© JI Viseras Belén Corsini y Carlos Fitz-James Stuart

Carlos Fitz-James y Belén Corsini tienen todo listo para su boda en Liria, un palacio con espíritus y un cementerio perruno

El 22 de mayo, el conde de Osorno y la heredera se darán el ‘sí, quiero’ en la residencia oficial del duque de Alba, una casa con fantasmas y mucha historia

Carlos Fitz-James Stuart y Belén Corsini ya tienen todo listo para su boda íntima en el Palacio de Liria, prevista para el 22 de mayo. Aunque la residencia oficial del duque de Alba cuenta con capilla propia, decorada con obras del pintor Josep María Sert, los novios han decidido que la ceremonia religiosa se celebre al aire libre, en los jardines de estilo francés realizados a comienzos del siglo XX por el famoso jardinero Forestier, el mismo que participó en el diseño del Campo de Marte de París y el Parque de María Luisa de Sevilla.

Los invitados que asistan a la boda del conde de Osorno y la heredera podrán disfrutar del bello espectáculo que ofrece el versallesco jardín de Liria en primavera: el estanque y su grupo escultórico del siglo XVIII, las estatuas de animales fantásticos dispersas por el terreno, los laberínticos parterres delineados por setos, y las vistas a la fachada trasera del edificio, una joya arquitectónica del neoclasicismo. Con suerte, algún invitado también podrá ver en una de las ventanas de la fachada norte la figura de una enigmática mujer vestida de blanco.

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Una huésped real

Cuenta la leyenda que en uno de los dormitorios que dan a los jardines todavía vive el espíritu de Eugenia de Montijo , que falleció en el palacio en 1920. Carlos Fitz-James Stuart, actual duque de Alba, está preparando para finales de mayo una exposición sobre el legado de la legendaria emperatriz de Francia, considerada la primera influencer de la historia , que murió a los 94 años en Liria mientras visitaba a su sobrino nieto, Jacobo Fitz-James Stuart.

“Siempre se ha dicho en mi familia que en Liria vive el fantasma de la emperatriz Eugenia”, nos revelaba Cayetano Martínez de Irujo hace unos meses. La mujer de Napoleón III era hermana de María Francisca, duquesa de Alba y tatarabuela del jinete. Cayetana de Alba nunca creyó esa historia, pero en sus Memorias reveló que el espectro de la emperatriz se le presentó en una ocasión a su segundo marido, Jesús Aguirre. “Son historias que me contaban cuando era pequeño, pero las contaban como si fueran ciertas”, nos decía Cayetano.

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Cuenta la leyenda que en uno de los dormitorios que dan a los jardines todavía vive el espíritu de Eugenia de Montijo.

Cementerio de animales

Ese no sería el único espíritu que se pasea por Liria. Muchos de los perros de los duques de Alba han sido enterrados en pequeños ataúdes de piedra, colocados en fila india en un panteón canino que está ubicado en una zona del jardín. La tumba de cada animal está tallada con el nombre, la fecha de defunción y una leyenda en la que se detalla algún aspecto de su carácter: Drin, el “guapetón-llorón”, o Jolly, “oli from de voley”. Allí descansa Flashito, un perrito faldero de raza shih tzu que escoltaba a Cayetana de Alba por todas partes. El animal, que murió en 2011, habría sido un regalo del Rey Juan Carlos. Eugenia Martínez de Irujo también enterró allí a su cerdito, Bacon. Los jardineros se ocupan de que todas las tumbas estén sin malas hierbas.

El jardín de Liria ha sido testigo de muchos momentos felices y tristes de la familia Alba. El capítulo más dramático ocurrió a finales de 1936, en medio de la Guerra Civil, cuando los aviones nazis de la Legión Cóndor bombardearon el palacio. Dieciocho bombas incendiarias cayeron el 17 de noviembre de 1936 sobre el edifico de Ventura Rodríguez. El ataque dejó la residencia reducida a un amasijo de escombros, pero los tesoros artísticos se salvaron del fuego. Se descolgaron las cortinas, los tapices y, junto a las alfombras, se sacó todo al jardín. Allí se trasladaron también los muebles, los libros, las porcelanas y la plata.

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Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, abuelo del actual duque de Alba, tardó algunos años en reagrupar toda la colección. Lo logró a través de diversas entregas, entre el verano de 1939 y los meses finales de 1944. Él y su hija, Doña Cayetana, invirtieron la fortuna familiar en la reconstrucción del palacio. El duque murió tres años antes de que concluyeran las obras de restauración, pero su hija continuó con los trabajos hasta dejar Liria tal como era antes del ataque de 1936. Ahora, gracias a ellos, los invitados a la boda de Carlos Fitz-James y Belén Corsini podrán disfrutar del gran espectáculo que sigue siendo Liria.


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