Paty Sánchez-Flores y Javier Millet comenzaron su historia de amor, hace siete años y medio, en la costa de Alicante. Por ello, a pesar de haber nacido los dos en Valencia, la hija del exfutbolista Quique Sánchez Flores y nieta de la artista Carmen Flores —hermana de Lola Flores— siempre tuvo claro que allí celebraría su soñada boda con este abogado deportivo, como así hicieron el sábado 28 de junio, en Jávea, con un marcado sabor flamenco.
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A las cuatro de la tarde, cuando los termómetros registraban unos sofocantes 31 grados, nos reunimos con Paty en el Parador de la localidad alicantina. "Estoy nerviosísima. No he dormido nada en toda la noche", nos confesaba nada más recibirnos, para después contarnos cómo había ido la preboda que había organizado la noche anterior, en Denia, para sus invitados más jóvenes. Sin embargo, su aspecto no mostraba ni un ápice de cansancio, sino que, mientras la preparaba Mónica, de la peluquería de Santa Bárbara, irradiaba felicidad e ilusión.
Junto a ella se encontraba su madre, Patricia Casanova —vestida de Marta de Diego y con joyas de Vicente Gracia—, que fue la encargada de custodiar el vestido de novia y de estar pendiente de que todo fuera bien. "Es la primera de mis hijos que se casa y la única niña que tengo", nos contaba la madre, emocionada, a la vez que recordaba su boda con Quique Sánchez Flores, hace 30 años.
"Mi tía Rosario y sus hijos no han podido venir por trabajo. Igual que Alba Flores", nos explica la novia
"Nos llovió una barbaridad… Iba a casarme en junio, pero tuvimos que retrasar la fecha por lo de Lola y Antonio —se refiere al fallecimiento de Lola Flores, en mayo, y de su hijo, Antonio, dos semanas después—. Al final, nos casamos en septiembre y diluvió". Tanto ella como su hija se habían preparado la piel con Sesderma.
Blanca y radiante
En ese preciso instante, Paty decidió vestirse de novia: un diseño de corte trapecio y escote media luna, realizado todo en capas de organza triple de seda. Un sofisticado traje que combinó con zapatos de Lola Cruz y un fular al cuello con caída a su espalda descubierta, en lugar del tradicional velo.
"Qué guapa estás. ¡Si es que te he parido muy bien!", le dijo su madre. Ademas de llevar unos pendientes de Mumit, Paty escogió una joya muy especial para ella: "Es la pulsera que le regalaron a su abuela Mercedes —la materna— en su pedida y es la que han llevado todas sus primas cuando se han casado", nos explicaba su madre. Paty completó su look nupcial con un precioso ramo de kalias, del que colgaba una medalla de la virgen de Medjugorje.
Quique Sánchez Flores irradiaba felicidad al casar a la primera de sus cuatro hijos, que tiene 26 años
No tardó en aparecer Quique Sánchez Flores, ya en chaqué. El que fuera jugador del Real Madrid a medios de los 90 no podía ocultar su orgullo como padre. ¡HOLA! le comentó la expectación que ya había en Jávea en esos momentos, pero, siguiendo con la discreción que le caracteriza, no le quiso dar importancia. "Con la boda de Lolita ya tuve bastante", recordaba entre risas, antes de contar anécdotas sobre aquel 25 de agosto de 1983, en el que el pueblo marbellí se agolpó en la iglesia. "Un hombre quería colarse diciendo que quería confesarse", añade del enlace de su prima, donde Lola pronunció el ya mítico "si me queréis algo, “irse”.
Pasadas las 17 horas, Paty se quedó únicamente con su padre, mientras el resto de su familia se dirigía hacía la iglesia de San Bartolomé, donde se celebró la ceremonia religiosa. El lugar elegido no podía ser más idílico: una iglesia construida entre los siglos XIV y XVI y de estilo gótico isabelino. El pueblo de Jávea se acercaba a las puertas del templo para vivir este acontecimiento social.
Por su parte, Javier Millet, el novio, recibía a sus familiares y amigos en la entrada. "Estoy muy muy nervioso", nos confesaba. Entre los 350 invitados, se encontraban Alejandra Rubio y Carlo Costanzia, que fueron de los primeros en entrar a la iglesia.
Por su parte, Lolita y Elena Furiase permanecieron fuera junto a la abuela de la novia, quien lucía tacones y un vestido corto que dejaba a la luz las estupendas piernas que tiene a sus 89 años —los cumple en agosto—. Al lado, su hija Paloma Sánchez Flores y su nieta Patricia Moreno Sánchez, quien ya le ha convertido en bisabuela.
Lágrimas en el altar
A las seis de la tarde, Javier se dirigió hacia el altar del brazo de su madre, María Ripoll, con joyas de Jesús Rubio Blasco. Lo hizo con lágrimas en los ojos, mientras que el grupo Favola Per Musica interpretaba de Zadok the Priest, composición del alemán Händel, que se ha convertido en el himno de la Champions League. El padre del novio, el también abogado Javier Millet, llevaba un chaqué de Alfredo Esteve.
Poco después, entraban los testigos, entre los que se hallaban Elena Furiase y otros primos de la novia, quienes recibieron obsequios de 5 Estrellas de Mar. Pasados justo trece minutos de las seis de la tarde, comenzó a sonar la melodía de Love Story, de Taylor Swift.
Así llegaba Paty junto a su padre, en un coche de época, un Bentley T1, de finales de los 60. Acompañada de su cortejo —los pajes y damitas llevaban trajes de Deda And Baby y coronas de Charo López Atelier—, Paty comenzaba su entrada nupcial y, al cruzar su mirada con la de Javier, los dos rompían a llorar.
En primera fila estaban sentadas Lolita y Carmen Flores con los tres hermanos de la novia, mientras seguían la homilía oficiada por el padre Santiago Piñeiro. Durante toda la ceremonia religiosa, Paty y Javier protagonizaron momentos llenos de ternura y complicidad, como cuando se intercambiaron las alianzas, minutos antes de las siete de la tarde.
Tras jurarse amor eterno, sonó la melodía de We Are The World, que Michael Jackson compuso junto con Lionel Richie, en 1985, que dio por finalizada la ceremonia.
"Alejandra Rubio y yo nos conocimos a través de un amigo en común y nos hicimos íntimas"
A continuación, Paty y Javier continuaron la celebración en Casa de Santonja, una preciosa masía del siglo XIX próxima a Denia. Allí, Cocotte Catering sirvió un cóctel compuesto por jamón 5 jotas de Bodegas Osborne, taquitos de salmón al ponzu, tostas de steak tartar, brochetas de pulpo a feria, ceviche de corvina y mango, brioche de pato con chutney de mango…
Mientras, hablamos con Carmen Flores, quien no podía mostrarse más orgullosa. "Siento mucha alegría. Y todavía más por haberlo podido estar presente", nos confesó.
—Como dice tu nieta Paty, estás como una flor.
—Me mantengo, pero ya son muchos años, que cumplo 89 en agosto. Me encuentro más cansada, lógicamente, pero estoy bien. Gracias a Dios, me conservo bien, como bien y duermo bien, que es lo importante.
—La familia no para de crecer.
—Ya tengo once nietos y seis bisnietos. Estoy encantada.
La celebración no tardó en animarse en cuanto comenzó la actuación de Raya Real, que fue regalo del padre de Paty. El grupo puso el toque de flamenco y de rumba catalana, con temas como Bamboleo, de Gypsy Kings, o algunos éxitos de Peret, aunque también interpretó versiones de Corazón partío, de Alejandro Sanz; La bicicleta, de Shakira y Carlos Vives, o La gozadera, de Gente de Zona y Marc Anthony. Fue entonces cuando Paty se arrancó a bailar con su tía Lolita, con la que protagonizó uno de los momentazos de la fiesta.
Cerca de las diez de la noche, tanto los recién casados como los invitados tomaron asiento en sus mesas, que tenían nombres de lo más futboleros, como Javier —que en la preboda llevó un traje de Scalpers— y su ya suegro. Por ejemplo, la presidencial fue rebautizada como UEFA. Por su parte, la mesa que ocupó la familia Flores —la más grande de todas— se llamaba Associazione Calcio Milan, mientras que la de Alejandra Rubio y Carlo Costanzia era la Paris Saint-Germain. La cena estaba compuesta por vieiras sobre lecho de patatas y suquet de marisco, de primero, y pularda trufada con cebollitas perla y migas del pastor, de segundo. De postre, cheesecake de toffee de caramelo o sorpresa de chocolate y avellana.
El arte de los Flores
Finalizada la cena, los primos de Paty la rodearon para cantarle Qué guapa va la novia. Siguieron con Sarandonga, de Lolita; Ay, chamba, chamba, y Ali Ali Ohh, de Costa Sur. Y terminaron este espontáneo momento cogiendo a la hija de Quique Sánchez Flores para mantearla. Seguidamente, todos ellos se agarraron de las manos en círculo para cantar No dudaría, de Antonio Flores. De esta forma, rindieron un precioso homenaje a los miembros de la familia que ya no estaban con ellos, algo que les tocó especialmente a Lolita y su primo Quique Sánchez Flores.
Igual de emotivo fue el baile nupcial. El primero después de pasar por el altar se lo concedió Paty a su padre, con la canción Something, de Shirley Bassey. Luego, ya bailó Javier una versión bachata, y en spanglish, del clásico Be My Baby, de The Ronettes, pero interpretada por Leslie Grace.
A esta hora de la noche. Paty aprovechó la ocasión para cambiarse y lucir su segundo vestido de novia: un diseño con escote halter, que dejaba los hombros al descubierto, y con pasamanería en cuello y cintura. Ahí, la novia se soltó la melena, en sentido real y figurado, porque se deshizo el recogido y estuvo bailando hasta finalizar la noche, que también estuvo animada por el equipo de Santa Fiesta. Hasta hubo stand de puros de Puro Humo. Todo salió a la perfección gracias al trabajo de Lorena Olivier, de Araventum.
Con Paty al teléfono tras la boda
A la mañana siguiente, hablamos con la recién casada, quien se sentía la mujer más afortunada del mundo.
—Te queda energía y voz, con lo que cantaste y bailaste...
—Total, total. Me lo pasé tan bien… Estuvimos hasta las 05:30.
—¿Qué sentiste nada más verte vestida de novia?
—Ahí fui consciente de que me iba a casar. El vestido fue tal cual yo me había imaginado.
—¿Cuál ha sido momento más emocionante de toda la boda?
—Cuando entré en la iglesia con mi padre. Estuve supernerviosa durante todo el día. Pero, cuando me quedé sola en la habitación del hotel con mi padre, me sentí superrelajada. Al entrar en la iglesia, iba tan tranquila de su mano…
—Pero, cuando viste a Javier, os pusisteis a llorar los dos.
—Sí. Fue superdramático (ríe). Siempre que le veo llorar, acabamos los dos a moco tendido (ríe).
—¿Qué fue lo más divertido?
—El cóctel con el grupo flamenco.
—Ahí bailaste con tu tía Lolita. Menudo momentazo.
—Sí, fue muy guay, la verdad. Estuvo superdivertido.
—Otro de los momentos más memorables fue cuando cantaste No dudaría, de Antonio Flores, con tus primos.
—Fue espectacular. Ya os dije que las personas que no están con nosotros iban a estar muy presentes. Fue muy especial para toda la familia.
—¿De quién fue la idea de cantarla?
—Creo que de Javi, y él se lo propuso a mis primas.
—Hablando de los Flores, tu abuela Carmen aguantó como una campeona.
—Hasta las tres o por ahí, ¡y con tacones! Está estupenda y eso que tiene casi 90 años.
—¿Qué supone haber contado con Lolita y tu prima Elena Furiase en tu boda?
—Una alegría. Es un orgullo para mí ver cómo se mantiene la familia unida. Mi padre y mi tía se quieren tantísimo…
—Hemos echado de menos a Rosario y a sus dos hijos.
—Mi tía, que está de gira, me dijo que tenía un concierto y no podía venir. También hablé con Pedro Antonio, su hijo, y me dijo lo mismo, que está en la banda de su madre. Pero no pasa absolutamente nada.
—¿Y Alba Flores? ¿También trabajaba?
—Igual. No podía por trabajo.
"Las mesas llevaban nombres de temática futbolera. No solo por el padre de la novia, que fue jugador del Real Madrid en los 90 y antiguo entrenador, sino también por Javier, que es abogado deportivo y un apasionado del balón"
—¿Dónde vais a vivir a partir de ahora?
—Hasta ahora, no hemos vivido juntos. En todo momento, decidimos no vivir juntos hasta que no nos casáramos. Y eso que hemos hecho casi ocho años juntos casi a distancia: Javi ha vivido en Valencia, Barcelona, Portugal… Siempre hemos estado a distancia.
—¿Dónde vais a vivir ahora?
—Nos quedaremos en Valencia hasta septiembre, que es cuando nos vamos de luna de miel. Ya es verano y nos apetece aprovechar nuestro primero de casados. En septiembre, nos iremos los dos solitos, que habrá menos gente.
Paty y sus primos cantaron juntos No dudaría, de Antonio Flores, en homenaje al desaparecido artista y a su madre, Lola Flores, quienes fallecieron hace justo 30 años
—¿A dónde iréis de viaje?
—Recorreremos toda Italia. A la vuelta, en octubre, iremos a Madrid.
—¿Y formar una familia?
—Sinceramente, no nos lo planteamos en estos momentos. Pero las cosas tienen que llegar a su tiempo. Si llegase, nos daría igual. Y si no, pues también felices de seguir con nuestras vidas.
—A lo mejor, contribuyes a seguir con la saga de artistas.
—Ojalá. Mi madre siempre me dice que, como ninguno de mis hermanos ha sido futbolista, que igual salta de generación y me toca a mí. Ojalá.
"Como es nuestro primer verano de casados, queremos aprovecharlo, así que vamos a irnos de luna de miel en septiembre y recorreremos toda Italia"
—Claro, que tu padre y tu abuelo paterno —Isidro Sánchez, jugador del Real Madrid en los 60— fueron futbolistas. ¿Y tú qué prefieres que sea alguno de tus futuros hijos?
—Me haría más ilusión si tengo un hijo futbolista, pero me moriría si tuviese una niña que me cantara y me bailara. O un niño, me da igual. Me muero.