Viajó, pues, a nuestro país. A su llegada al teatro Campoamor se olvidó del protocolario saludo a doña Sofía y a su hijo. Pero lejos de amilanarse, subió posteriormente al escenario, recogió el diploma de manos del futuro rey y pronunció el pertinente discurso en el que reconoció no ser merecedor de tal galardón