La migraña es una de las enfermedades neurológicas más prevalentes y también una de las más incapacitantes: la segunda causa de discapacidad global y la primera entre mujeres jóvenes. Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), en España, más de 5 millones de personas la padecen, y de ellas, 1,5 millones sufren su forma crónica, es decir, tienen dolor de cabeza más de 15 días al mes. Ese es el día a día en consulta para el doctor Pablo Irimia Sieira, referente en el estudio de este problema de salud y galardonado recientemente con el 'Premio SEN Cefaleas' por su trayectoria en este ámbito. Con motivo de este reconocimiento, hemos tenido ocasión de hablar con el neurólogo sobre los avances científicos y los retos que aún persisten en el tratamiento de este problema de salud. Y si algo nos queda claro es que el objetivo del especialista del Departamento de Neurología de la Clínica Universidad de Navarra es mejorar la calidad de vida de quienes conviven cada día con esta enfermedad.
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¿Piensa que este premio puede ayudar a visibilizar un problema de salud tan incapacitante como es al final la migraña?
¡Ojalá que sí! Uno de los problemas que tenemos quienes nos dedicamos a esta enfermedad es que es de una elevadísima frecuencia, porque afecta casi al 13% de la población general, y que tiene un impacto muy importante en la población en cuanto a discapacidad -es una de las primeras causas de discapacidad, sobre todo en mujeres menores de 50 años-, además de que tiene un coste enorme.
La enfermedad neurológica con mayor coste a nivel europeo es precisamente la migraña. Teniendo en cuenta esas tres cosas, deberíamos pensar que desde el punto de vista del sistema de salud debería priorizarse mucho más la atención de estos pacientes, porque existe un gran retraso de diagnóstico y porque hay una gran dificultad para el acceso a los nuevos tratamientos, que ayudan mucho a mejorar la enfermedad.
Esto es debido en parte a que la enfermedad en sí misma está considerada como una enfermedad menor, porque no implica mortalidad. Pero cuando uno evalúa verdaderamente el impacto, las pérdidas que supone la migraña en razón a no poder trabajar, no poder atender a la familia, a que altera enormemente la vida personal y social, pues la migraña está entre las primeras enfermedades en esas categorías.
Y teniendo eso en cuenta, habría que priorizar la atención de estos pacientes realizando un diagnóstico lo más precoz posible y dándole al paciente el tratamiento que le venga mejor para su problema en el momento en el que se le atiende. Esto, ahora mismo, por desgracia, no lo estamos consiguiendo.
Aun así, son muchos los avances que se han producido en relación con el abordaje de un problema de salud como la migraña. ¿Cuál piensa que ha sido el mayor avance en los últimos años?
En los últimos años, se está hablando de que estamos viviendo una revolución desde el punto de vista del tratamiento. Si hasta ahora teníamos unos tratamientos que pensábamos que funcionaban razonablemente bien con los que podíamos ayudar a muchos pacientes, lo cierto es que en este momento tenemos muchos más tratamientos nuevos, que tienen la ventaja de que son tratamientos específicos para la migraña. Además, son medicamentos que se toleran fenomenal, es decir, que no tienen apenas efectos adversos. Y esos tratamientos son lo que se denominan terapias anti-CGRP.
El CGRP es una proteína que tenemos en la sangre y que en la migraña está incrementada. Cuando se bloquea esa proteína, en la mayoría de los pacientes se consigue un beneficio muy significativo. El único problema que tienen esas terapias en la práctica es que tienen un coste elevado. El acceso a esos tratamientos no está resultando tan bueno como podría ser. Probablemente el sistema de salud, y nosotros los neurólogos también, tenemos que intentar que el acceso a esos fármacos cada vez sea más sencillo y conseguir que cada vez más pacientes que tienen migraña puedan hacer una vida normal.
Los pacientes tienen que intentar reducir el estrés, porque también es un factor desencadenante de migrañas
Dieta, descanso… Sabemos que hay factores del estilo de vida del paciente que influyen en la aparición o en la intensidad de estas cefaleas, ¿realmente tienen un peso tan importante?
Hay una serie de cuestiones en relación con los estilos de vida que sí que tienen importancia. Es decir, la persona tiene que saber que cuando tiene una migraña tiene que cuidar fundamentalmente los horarios de sueño o los horarios de comidas para evitar el ayuno prolongado. Además, tiene que intentar reducir el estrés, porque también es un factor desencadenante de migrañas.
En relación con la dieta, es cierto que hay personas que son capaces de identificar algunos elementos de la dieta como desencadenantes del dolor, pero esa no es una experiencia generalizada. No todo el mundo tiene desencadenantes dietéticos, con lo cual hacer una recomendación general de dieta carece de sentido. Lo único que se le pide a la persona es que se vaya observando y la mayor parte de pacientes sí que son capaces de reconocer algún alimento o algún desencadenante concreto que les puede causar el dolor.
Pero lo cierto es que en la práctica vemos muchas personas que en absoluto tienen desencadenantes dietéticos. Hace muchos años se hacían recomendaciones de dietas restrictivas, de suprimir alimentos. En la actualidad no se hace, porque se piensa que no tiene ningún sentido. Sí que es verdad que hay que analizar la dieta para ver si hay algo que pueda desencadenar un episodio de migraña, pero en general ya no hay una recomendación concreta.
¿Qué papel juegan los tratamientos preventivos en relación con los sintomáticos en el manejo a largo plazo de la migraña?
Las personas que tienen migraña frecuente, y hablamos de frecuente cuando una persona tiene más de cuatro días de migraña al mes, deberían tomar, además de un tratamiento sintomático para el día que les duele, una medicación que nosotros denominamos preventiva. Y esa medicación tiene fundamentalmente tres efectos. Lo primero es reducir el número de días de dolor de cabeza. El segundo sería que, si aparece el dolor de cabeza, la intensidad sea menor y, además, que ese dolor de cabeza cuando aparezca sea más fácil de tratar y se pueda reducir el consumo de analgésicos. Si conseguimos esos tres objetivos, la persona nota un cambio muy significativo en su calidad de vida. Es decir, imaginemos que una persona tiene diez días de migraña al mes y con el tratamiento consigue reducirlo a dos o tres al mes y, además, tiene un control óptimo de los episodios que tiene con un tratamiento sintomático. Su vida cambia significativamente. Y ese es el objetivo de los fármacos preventivos.
Dentro de estos nuevos fármacos preventivos, hasta ahora se utilizaban fármacos que no estaban diseñados específicamente para el tratamiento de la migraña, sino medicamentos como por ejemplo, indicados para controlar la tensión arterial, antidepresivos, relajantes musculares... Y ahora tenemos tratamientos que son solo para la migraña, que son esas terapias anti-CGRP.
Esas terapias la ventaja que tienen sobre todo es que son más eficaces. Pero por encima de eso es la tolerabilidad. Algo importante, pues el tratamiento de la migraña suele ser prolongado durante al menos un año, con lo cual la tolerabilidad tiene que ser muy buena para que la persona continúe tomando el fármaco. Hasta ahora, teníamos un problema, pues las personas hacían un esfuerzo por tomar la medicación, pero había muchas que tenían que abandonarla por los efectos adversos.
Imaginemos que una persona tiene diez días de migraña al mes y con el tratamiento consigue reducirlo a dos o tres al mes y, además, tiene un control óptimo de los episodios que tiene con un tratamiento sintomático. Su vida cambia significativamente
Hay cefaleas, dolores de cabeza, más complicadas de abordar que otras, sobre todo las que no responden al tratamiento, ¿suponen un reto para los neurólogos?
Los neurólogos especialistas en dolor de cabeza vemos fundamentalmente en consulta pacientes resistentes a las terapias convencionales. Y teniendo en cuenta la frecuencia de los diferentes tipos de dolor de cabeza, lo que más vemos son pacientes con migraña que no está respondiendo a la medicación. Ese sería el gran grupo de pacientes más frecuente.
Luego también vemos muchos pacientes con un tipo de dolor de cabeza que se llama cefalea en racimos, que produce crisis muy intensas, de breve duración, pero que son de una intensidad muy importante y cuyo manejo a veces incluso requiere tratamiento quirúrgico.
Y también está la neuralgia del trigémino, que en muchos casos se controla bien con medicación, pero sí que es verdad que a veces requiere también tratamiento quirúrgico.
Manejamos muchos tipos de dolor de cabeza, pero ciertamente la migraña, la cefalea en racimos y la neuralgia de trigémino probablemente son los tres tipos de dolor más habituales en la práctica clínica.
¿Influyen los cambios hormonales en que las mujeres tengan más o menos dolores de cabeza?
Sí que influyen. Cuando se valoran las diferencias entre hombres y mujeres desde el punto de vista de la frecuencia de los diferentes tipos de dolor de cabeza, se ve cómo claramente cómo en la infancia, la frecuencia de migraña es similar en niños y niñas, pero cuando la mujer comienza con los ciclos menstruales, las curvas se separan clarísimamente y la frecuencia de migraña se dispara en la mujer, alcanzando casi el 20% de la población.
Esa situación se mantiene durante toda la vida reproductiva de la mujer, mientras tiene ritmo hormonal. Y cuando alcanzan la menopausia, la frecuencia de migraña vuelve a disminuir y se acerca mucho, aunque nunca llega a igualarse, a la frecuencia que lo tienen los hombres.
Esto se piensa que sucede fundamentalmente por la influencia hormonal. De hecho, el desencadenante más habitual de migraña en mujeres, aparte del estrés, es la menstruación. Normalmente la bajada de estrógenos que se produce justo antes de que comience el sangrado es lo que genera la aparición del dolor de cabeza y son muchas las mujeres que, antes de que les venga la regla, ya empiezan a notar síntomas de migraña.
¿Cuál es el papel de la genética en la predisposición a sufrir migrañas u otros tipos de cefaleas?
La migraña es una enfermedad que tiene una predisposición genética, es lo que denominamos nosotros una enfermedad poligénica. Estamos acostumbrados a que las enfermedades dependan de un solo gen. Es decir, yo tengo un gen, yo lo transmito a mis hijos y, por tanto, ellos van a padecer la enfermedad. La migraña es un poco más compleja.
Los padres tienen un componente genético y es la combinación de múltiples genes la que favorece o no favorece la aparición de la enfermedad. Por eso, no necesariamente si yo tengo migrañas, mis hijos la van a tener, pero la probabilidad de que si el padre o la madre tiene migrañas sus hijos la tengan es de alrededor del 50%. Y si los dos tienen migraña es mayor, llega incluso hasta el 70%. Es decir, que el componente genético sí que es muy importante.
Muchos padres están a veces preocupados porque tienen migrañas muy frecuentes y piensan que sus hijos van a heredar esa condición. Sin embargo, lo que se hereda es la predisposición a tener migrañas. Es decir, si yo tengo migraña puede que mis hijos la tengan, pero si yo tengo una migraña muy frecuente, puede que mi hijo tenga una migraña muy ocasional. Lo que no se hereda es la frecuencia. Eso depende de muchos otros factores que hasta hoy no sabemos muy bien cuáles son.
Lo que sí sabemos es que hay una serie de factores que sí que condicionan que el dolor se vuelva más frecuente y uno de ellos, que es el que más nos preocupa ahora mismo, es tener sobrepeso y la obesidad. Se sabe que el hecho de tener sobrepeso y obesidad incrementa el riesgo de que la migraña se vuelva crónica.
Además, también en estudios hechos en España hemos demostrado que el hecho de iniciar tarde los tratamientos condiciona que la persona evolucione hacia una forma crónica. Es decir, que es muy importante que el diagnóstico cuanto antes y se pueda iniciar un tratamiento lo más precozmente posible, porque el tratamiento adecuado de las crisis y el tratamiento preventivo pueden prevenir la evolución hacia una forma crónica, que es precisamente lo que queremos evitar.
No necesariamente si yo tengo migrañas, mis hijos la van a tener, pero la probabilidad de que si el padre o la madre tiene migrañas sus hijos la tengan es de alrededor del 50%. Y si los dos tienen migraña es mayor, llega incluso hasta el 70%
Pese a todo, la migraña sigue siendo un problema de salud infradiagnosticado e, incluso, infravalorado y rodeado de cierto estigma, ¿por qué piensa que es así?
El problema es que como todo el mundo tiene la experiencia de tener dolor de cabeza de forma ocasional asume que todos los que tienen migraña tienen ese mismo dolor de cabeza. Piensan 'si yo tengo un dolor de cabeza cuando estoy más cansado o en algunas circunstancias especiales y soy capaz de controlármelo, ¿por qué esta persona que tiene migrañas no es capaz de hacer lo mismo? Que se tome una medicación y que se la controle'.
Hay que tener en cuenta que el dolor de cabeza más frecuente en la población es la denominada cefalea tensional, que suele ser un dolor leve, no incapacitante, que responde mejor a los analgésicos. Mientras, la migraña es un dolor de intensidad muy grave, que obliga a la persona a meterse en la cama porque tiene una gran hipersensibilidad a la luz y al ruido y porque además el dolor empeora con la actividad física. La migraña obliga a la persona a aislarse y a tener que acostarse, y es más difícil de controlar con medicación. Ambas situaciones no son comparables.
De hecho, una de las cosas que a los pacientes con migraña de alguna forma les resulta más molesta al hablar de su enfermedad en público es que todo el mundo le dice 'pues yo también tengo dolor de cabeza de vez en cuando y no falto al trabajo' o ‘yo me tomo esto y ya me controlo', o '¿por qué no te tomas esta medicación?’. Cuando ellos son los primeros que, lógicamente, quieren trabajar con normalidad, y ya están tomando medicación para el dolor. Sobre todo quieren no tener dolor.
Este es uno de los problemas del estigma de la enfermedad, que precisamente se banaliza la enfermedad y se le quita importancia, como si fuese una cuestión menor, o incluso peor todavía, que la persona con migraña o bien no es capaz de controlar el estrés o bien tiene malos hábitos de vida y por eso tiene dolores de cabeza. Y muchas veces la migraña no depende únicamente de eso. Es decir, aun haciendo todos estos cambios de estilo de vida, en cuanto a llevar una alimentación sana, hacer ejercicio físico, llevar unos horarios regulares... a pesar de eso, por desgracia, muchos pacientes continúan teniendo migrañas muy frecuentes.
Hay que tener en cuenta que el dolor de cabeza más frecuente en la población es la denominada cefalea tensional, que suele ser un dolor leve, no incapacitante, que responde mejor a los analgésicos.
A pesar de todo, ¿ve el futuro con esperanza, piensa que hay cada vez más opciones de tratamiento y de abordaje de la migraña y que se conseguirá mejorar la calidad de vida de estos pacientes?
Yo estoy convencido que sí. En los últimos cinco o seis años hemos vivido, como decía al principio, un gran cambio en el manejo de la migraña, con nuevos tratamientos. Ahora mismo está en desarrollo un nuevo grupo de fármacos que pueden también resultar eficaces para la migraña. Es decir, que el horizonte que tienen las personas con migraña, a día de hoy, no tiene nada que ver con el que tenían las personas con migraña hace 15 o 20 años.
Hemos mejorado de forma sustancial, tenemos nuevos fármacos, tenemos herramientas más sencillas para poder llegar al diagnóstico y ayudar a que el médico de Atención Primaria, que es el primero que va a atender a muchos de los pacientes con migraña, pueda diagnosticar estos pacientes lo antes posible.
Pienso que tenemos un panorama delante de nosotros muy esperanzador en cuanto a nuevos fármacos y nuevas oportunidades. Por desgracia, no todo el mundo responde a estas nuevas terapias, a las terapias anti-CGRP, y necesitamos otros tratamientos. Ya están en marcha ensayos clínicos con otro tipo de dianas de tratamiento y tenemos resultados preliminares muy buenos.
Tenemos un horizonte muy prometedor. La migraña se ha convertido en un área de estudio tremendamente interesante para los neurólogos.