Ambos llevan años forjando unas carreras muy consistentes en la televisión y en la gran pantalla. La vida les ha hecho conocer de cerca lo que implican las luces y las sombras de la fama. Ya nada les asusta ni les pilla desprevenidos. Si a Maggie Civantos la hemos podido ver en series tan populares como Vis a vis o Las chicas del cable, William Levy, también conocido como el Brad Pitt latino, ha cosechado grandes éxitos con sus papeles de galán en telenovelas como Café con aroma de mujer o La tempestad.
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Ahora, por exigencias de guion, ambos actores se han enamorado frente a las cámaras, y de su amor de ficción saltan chispas. Los protagonistas de Bajo un volcán, que se estrena el 20 de junio, nos hablan de la fama, el amor, sus familias y de todo aquello que les da fuerza para seguir al pie del cañón… o del volcán.
—Cada vez te vemos más en España, William.
—Yo, encantado.
—Quizá te veremos aquí pasando más temporadas largas.
—¡Eso quisiera! Te diría que lo único que me mantiene lejos de pasar más tiempo aquí son mis hijos. Me siento como en casa, me lo paso muy bien, me encanta la energía, la comida, todo en general. Me siento muy feliz aquí. Y a nivel laboral, últimamente todo lo estoy haciendo aquí. Aunque te cuento que no trabajo de enero a junio.
—¿Y cómo es que no trabajas de enero a junio?
—Hace unos cinco o seis años decidí hacerlo así para estar con mis hijos. De enero a junio soy papá a tiempo completo. Hubo un tiempo en el que sentía que, por el trabajo, no estaba disfrutándolos al máximo. Pensé: "Van a crecer rápido, se van a ir. Voy a arrepentirme de no estar con ellos, quiero estar a su lado".
—¿Cuántos años tienen tus hijos ya?
—El niño tiene 19, cumplidos en marzo, y la niña, 15. Ni lo quiero decir porque piensas: "¿Cómo? ¿Ya estamos aquí?". El tiempo pasa volando. ¡Ellos son los que te hacen mayor! —Ríe—.
—¿Alguno de los dos crees que seguirá tus pasos?
—La niña quiere. Yo estaba esperando a que cumpliera 15 años y ya los tiene, así que estamos viendo un proyecto aquí, en España, donde ella hará de mi hija en una película, pero no puedo adelantar nada más. Va a ser muy bonito.
"Me he sentido bajo un volcán muchas veces, pero lo interesante es superarlo. Solemos tener mucha prisa por llegar a los sitios, cuando la verdadera aventura no es estar bajo el volcán, sino cómo lo superas"
—Se estrena ahora Bajo un volcán, ¿sientes nervios cuando llega este momento, cada vez que la gente ve uno de tus trabajos?
—Uno se acostumbra. Pero no son nervios, es emoción. Me emociona mucho ver el proyecto terminado y presentárselo a la gente, porque, en definitiva, es para ellos. Me trae recuerdos, además, de todas las semanas de trabajo con el equipo técnico, con los actores, en Tenerife. Hay mucho trabajo ahí.
—Al rodar en Tenerife... ¿De alguna manera recordaste tu infancia en Cuba?
—Sí, me recuerda mucho la gente. Bueno, no solo Tenerife, toda España me recuerda mucho a Cuba: la alegría de la gente… Aquí se trabaja para vivir, en Estados Unidos uno vive para trabajar. Da igual que sea lunes o miércoles, le dices a alguien si vamos a tomar algo o cenar, y vamos; allí nadie quiere. Y eso me encanta. Soy una persona que me mantengo muy positivo en todo lo que pueda hacer. Venir de donde vengo me enseñó a ser así.
—Siempre tienes presentes tus orígenes, ¿qué te hace mantener los pies en el suelo?
—Sí, es que hago esto porque me gusta. Cuando era chiquito, mi abuelo me decía: "Haz lo que amas y nunca irás a trabajar", y tengo la fortuna de poder hacer algo que amo. Eso no significa que sea diferente a los demás o que la actuación o la fama vengan con actitudes, ¿no? Para mí esto no es mi vida, es mi carrera. Yo la amo, pero no es quién soy. Yo soy William, el que vino de Cuba, una persona que no ha cambiado, siempre he sido el mismo. Es más, yo no vivo la fama, trato de mantener eso lejos de mi hogar, de mis hijos, de mis amistades. Yo vivo una vida como todo el mundo; es cierto que se complican algunas cosas más, pero trato de llevar una vida normal.
—Pero, tú no puedes salir a la calle con normalidad…
—(Ríe). Trato de hacerlo, y sí lo consigo. No puedo dejar de hacerlo, porque, si no, siento que me estoy perdiendo. No podría terminar como muchos terminan, metidos en un círculo vicioso de no salir, que nadie me vea. La fama viene con responsabilidades, así que hay que asumirla con mucha responsabilidad y usarla para hacer bien, aportar y ayudar.
—La fama es difícil…
—Es muy difícil. Pasas momentos personales que son muy difíciles y tienes que ir a grabar y tienes que sonreír y seguir haciendo lo que tienes que hacer, como todo el mundo. Es difícil, pero bueno, hay que ver la parte positiva a todo.
"Al principio de mi carrera, la fama sí me afectó. Sobre todo, cuando trabajé en Vis a vis. Me costó encajar lo que estaba pasando. Más adelante, sí he sabido llevarla con bastante naturalidad"
—¿Alguna vez te has sentido bajo un volcán, con la sensación de que todo se tambalea en tu vida?
—Sí, pasa muy a menudo. El hecho es que hay que reaccionar… ¿Cómo reaccionas ante un volcán? —Ríe—. Con tranquilidad, con paciencia, con inteligencia. Pero claro que sí, la vida es como el latido de un corazón, sube y baja. De repente estás arriba y al minuto estás abajo, un día todo es felicidad y al otro viene la tormenta. Por eso digo que hay que intentar ver la parte positiva de todo. Uno no puedo quejarse y regodearse en lo malo, sino pararse y pensar: "¿Qué tengo que aprender yo de aquí?". A mí esto me ha facilitado mucho afrontar esos momentos que son volcánicos —ríe—.
Uno de esos "momentos volcánicos" lo vivió William Levy hace unos meses, cuando fue arrestado en Miami y tuvo que pasar una noche en el calabozo. El actor lo explica con toda normalidad y mucho sentido del humor: "No fue nada grave, como se ha especulado. Pensaba que en cualquier momento saldría la cámara escondida". "Me llevaron simplemente, pero no pasa nada, es una experiencia más en la vida".
Me encantan los retos
William tiene varios tatuajes que dibujan su cuerpo. Nos llama la atención la frase escrita en el interior de su antebrazo derecho: "Es Isaías 41:10: 'No temas, que estoy contigo. No desmayes, que yo soy tu Dios, que te protegeré, te fortaleceré y te ayudaré con mi diestra poderosa'”, nos explica.
—¿Has cumplido los sueños con los que llegaste a Estados Unidos con ganas de comerte el mundo o han sido cosas que han ido surgiendo paso a paso?
—Siento que todo ha ido surgiendo en el momento en el que Dios quiere que sea, pero ha pasado cuando yo estaba listo para aceptarlo. Creo que la vida es prepararte para lo que tú quieres y, cuando lo estés, te va a llegar si te centras en eso, eres disciplinado en lo que quieres lograr, te pones tus metas y te preparas… Yo, poco a poco, he alcanzado muchas cosas que me he propuesto y no por ser grande, sino por ponerme retos personales.
—¿Te gustan los retos?
—Me encantan. Si no tengo un reto, siento que no estoy haciendo nada. Necesito tener un reto para poder enfocarme en algo y casi todos los días me pongo uno diferente —ríe—.
—¿Y te consideras un hombre aventurero también?
—Sí. Muy aventurero. A ver… —Ríe—.
—Me refería tipo Indiana Jones, no a aventuras amorosas en este caso…
—(Risas). Sí, soy un hombre muy espontáneo y esto te lleva a la aventura. No soy de hacer planes, porque siento que, si los hago, me estoy limitando a lo que pueda pasar.
—¿Te dejas entonces llevar más por la pasión y el corazón?
—Y por la intuición.
—¿También en el amor eres así?
—También, sí. No soy de los que piensan en qué es lo correcto o no. Lo correcto siempre es lo que te hace feliz, sin dañar a la gente. Cuando uno ama, todo el mundo cambia, las canciones se escuchan diferente, el día se ve diferente. Suena cursi, pero es verdad, y ¡cómo te vas a limitar a sentir eso! Yo no me limito a sentir eso. En este momento estoy solo, estoy soltero desde hace un año y medio. Pero estoy abierto al amor, y cuando venga, vendrá y lo voy a recibir muy bien.
"Me certifiqué como 'coach' espiritual, pero aún me siento algo intrusa en este campo. Estoy en el proceso de instruirme, porque el asunto es aprender a ser protagonista de tu propia vida"
—¿Cuál crees que ha sido el punto de inflexión en tu carrera?
—En España, Café con aroma de mujer. En mi carrera como tal… siento que hay un antes y un después de hacer cine americano. Cuando eres parte de producciones como esas aprendes mucho. Lo que yo recibí como experiencia cuando trabajé ahí fue muy grande.
—¿Era algo natural en tu carrera que pasaras al otro lado, a ser productor también?
—Es como una combinación de todo, un conjunto de cosas lo que te lleva a querer producir. Cuidar tu proyecto y tu carrera, poder opinar sobre lo que estás haciendo y dar tu punto de vista. Me gusta mucho tener la libertad de poder crear y, a veces, cuando no era parte de la producción, no podía opinar. Quiero tener la libertad de no solo crear un personaje, sino crear un proyecto y cuidarlo. Ser parte de eso te da mucha satisfacción, ver lo que hicimos y saber que fuiste parte de todo.
"Me ha sorprendido"
—Maggie, ¿qué te convenció para aceptar tu papel en esta película?
—Los personajes estaban muy bien construidos. Dani, mi personaje, resonaba muy bien conmigo. Su personalidad me parecía muy divertida y aportaba frescura a la película.
—¿Cómo ha sido coincidir con William Levy en el set?
—Me sorprendió, porque no lo conocía, pero conocía su trabajo y siempre me había parecido que tenía una apariencia mucho más seria de lo que es en realidad. Es muy divertido a la hora de trabajar, porque se entusiasma. Me pareció que es muy inspirador su entusiasmo a la hora de trabajar y de mirar al mundo.
—¿Alguna vez, en tu vida cotidiana, te has sentido bajo el volcán?
—Muchas veces, pero lo interesante es superarlo. Solemos tener mucha prisa por llegar a los sitios, cuando la verdadera aventura no es estar bajo el volcán, sino cómo lo superas.
—Se nota que eres alguien muy espiritual.
—Me certifiqué como coach espiritual, pero aún me siento algo intrusa en este campo. Estoy en el proceso de instruirme, porque el asunto es aprender a ser protagonista de tu propia vida.
—Algo que parece más necesario que nunca, ahora que la tecnología lo invade todo.
—La tecnología es necesaria y no la podemos negar, pero, como todo, tiene un límite y una parte oscura. Y es ahí donde debemos empezar a reflexionar antes de que sea tarde.
"En este momento estoy solo, estoy soltero desde hace un año y medio. Pero estoy abierto al amor, y cuando venga, lo voy a recibir muy bien"
—Bajo un volcán tiene un trasfondo de amor. ¿Qué importancia tiene el amor para ti en la vida?
—El amor es todo, es mi motor. Hay que hacer las cosas con amabilidad y ternura, porque eso es amor también.
—Por amor romántico, ¿has hecho muchas locuras?
—¡Muchas! Pero ya voy aprendiendo con la edad.
—La experiencia y la madurez nos enseñan.
—También el dolor.
—En tu vida, ¿eres más pasional o racional?
—Últimamente, más racional, y doy gracias, aunque mi naturaleza es muy emocional.
Las sombras de la fama
—Maggie, ¿cómo te manejas con la fama?
—Al principio de mi carrera, sí me afectó. Sobre todo, cuando trabajé en Vis a vis. No me dio tiempo a digerir que era la protagonista de una serie prime time. Me costó encajar lo que estaba pasando. Me parecía un sueño, algo extrañísimo. Más adelante, sí he sabido llevar la fama con bastante naturalidad y sin pensar demasiado en ello. Aunque ahora lo veo como algo positivo, no deja de ser invasiva en ciertos momentos. No obstante, cuando la gente se acerca a ti con educación, recibes cariño. Todo depende de las circunstancias en las que estés.
"En la vida, un día todo es felicidad y al otro viene la tormenta" dice el actor, que toma con humor su reciente detención: "No fue nada grave"
—¿En algún momento perdiste la ilusión por tu carrera?
—Sí, pero la he vuelvo a recuperar. Y eso ha sido porque supe escucharme y posicionarme en dónde estaba yo como persona.
—No paras, porque acabas de dirigir tu primera película, El retorno de Júpiter.
—¡Exacto!
—¿Cómo ha sido la experiencia de estar detrás de las cámaras?
—¡Una locura! He sido una de las productoras, de las escritoras, de las actrices y la directora. Pero ha sido el proceso más especial de mi vida.
—Si tuvieras que elegir, ¿con qué faceta te quedas? ¿Con la de actriz?
—¡Qué buena pregunta! No, no puedo elegir ninguna. Prefiero ir sumando, incluyendo.
—¿Cómo eras de niña?
—Mi madre me dice que no he cambiado nada y era una niña inquieta, hiperactiva, imaginativa, cabezona y caprichosa.
—¿Y lo sigues siendo todo?
—En cuanto a caprichosa, he aprendido a gestionar la frustración, a fluir y a aceptar que las cosas a veces pasan porque tienen que ocurrir.
—¿Es verdad que te llamas Maggie por Falcon Crest?
—Sí, mi madre veía la serie y le encantaba el nombre.
—De cierta manera, el nombre te abocó a la televisión… ¿Cuándo surgieron tus ganas de ser actriz?
—De muy pequeña, me gustaba mucho escribir. Luego, empecé con la interpretación a los quince. Ya no era tan pequeña.
—¿Hay circunstancias que te hacen llorar?
—Yo soy muy llorona. Ver todo lo que está ocurriendo en el mundo, con las guerras, me hace llorar y no parar. Intento estar informada, pero se me hace muy doloroso.