Tras 24 años en la élite del tenis, Fernando Verdasco colgó la raqueta en febrero de 2025 en Doha, escenario de una emotiva despedida junto a Novak Djokovic. Desde entonces, el madrileño disfruta de una nueva etapa lejos de la competición, volcado en su familia y en la vida tranquila que lleva en la capital catarí junto a Ana Boyer y sus tres hijos: Miguel, de seis años; Mateo, de cuatro; y Martín, de año y Martin, nacido en abril del año pasado.
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Mientras celebra su noveno aniversario de boda, se ilusiona con la próxima llegada del cuarto hijo de Enrique Iglesias y aguarda con expectación la publicación de las memorias de su suegra, Isabel Preysler, el extenista combina proyectos familiares y profesionales. Ahora, se estrena como embajador de las Iconic Sneakers de Silbon, una colaboración que une estilo y espíritu deportivo: “Cuando me presentaron la idea de crear una colección inspirada en el tenis, enseguida me entusiasmó. Siempre me han apasionado las zapatillas, así que no quise limitarme a poner mi imagen, sino que me impliqué en todo el proceso creativo”, nos confiesa.
Más allá del deporte, ¿qué importancia tiene para ti el calzado en tu día a día?
Muchísima. A todos nos gusta vestirnos con ropa cómoda y bonita, pero para mí lo esencial siempre ha sido el calzado. Como deportista, siempre ha sido algo fundamental. Tengo zapatillas para todo: para jugar al tenis, para correr, para hacer pesas… Es muy importante elegir bien, porque un mal calzado puede generar lesiones. Además, soy un auténtico apasionado de las zapatillas desde pequeño. Siempre me fijaba en las que llevaban mis ídolos y le pedía a mis padres las de tal o cual jugador. Me fascinan el diseño, los colores, las formas… todo.
Te has retirado hace casi un año de las pistas, ¿cómo te sientes?
Muy bien, la verdad. Aunque tuve que pasar por varias etapas. Durante la pandemia, tuve un parón largo, además de la mala suerte de contagiarme de COVID justo antes del US Open, lo que cortó una racha de más de sesenta Grand Slam seguidos. Luego vino el falso positivo en Roland Garros, después la operación de rodilla y dos operaciones de codo. Intenté volver y llegué a estar cerca de los cien mejores otra vez, pero las lesiones me fueron frenando.
En 2023, antes de jugar en Sevilla, volví a lesionarme el tendón de la rodilla y, aunque jugué, no podía ni andar. Ahí decidí parar. Mi idea era retirarme en Madrid o en Barcelona, pero no me dieron invitación en ninguno de los dos torneos, algo que me dolió mucho después de tantos años representando a mi país. Finalmente, hablando con Novak Djokovic en Doha, donde vivo desde hace diez años, me propuso jugar juntos el torneo y hacer allí mi despedida. Fue muy especial. Me trataron de forma excelente y tuve una retirada preciosa.
Después de tantos años viajando, ¿qué significa para ti pasar más tiempo en casa?
Muchísimo. En Doha llevamos una vida muy tranquila. Es una ciudad muy segura y los niños están felices en el colegio y con sus clases de fútbol y tenis. A pesar de los conflictos que ha habido en la región, se vive con una enorme calma y puedes salir a la calle sin preocuparte por nada. Además, es un lugar con restaurantes y hoteles impresionantes, menos tráfico que en las grandes capitales y con la playa literalmente debajo de casa. Es como vivir de vacaciones todo el año.
¿Cómo es tu rutina diaria?
Tengo mi propio “entrenamiento” con tres hijos (ríe). Por la mañana, los dejamos en el colegio y, después, hago deporte: tenis, gimnasio, pádel con amigos. Más tarde los recogemos, comemos juntos y pasamos la tarde entre deberes, actividades y meriendas. Se acuestan pronto, porque el colegio empieza muy temprano, y así logramos mantener una vida ordenada, tranquila y feliz.
¿Qué te ilusiona ahora al levantarte cada mañana?
Mis hijos. Son mi gran ilusión. Me hace feliz llevarlos al colegio, recogerlos y pasar el día con ellos. Entre las ocho y la una aprovecho para entrenar, jugar al pádel o hacer mis cosas, y el resto del día lo dedico a ellos. Además, estoy implicado en varios proyectos en Doha para crear academias deportivas, especialmente de tenis y pádel, con programas sólidos y entrenadores cualificados. Me gustaría contribuir a que, dentro de unos años, puedan salir de allí nuevos deportistas formados con una buena base. Es algo que me motiva mucho.
¿Alguno de tus hijos muestra inclinación por el tenis?
Miguel, el mayor, lo adora. Desde muy pequeño me acompañaba a los torneos y ha crecido con una raqueta en la mano, aunque últimamente también le apasiona el fútbol. Sus amigos del colegio son más futboleros, así que está dividido entre los dos deportes.
Es muy activo, siempre está en movimiento, pero no pienso obligarle a nada. Si él o sus hermanos quieren ser deportistas, perfecto; y si no, también. Es una vida muy sacrificada y tiene que salir de ellos mismos.
"Ahora mismo mi ilusión son mis hijos, con los que tengo un 'entrenamiento' intenso", afirma el extenista
La familia crece con la próxima llegada del cuarto hijo de Enrique Iglesias. ¿Cómo recibisteis la noticia?
Con mucha alegría. Estuvimos con él en verano y, cuando nos lo contó, nos hizo muchísima ilusión. Siempre es bonito que la familia crezca y que nuestros hijos tengan más primos. Cada vez que nos reunimos se lo pasan en grande.
Otra celebración que viene es la de tu noveno aniversario de boda, ¿cómo describirías estos años al lado de Ana?
Ana es una mujer excelente, una compañera de vida increíble. Me ha ayudado muchísimo desde el principio. Ahora, además de mi mujer, es la madre de mis hijos y lo hace de una manera extraordinaria. Llevamos muchos años prácticamente juntos las veinticuatro horas. Desde 2016 empezó a viajar conmigo a todos los torneos y nuestra convivencia siempre ha sido muy fácil. Como todas las parejas, tenemos nuestras diferencias, pero compartimos gustos, aficiones y forma de ver la vida. Eso hace todo mucho más sencillo.
¿Te queda la espinita de tener una niña?
Estamos felices, pero no cerramos la puerta del todo. Todos nuestros amigos nos dicen: “tenéis que ir a por la niña”. La verdad es que, si pudiéramos elegir, nos encantaría. Pero también somos conscientes de que con tres estamos muy bien. Veremos qué pasa.
Tu suegra, Isabel Preysler, acaba de terminar sus memorias. ¿Has tenido ocasión de leerlas?
Todavía no, porque las terminó hace poco. Este verano la veía noches enteras trabajando en el libro. Ha sido un esfuerzo enorme por su parte. Le ha puesto muchísima ilusión y dedicación. Le deseo todo lo mejor, porque sé lo especial que es para ella. Ya he hecho la preventa de mi copia —no he querido que me la regale— y estoy deseando tenerla. Estoy seguro de que le irá fenomenal.
¿Qué es lo que más admiras de ella, a nivel personal y familiar?
Es una mujer impresionante y tiene una luz especial: allá donde va, brilla. Además, como madre y abuela es increíble. Ver cómo trata a mis hijos y a todos sus nietos es enternecedor. Siempre lo he dicho: es una mujer diez. Todo lo que ha conseguido y la imagen tan buena que tiene es fruto de su esfuerzo, su elegancia y su corazón.