiento de las pesadillas en adultos
El abordaje más eficaz combina medidas de higiene del sueño, técnicas de manejo del estrés y, cuando es necesario, terapia psicológica o tratamiento médico.
Higiene del sueño
- Acostarse y levantarse a la misma hora todos los días.
- Evitar dispositivos electrónicos antes de dormir.
- Mantener una temperatura adecuada en el dormitorio (15-22 ºC).
- Optar por cenas ligeras para prevenir digestiones pesadas.
Reducción del estrés
Dado que el estrés es uno de los principales desencadenantes, las técnicas de relajación como la respiración profunda, la meditación guiada o el yoga pueden ayudar a reducir su frecuencia.
Terapia psicológica
Un psicólogo especializado puede ayudar a identificar y trabajar las causas emocionales de las pesadillas. En casos de TEPT, la terapia de exposición en imaginación o la terapia de ensayo en imaginación han mostrado buenos resultados.
Ejercicio físico
La actividad física regular mejora la calidad del sueño y ayuda a regular el sistema nervioso, reduciendo la aparición de sueños angustiosos.
Pesadillas y calidad de vida: el papel de la prevención
En psicología, las pesadillas no se ven solo como un síntoma molesto, sino como una señal de que algo no está bien en el plano emocional o físico. Abordarlas de forma preventiva, cuidando el descanso, evitando el abuso de alcohol, cafeína o tabaco, y manteniendo un equilibrio emocional, puede ser clave para que no se conviertan en un problema crónico.
En definitiva, tener una pesadilla ocasional no debe preocuparnos, pero si se repiten con frecuencia y afectan a tu descanso, es momento de buscar ayuda profesional. Un buen diagnóstico puede no solo devolverte noches tranquilas, sino también ayudarte a mejorar tu salud mental y física en general.