© Jesús Isnard Eugenia Silva

Al cumplir cuarenta y cinco años

Eugenia Silva: de ‘top model’ a empresaria de éxito y supermamá, con sus hijos, Alfonsito y Jerónimo

Nos recibe en su casa de Madrid, su remanso de paz, y hace balance de su vida y su carrera

“He conseguido, en estos cuarenta y cinco años, más cosas de las que nunca, a los dieciséis, hubiera podido imaginarme”, nos dice Eugenia Silva, que nos recibe en su casa dispuesta a bucear en sus recuerdos. Una suerte de balance de su carrera y su vida ahora que ha soplado las velas de sus —espléndidos— cuarenta y cinco años. Lo cierto es que no necesita presentaciones la top model madrileña que conquistó a Óscar de la Renta, ha posado para los mejores fotógrafos y ha copado dos centenares de portadas internacionales, llegando a lo más alto en el mundo de la moda. Una profesión que la llevó a vivir en Nueva York, con la que ha recorrido el planeta y que hoy sigue viviendo con pasión.

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Ahora disfruta de su universo también desde otras perspectivas, como empresaria y productora, mientas las firmas siguen confiando en ella como embajadora. Y todo ello coronado por su mayor éxito, sus hijos: Alfonso, de seis años, y Jerónimo, de tres, la familia de “hombretones” que ha formado con Alfonso de Borbón. Apasionada del arte, que intenta inculcar en sus niños, dice de sí misma que es exigente, pero también “disfrutona”, forma parte de la junta de amigos del Teatro Real y acaban de hacerla miembro del Queen Sofía Spanish Institute. “Todo un orgullo para mí”, asegura.

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Eugenia ha cumplido cuarenta y cinco años en plenitud, trabajando aún como ‘top model’, algo que nunca se imaginó a esta edad, en pleno éxito como empresaria y tras haber formado su preciosa familia junto a Alfonso de Borbón.

—Eugenia, ¿cómo te ves desde el balcón de los cuarenta y cinco?

—¡Estoy impresionada! Me veo con la misma ilusión y las mismas ganas de comerme el mundo que cuando tenía veinte, pero me impresiona la cifra. No lo hicieron los cuarenta y sí los cuarenta y cinco —ríe—. Todo el mundo me dice “estás estupenda”… Sí, pero ¡he cumplido cuarenta y cinco! Y, por otro lado, con todo lo que está pasando, están siendo unos meses difíciles y me está costando asimilar los cambios.

“Teniendo a mis hijos, soy la mujer más feliz del mundo. Me han completado de una manera muy bonita, me ayudan a ver la vida de otra forma y a tomarme las cosas en su justa medida”

—Quieres decir la pandemia y todo lo que conlleva, claro.

—Sí, efectivamente. Por ejemplo, he recorrido el mundo desde los dieciséis años e iba a Nueva York dos veces al mes, y ahora hace un año que no voy y no sé cuándo podré regresar, el ver menos a mis padres, no estar casi con los amigos… Todo ese tipo de cosas que nos está imponiendo ahora la situación y que suponen incluso más cambios que, a lo mejor, un embarazo, porque, en este, se trata de tu vida, tu casa y tu familia. Y te organizas. Pero todo esto se me va de las manos, yo soy muy organizada y me gusta tener todo bajo control, y esto me está costando. Es una nueva manera de vivir, nuevas normas, nuevas reglas y hay que adaptarse.

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Eugenia, en unas divertidas imágenes en su casa, con sus hijos: Alfonsito, de casi siete años, y Jerónimo, que cumplirá cuatro en junio. ‘Aunque a veces me quiero tirar de los pelos, pierdo la paciencia y no les entiendo. Ser madre es un aprendizaje constante, bonito pero agotador —ríe—’.

—¿Alguna vez en tu juventud te habías vislumbrado a esta edad? ¿Habías pensado: “Pues cuando llegue a los cuarenta o los cuarenta y cinco quiero haber hecho esto”?

—No, nunca. Yo no sabía, por ejemplo, que me iban a seguir contratando como modelo a la edad que tengo ahora. Cuando empezaba, veía a Cindy Crawford, que tenía veintisiete o veintiocho años, y pensaba: “Bueno, le queda un telediario”, y sin embargo… sigue ahí. Se me ha pasado la vida volando, pero he aprovechado muchísimo este tiempo, aunque yo no visualizaba nada… Nunca me ha gustado hacer planes a largo plazo.

“Claro que me hubiera gustado haber tenido la niña, pero… ¡estoy encantada con mi familia de hombretones, no lo cambiaría por nada!”

—Nunca lo habías soñado entonces.

—Creo que tengo más de lo que nunca hubiera podido soñar. He conseguido, en estos cuarenta y cinco años, más cosas de las que nunca a los dieciséis hubiera podido imaginarme. A lo mejor pensaba en trabajar como modelo, pero no pensaba que iba a seguir trabajando tanto y con grandes contratos a esta edad. A lo mejor, pensaba que iba a tener una familia, pero no pensaba en una familia tan preciosa y adorable como la que tengo. A lo mejor, pensaba que iba a tener una casa en Madrid, pero no que iba a tener una tan bonita. Estoy muy agradecida. Ha habido trabajo y sacrificio, pero creo que he sido bendecida.

“Alfonsito es más calmado, se parece a su padre, y Jerónimo es como yo, que se lanza sin red donde haga falta”

—Parecía que la vida profesional de las modelos terminaba a los treinta.

—Totalmente, pero… es que era así. Antes, definitivamente eras una señora mayor a los treinta y ahora las marcas confían en nosotras porque el mercado ha cambiado, hay diversidad y una necesidad de mostrar que las mujeres de cuarenta y cinco quieren comprar los productos que enseñan las mujeres de esta edad y no las de dieciséis, porque no es realista. El mundo de la moda se ha vuelto más realista y se ha acercado más al cliente, a la calle.

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Eugenia con Alfonsito y Jerónimo, en una divertida imagen en su cama

—En esta etapa de tu vida, ¿qué es lo que más satisfacción te da?

—Las cosas pequeñas. Cómo pasé mi cumpleaños, por ejemplo, con una tarta en la cara que me estamparon los niños —ríe— y con mis padres. Quizá antes hubiera dicho que me hubiera encantado hacer una fiesta de doscientas cincuenta personas y ahora soy feliz con cinco o seis en casa. Cuando viajas mucho y llegas a casa, lo que quieres es eso, tus amigos más cercanos y tu familia. Así que me había dado cuenta ya hace tiempo, pero este año nos ha traído los pies al suelo… Todo hay que hacerlo en petit comité, planes muy sencillos, que, al final, son los mejores. Poder escaparme si puedo a Formentera o algún fin de semana al campo… Ese tipo de cosas que a los niños les hace muy felices y que a mí también me hacen muy feliz.

“No tenemos muchas rutinas, pero me gustan los fines de semana, cuando nos metemos los cuatro en la cama, aunque no durmamos, pero es una manera de sentirlos cerca”

—Haciendo balance, Eugenia, ¿crees que has construido la vida que querías, has llevado las riendas, o la vida te ha llevado donde estás ahora?

—Yo creo que he manejado bastante bien, pero hay cosas que son del destino y te sorprenden; seguir unida, por ejemplo, a Armani, después de veinte años de tener una relación laboral… Ha confiado en mí muy joven desfilando cuando era desconocida, más tarde, haciendo campañas y, después, cuando ya tenía un nombre, me hizo embajadora de la marca y viajaba por el mundo con él; y ahora ha vuelto a confiar en mí cuando soy madre y he pasado de los cuarenta para su línea de maquillaje.

—Has llegado a los cuarenta y cinco en plenitud, ¿se puede pedir más?

—Bueno, da un poco de vértigo, porque están pasando tantas cosas en el mundo… No es que me sienta culpable, pero sí estoy muy agradecida por todo lo que me rodea. Mis padres están sanos, tengo dos hermanos estupendos, una familia maravillosa, tengo un trabajo, me he reinventado como productora, sigo trabajando como modelo… Trabajo muchísimo, desde las seis y media de la mañana hasta las once y media de la noche, tratando de compaginar y conciliar todo, que los niños estén contentos y que Alfonso no me eche de menos, pero siento un agradecimiento profundo porque tengo una vida maravillosa y lo sé, soy afortunada.

“Con Alfonso, la convivencia es muy fácil, me entiende muy bien y me gusta que haya una relación sin sobresaltos”

—¿Hay que ser una superwoman para compaginar todo?

Superwoman no, pero yo creo que hay que echarle horas y hay que elegir los proyectos a los que puedes dedicarles más tiempo y atención. Yo antes, por ejemplo, tenía la web de moda y la tienda en Las Rozas Village y las vendí. Lo fundamental es ser selectiva, donde pones tus esfuerzos y, por supuesto, es fundamental tener un buen equipo y yo lo tengo. En casa, por ejemplo, sin mi Herminia, que es la cuidadora de los niños, no podría llevar la vida que llevo; sin la mano que me echa Alfonso con los niños, sin el equipo de la oficina, el que me lleva la representación por otro lado…

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‘Yo creo que he manejado bastante bien las riendas de mi vida, pero hay cosas que son del destino y te sorprenden. Los niños son un regalo de la vida, tú puedes querer tener una familia, pero estos dos niños tan preciosos…’, nos dice sonriente Eugenia.

Desde el otro lado

—¿Qué es lo que más te está gustando de esta etapa?

—Descubrir una nueva manera de trabajar y de ver el mundo de la moda desde otro lado. Me gusta esa relación que se forma cuando eres parte del equipo, al estar al otro lado, es muy familiar, de piña y me encanta; cuando eres modelo, estás como un poco sobrevolando, porque entre que te tienen un poco de respeto o pareces inaccesible… Me encanta buscar nuevos talentos, organizar equipos para cada producción, me gusta revolver los libros de moda o de grandes fotógrafos y buscar inspiración para reportajes. Hablar con mi equipo y ponerlo en marcha.

—Este mundo empresarial como productora, ¿siempre estuvo presente en tu cabeza?

—La verdad es que la manera de empezar ha sido como muy orgánica. Los clientes con los que yo trabajaba como modelo, como Armani, Rabat y Germaine de Capuccini, me dijeron: “Si quieres, encargarte tú de la producción de la campaña o de la sesión o de los vídeos…”. Así iba haciendo cosas pequeñitas y, después, me han ido llamando de otras firmas, luego, marcas internacionales… Estamos empezando, llevamos solo desde el mes de septiembre y aprendiendo. Las producciones que más me divierten son para el grupo ¡HOLA!, son las más espectaculares, con las localizaciones más impresionantes y donde tengo la posibilidad de trabajar con un casting más especial y dejar volar mi imaginación.

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‘En esta etapa, disfruto de las cosas pequeñas…, poder escaparme a Formentera o algún fin de semana al campo… Ese tipo de cosas que a los niños les hace muy felices y a mí también’, nos cuenta Eugenia, que vivió en Nueva York dieciocho años, en la cúspide de su carrera como ‘top model’.

—Profesionalmente, ¿qué etapa te ha dado más satisfacciones, la de supertop, viajando por el mundo, o la actual?

—No podría hacer lo que hago ahora si no hubiera viajado, conocido y hecho todo lo anterior. Si yo no hubiera estado en las producciones de Bruce Weber, Mario Testino o Steven Meisel, pues a lo mejor no podría organizar las producciones como las hago ahora. Haber trabajado con los mejores del mundo te marca a poco que seas un poco curiosa y que intentes aprender. Haber recorrido el mundo con Armani, siendo absolutamente exquisito y exigente como es, ha hecho que, cuando voy a un evento, busque la perfección o que al fotógrafo le tenga buscando la foto perfecta porque no me gusta conformarme.

“Pasé mi cumpleaños con una tarta en la cara que me estamparon los niños —ríe—. Quizá, antes habría dicho que me hubiera encantado hacer una fiesta de doscientas cincuenta personas”

—¿La disciplina y la autoexigencia van contigo desde siempre?

—Sí, pero no quiero parecer una generala porque no se trata de tener una disciplina militar, quería hacer muchas cosas y para eso hay que tener un orden. Mi afán y mi curiosidad hacen que necesite tenerlo. También soy la primera que un día salgo, me tomo unos vinos y, al día siguiente, no doy de sí. Pero si quiero hacer muchas cosas, tengo que tener un orden y me ha pasado siempre.

—¿Cómo eras de niña, querías ser modelo?

—No, yo quería ser fotógrafa o arquitecto, porque la arquitectura siempre me ha encantado y me sigue gustando, pero cuando gané el concurso Look of the year hablando con mis tutores, me dijeron que era bastante complicado compaginar ciencias con viajar. Y, como me habían dado esa oportunidad, quería probar a ser modelo. Por eso, elegí letras y me decanté por Derecho.

“Trabajo muchísimo, de 6:30 de la mañana a 23:30, tratando de compaginar y conciliar todo…, pero siento un agradecimiento profundo porque tengo una vida mara­villosa”

—Por familia, parecías predestinada al Derecho.

—Mi padre es fiscal, jubilado ya, mi abuelo Fernando Hernández Gil era magistrado del trabajo y llegó a ser presidente de la sala de lo laboral del Tribunal Supremo, y mi abuelo Pepe Silva era magistrado en Sevilla. Todos de los que tengo conciencia se han dedicado al Derecho. Mi padre me dijo también que era más fácil que estudiara Derecho, porque, si tenía dudas, él siempre podría ayudarme, o cualquiera de mis tíos o mi hermana, que también lo estudió.

—¿Y qué dijo el señor fiscal cuando le contaste que querías recorrer el mundo como modelo?

—Pues me dijo: “Si traes la carrera acabada, vete a recorrer el mundo” —ríe—. No, me dijo que pensase en la carrera como algo que podía ayudarme a mantener los pies en la tierra. Mis padres siempre me dijeron que, si un día me cansaba, no me iba bien en el mundo de la moda o no triunfaba, no tuviera miedo de volver a casa, que siempre iba a tener un sitio y una vida maravillosa, aunque estuviera fuera del mundo de la moda. Esa seguridad, esa red debajo me hacía estar y trabajar más feliz, porque no tenía la angustia de tener que demostrar nada. Si no triunfaba, volvería a casa, a ser la hermana mayor con mis hermanos y mis padres, lo que pasa es que eso nunca sucedió.

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Eugenia, espectacular en la bañera.

—De Madrid a París, Nueva York, al mundo… Siendo tan joven, ¿te daba vértigo o te apetecía?

—Me apetecía. Me crie en Toledo, con mis padres, muy protectores, y me quería marchar a conocer el mundo y cualquier excusa era buena. ¿El concurso de modelo? Pues el concurso. ¿Agencia para irme a París? Pues agencia para irme a París. ¿Óscar de la Renta aparece y me lleva a Estados Unidos? Pues a Estados Unidos que me iba. Yo tenía curiosidad y ganas de conocer.

—¿Qué supuso Óscar de la Renta para ti?

—Para mí era imposible tener un aliado mejor. No solo en lo laboral, por todo lo que me trajo. Él me presentó a gente muy importante a lo largo de mi vida, me introdujo en los círculos inaccesibles para cualquier persona en la ciudad de Nueva York, me llevaba de la mano a las fiestas más espectaculares, conocí a muchísima gente interesante, como luego hice con Armani.

“¡No podía imaginarme que a esta edad seguiría trabajando como modelo! En este mundo, antes eras una señora mayor a los treinta y ahora las marcas confían en nosotras”

‘Me da vértigo contarlos’

—Con él llegaste a Nueva York y te quedaste allí a vivir.

—¡Cerca de dieciocho años! Me da vértigo hasta contarlos. Fui y me quedé. Así como París se me hacía cuesta arriba…, y mira que estaba cerca, tenía amigos y vivíamos Vanesa, Martina y yo; fue llegar a Nueva York y encajé con la mentalidad americana, con lo que ellos querían, me recibieron fenomenal, me fue bien desde el primer momento, hice amigos maravillosos y me quedé. Iba cambiando de casas, cada año a una más bonita y luego ya encontré una maravillosa, la definitiva. No me hubiera vuelto si no llego a volver con Alfonso y a quedarme embarazada, me habría quedado allí, creo.

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En su despacho, donde ahora, debido a la pandemia, ha trasladado gran parte de su trabajo como productora, algo que le permite también estar más cerca de sus hijos.

—Portadas, desfiles, viajes, posas para los mejores, fiestas impresionantes… ¿Cuesta mantener los pies en el suelo, no separarte de la realidad?

—La labor educativa de mis padres fue muy importante, porque ellos seguían en la distancia. Que siempre tuviera mis principios muy claros, que no me dejara impresionar con nada… Es algo que no te tienen que dejar de repetir, aunque te creas muy mayor y muy importante. Hacer caso a tus mayores y a la gente que te quiere nunca se debe perder. Yo estaré insistiéndoles a mis hijos hasta que pueda, porque es inevitable. Y ojalá lo haga la mitad de bien que lo han hecho ellos. Que me han dejado libertad, pero siempre han estado ahí recordándome que tengo unos principios y una familia a la que honrar y que tuviera siempre muy claro de dónde venía y a dónde quería ir.

“Ser madre lo cambia todo, porque… lo que hacía yo dejó de ser lo primero. Ahora, lo primero son ellos, la familia, su bienestar y su atención y, luego, el resto. Yo lo acepté fenomenal”

—Se habla de ese otro lado del mundo de la moda, ese que no es tan bonito. ¿Existe ese backstage, tú lo has visto?

—He estado un poco a mi aire en el mundo de la moda. No era una outsider, pero tenía que estudiar cuando las otras se iban de fiesta, tenía que mantener un orden en mi cabeza. Yo soy muy afortunada porque nunca he tenido ningún problema con un fotógrafo o con otras modelos. No he vivido el mundo sórdido que dicen que existe en el mundo de la moda.

—¿Has sido hormiga o cigarra en tu carrera?

—Un poco de todo. He sido y soy ahorradora, pero también soy caprichosa. Pero el gasto por el gasto tampoco. Siempre con cabeza.

—¿Cuándo sentiste que había llegado la hora de formar una familia? ¿Siempre habías querido ser madre?

—Quería ser madre y formar una familia. Me visualizaba como madre, pero, hasta que no se dio la ocasión, que no fue pronto, yo tenía una vida plena. No pienso que tengas que ser madre para tener una vida plena, pero sí me han completado de una manera muy bonita. Los niños me ayudan a ver la vida de otra manera, a tomarme las cosas en su justa medida, a cambiar mis prioridades. Pero creo que si no hubiera tenido hijos, me hubiera buscado la vida de otra manera, y teniéndolos soy la mujer más feliz del mundo, aunque a veces me quiera tirar de los pelos y pierda la paciencia y no les entienda y tenga que ponerme en la mentalidad de seis años. Es un aprendizaje constante, bonito pero agotador —ríe—.

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Dos de las múltiples portadas que ha protagonizado para nosotros, en este caso, en el especial ¡Hola! Alta Costura y en Fashion.

—De supermodelo a supermamá… Evidentemente, la maternidad lo cambia todo.

—Cambia todo, porque… evidentemente, lo que yo hacía antes deja de ser lo primero. Lo primero son ellos, la familia, su bienestar y su atención, y, luego, el resto. Yo lo acepté fenomenal y lo he hecho así siempre.

—Eres una mamá muy presente.

—Muy presente, muy pesada y muy encima de ellos.

“Haber trabajado con los mejores del mundo te marca. Sin estar en las producciones de Bruce Weber, Mario Testino o Steven Meisel, quizá no podría organizar las que hago ahora”

—¿Qué te sorprende cada día de tus hijos?

—Me sorprende lo listos que son los niños, cómo se enteran de todo, cómo absorben. Me gusta ver las cosas a través de sus ojos. También, la capacidad que tienen para adaptarse y amoldarse. Son unos personajes muy interesantes —ríe—, que no callan, están deseando aprender todo el tiempo, curiosos, simpáticos. Me gusta que estén acostumbrados a verse con gente de todos los lugares, que sean así, abiertos y felices.

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Eugenia ha recorrido el mundo, ha sido portada de numerosas revistas e imagen y musa de los más grandes diseñadores. Aquí con Roberto Cavalli.
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Eugenia posa junto a Valentino.
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Eugenia y Giorgio Armani, con quien comenzó a trabajar hace más de dos décadas y de cuya línea de maquillaje es actualmente imagen.
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Eugenia Silva con Manolo Blahnik.

Uno como su padre y otro como yo

—¿Te hubiera gustado tener la niña?

—Me hubiera encantado haber tenido la niña, tan presumida como soy, guardo un montón de cosas maravillosas de todos estos años… Pero Alfonso dice que no sabe si hubiera podido soportar una niña adolescente —ríe—, que hubiera acabado con él. Dice que está mucho más contento así, que cada vez que ve un Tik Tok se le ponen los pelos de punta —ríe—. Yo creo que los niños son más fáciles y nobles y lo que ves es lo que hay. Al final, estoy encantada con mi familia de hombretones, ¡no lo cambiaría por nada!

—¿En qué se parecen a vosotros los niños?

—Físicamente, uno es igual que su padre y el otro, igual que yo, y, de personalidad, uno es como Alfonso, más retraído y más calmado, y Jerónimo es más como yo, que se lanza sin red a donde haga falta, es curioso, mucho más atrevido, más salvaje. Tienen personalidades muy definidas desde muy pequeños y a mí me hacen mucha gracia los personajes que son.

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‘Hay días que me miro al espejo y digo: ‘¡Quién tuviera veinte años menos’. Tengo mi disciplina, mi rutina de belleza y me gusta cuidarme’, ríe Eugenia, en esta imagen, haciendo deporte, quien asegura: ‘No he vivido el mundo sórdido que dicen que existe en el mundo de la moda. Soy muy afortunada, porque nunca he tenido ningún problema con un fotógrafo o con otras modelos’.

—¿Alfonso y tú sois muy distintos aunque os complementáis bien?

—Sí, a él le gusta su deporte, le gusta Madrid, es de salir poco, de estar en casa y a mí me encanta la ópera, ir a sitios, viajar, no tengo pereza para nada… No sé, creo que nos complementamos bien. Así podemos tener una parte de nuestra vida separada, que es sano también. Es una persona con la que es muy fácil la convivencia, me entiende muy bien y me gusta que haya una relación sin sobresaltos.

“Me crie en Toledo, con mis padres, muy protectores, y me quería marchar a conocer el mundo y cualquier excusa era buena”

—¿Cómo es como padre?

—Muy niñero. Yo no pensé que iba a serlo tanto. Tiene mucha paciencia y les dedica mucho tiempo y muchísimo amor. Me dice: “Tú viaja, pero yo quiero quedarme en casa y estar con ellos…”. Por eso yo puedo viajar y trabajar. Porque él quiere estar ahí, quiere ser un padre muy presente.

—¿Vuestras familias os siguen preguntando si habrá boda o han tirado la toalla?

—Han tirado la toalla ya, totalmente —ríe—.

—¿Qué rutina familiar aprecias más? ¿Qué es lo que más te gusta hacer en familia?

—Pues me encanta viajar con ellos. Los niños donde mejor se lo pasan es en Extremadura, con todos los animales. Me gusta ver cómo están disfrutando esa casa y esa finca que yo he disfrutado anteriormente con mis hermanos y con mis padres. Me gusta ver cómo se repite la historia. No tenemos muchas rutinas, pero me gustan los fines de semana de meternos los cuatro en la cama, aunque no durmamos, pero es una manera de sentirles cerca.

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Disfrutando con sus hijos de la histórica nevada que recientemente cayó en Madrid.

—¿Te gusta todo lo que ves cuando te miras al espejo o cambiarías algo?

—Pues hay días que digo: “¡Quién tuviera veinte años menos” —ríe—. Pero es buena señal seguir cumpliendo años, si no… malo —ríe de nuevo—. Yo creo que hay que hacer lo que yo hago. Tengo mi disciplina, tengo mi rutina de belleza, me gusta cuidarme por mi trabajo y porque mi cuerpo está más fuerte y tengo más energía para trabajar y con los niños, y me gusta hacer deporte por eso.

“Mis padres siempre me dijeron que, si un día me cansaba o no triunfaba en el mundo de la moda, no tuviera miedo de volver a casa. Lo que pasa es que eso nunca sucedió”

—Has vivido etapas. ¿Cuál es para ti el gran privilegio?

—Para mí el privilegio es haber vivido esa vida maravillosa, pero, a la vez, buscar que cada día siga siendo maravilloso. No dar nada por hecho. Al final, si Dios quiere, me quedan muchos años y quiero vivir otras cien vidas. Tengo muchas ilusiones y planes muy bonitos.

—¿Qué lema marca tu vida?

—A mí me gusta mucho el carpe diem porque no sabemos lo que va a pasar mañana. Creo que el momento hay que vivirlo y disfrutarlo cien por cien. Tengo un amigo americano que ha vivido muchísimo y también es muy disfrutón y siempre me dice: “No conozco a nadie que se lo haya pasado mejor que tú”, y le digo: “Pues yo tampoco —ríe—”.

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Texto: MARTA GORDILLO

Producción: EUGENIA SILVA by ES PRODUCTIONS

Fotos: JESÚS ISNARD

Estilismo: TAM VEKIC

Maquillaje y peluquería: INÉS CASTAÑOS

Look 1: TOP MASSIMO DUTTI, LEGGING FUSEAU ISABEL MARANT, JOYAS RABAT. ALFONSO CON SUDADERA UNIQLO Y JEANS MANGO KIDS

Look 2: TOP ZARA, PANTALON y bolso LOEWE, JOYAS RABAT. ALFONSO Y JERÓNIMO: JERSEY Y SUDADERA DE LOEWE Y JEANS MANGO KIDS

Look 3: VESTIDO LOEWE, JOYAS RABAT

Look 4: JEANS Y JERSEY LOEWE, DELANTAL ZARA HOME, JOYAS RABAT

Look 5: CAMISA LOEWE, JOYAS RABAT

Look 6: TOP Y LEGGING ECOALF, ZAPATILLAS NIKE.

Look 7: BODY ZARA, PANTALÓN, CÁRDIGAN Y BOLSO LOEWE, BOTAS CLAUDIE PIERLOT EN LAS ROZAS VILLAGE, GORRO FALCONERI, CALCETINES CALZEDONIA. NIÑOS: ABRIGOS BOBO CHOSES, JEANS Y GORROS MANGO KIDS

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