Entrevista

Silvia Congost: "Si esa persona se va es porque no nos ama, no le gustamos, o no siente suficiente"

Es una de las psicólogas más conocidas de España, pero también es autora de más de diez libros. A propósito de su último lanzamiento, 'Diario de una ruptura', hablamos con la experta en salud mental sobre la transición que se produce desde habitar el duelo de una separación, hasta volver a encontrarse a uno mismo.

Por Paula Martíns

“No hace falta explicar que aquella noche tampoco cené. Estuve escribiendo hasta tarde. Escribía y lloraba”. Estas desgarradoras palabras son tan solo algunas de las muchas con las que describe Río cómo se sintió tras la ruptura con el que era su pareja, Jan. Lo hace en la recién lanzada novela de la popular psicóloga Silvia Congost (Girona, 1977), Diario de una ruptura (Aguilar, 2024), un relato que es el de su protagonista, que un día fue también el de la propia Silvia, y que en algún momento de nuestra vida ha sido, está siendo, o será el nuestro. Porque, aunque nadie sale indeleble de una ruptura, sí que siempre terminamos saliendo del todo de ella: primero, lastimados, y después, reforzados. “Si fuerzas la sonrisa, aunque no te sientas bien, acabarás lográndolo”, leemos en el libro. Y se logra, claro que se logra. 

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Qué es una 'ruptura silenciosa' y por qué se produce

La resiliencia del ser humano es una de las características en las que más hincapié hace la autora. Para demostrarnos esa fortaleza que todos poseemos (aunque pensemos que no, aunque en muchas ocasiones creamos que el mundo ya se ha venido encima y que nada puede levantarlo) Silvia Congost despliega en Diario de una ruptura una narrativa que todos habitamos: encontramos la falta de apetito, las ganas de quedarse en la cama acurrucada y de desaparecer del mundo, el llanto feroz, y también el tímido, las búsquedas - a menudo inútiles- de los motivos que condujeron a esa separación. Un análisis psicológico desmenuzado que nos conduce a través de Río a lo que viene después: el amor propio. Llega, en este caso, en el viaje al que la protagonista iba a ir con su pareja a París. Allí comienza su sanación. 

“Sé que mi histo­ria no es excepcional, que a todos nos han roto el corazón al­guna vez (o varias), pero no importa en cuántas ocasiones te haya sucedido porque cuando estás ahí, con el alma hecha pe­dazos, te sientes la persona más desgraciada del mundo”. Por eso, porque todos somos susceptibles de pasar el duelo, y porque Diario de una ruptura debería ser un libro que tener en la mesilla y al que recurrir siempre que llegue el momento, hablamos con Silvia Congost sobre esa transición emocional con la que acompañamos a Río a medida que pasamos las páginas. 

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Las claves para superar la dependencia emocional y el apego tras una ruptura

Silvia, en Diario de una ruptura lo vemos claro, pero desde dentro siempre es más difícil darse cuenta. En el primer capítulo Río ya comienza a sentir el primer dolor, ese provocado por las red flags que nos avisan de que algo está mutando en nuestra relación, ¿qué debemos hacer cuando esto pasa? 

Deberíamos detenernos y analizar. Hacernos preguntas y observar la relación y lo que estamos viendo, desde una cierta perspectiva que nos permita ver más allá. Mirar atrás para darnos cuenta de si eso es algo que ha estado siempre allí y plantearnos si eso que vemos es para nosotros innegociable, si choca con nuestros principales valores y no lo queremos para nuestra relación. Si este es el caso, deberíamos irnos sin darle más vueltas y sin mirar atrás. Si se trata de aspectos que consideramos que se pueden hablar y modificar, podemos hacerlo pero vigilando de no quedar atrapados en el autoengaño. 

Llama la atención algo muy habitual que sucede muchas veces en las parejas, personas de nuestro entorno y en nosotros mismos. La protagonista del libro afirma que Jan no era muy afín a ella. ¿Es posible que nos enamoremos más de un estilo de vida, de lo que admiramos de la otra persona, que realmente de su carácter? 

¡Sin duda! Este es uno de los principales motivos por los que la mayoría de las relaciones de pareja no funcionan, porque no nos comprometemos con alguien que realmente nos guste, alguien a quien conozcamos bien y encaje de verdad con lo que buscamos, queremos y somos. Idealizar, crearnos expectativas poco realistas y autoengañarnos, son de las conductas más habituales al inicio de una relación. 

De hecho, también leemos: "Así somos la mayoría de los seres humanos, unos expertos absolutos en el arte del autoengaño". Las relaciones sexo­afectivas o románticas o como queramos llamarlas, abren los canales de la imaginación y la idealización como ninguna otra cosa.

En general, estamos muy ansiosos por tener pareja y tratamos de evitar a toda costa (aunque a veces no lo hagamos de una manera consciente), quedarnos solteros. Ello nos lleva a autoengañarnos, a autoconvencernos de que, en realidad, no estamos tan mal, de que en el fondo todo va bien, y empezamos a construir castillos y fantasías en nuestra mente de lo que vamos a vivir en esa relación y en nuestro futuro con esa persona, e incluso a pesar de que todo eso que imaginamos, no tenga nada que ver con ese otro al que estamos eligiendo. 

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¿Te cuesta pasar página cuando una relación se rompe?

Relaciono otras dos frases que he subrayado: “Cuando te acostumbras a recibir migajas, das por hecho que es lo habitual, y luego, cuando otra persona iguala o supera esos mínimos, te parece algo extraordinario”, y por otro lado: “Conocer a alguien o algo en el lamentable estado emocional en el que me hallaba era una pésima idea”. Si atravesamos un momento vulnerable como le sucede a la protagonista, ¿debemos evitar conocer a otras personas? ¿Qué opinas de que “un clavo saca a otro clavo”? 

Pues la verdad es que es muy mala idea. No, no deberíamos implicarnos emocionalmente en una nueva relación si nos encontramos tratando de superar otra que acabó y aún no tenemos resuelta, ni sanada. La clave y la señal que nos indica que ya estamos preparados para otra relación, es tener la absoluta certeza de que no volveríamos con nuestra ex pareja por nada del mundo y sentir que la ruptura ya no nos duele, que nos es indiferente, y que incluso sentimos gratitud por ese cambio en nuestra vida. Allí estamos preparados, pero aun así, cuanto más nos dediquemos a nosotros mismos, a conocernos, reencontrarnos y aprender de lo sucedido, mucho mejor. 

Justo en ese reencontrarnos se basa parte de la sanación que vemos en el libro. Hablas de la resiliencia humana y esa manera que tenemos de continuar la vida aún a pesar de no tener ganas, sin embargo, sabemos que también hace falta ceder paso a la tristeza cuando llega. Entonces, ¿cuál es el término medio? 

Permitirte sentir las emociones que estén activas dentro de ti en función del momento y de lo que estés viviendo no está reñido con ser personas resilientes y con capacidad de resurgir y reconstruirnos después de un trauma o un golpe importante de la vida. Es importante que nos permitamos sentir la tristeza, la rabia, el miedo y lo que sea que se active a nivel emocional. Es importante que nos preguntemos qué sentido tiene esa emoción para nosotros y cuál es su función. Eso sí, sin quedar atrapados en ella, sin que nos hundamos en ella y siendo capaces de darle las gracias y seguir avanzando en nuestro proceso de duelo. 

El tema de las relaciones es realmente complejo. Ahora que nos gusta poner etiquetas a todo, en realidad y de manera opuesta, a veces parece que cada vez resulta más difícil poder definir una relación sentimental. En una de las reflexiones tuyas, desde tu voz y no la de Río, nos señalas que "el amor romántico te indica que debes esperar a que te traigan flores. El amor te enseña que las flores, si las quieres, te las puedes ir a comprar tú”. ¿Cómo podemos identificar que estamos en el lugar correcto junto a otra persona? Es decir, ¿cómo debemos sentirnos cuando estamos en una relación? 

Debemos recordar que somos dos personas independientes, cada uno con su vida, su historia, sus necesidades y sus dificultades, dos personas que deciden compartirse con el otro. Se unen con todo pero sin dejar de ser quienes son a nivel individual. Desde la visión del amor romántico, se ponen todas las expectativas y la posibilidad de que seamos felices, en manos de la otra parte, y eso no debería ser así. El amor, en cambio – el maduro, realista y coherente –, aboga por el hecho de que cada uno se responsabilice de ir a por aquello que necesite sin hacer responsable al otro de ello. Eso no quiere decir que no esperemos una serie de mínimos de la otra persona, por supuesto que sí, pero sin perder de vista lo que depende de ti. 

Ese momento de 'clic' y de pedida de contacto cero a Jan es un proceso por el que alguna vez hemos pasado todos. Nos despertamos un día y la mirada ya es distinta... 

Creo que cuando nos está costando transitar un proceso de duelo, en ese momento en el que decidimos cortar, el contacto es básico. Hacer contacto cero significa dejar de recibir información de esa persona, dejar de que te cuenten, de que te enteres, cerrar la posibilidad de que te escriba, o de que te llame. Todo eso es para no llegar a ninguna parte. La decisión está tomada, esa persona ya se fue. ¿Para qué seguir dándole más vueltas? ¿para entender? ¿qué es lo que no entendemos? Lo único en lo que deberíamos centrarnos, lo tenemos delante: si esa persona se ha ido es porque no nos ama suficiente, no le gustamos suficiente o no siente suficiente. La cuestión es que ya no quiere estar ahí, a nuestro lado. ¿Qué más da el resto? 

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Formas de asumir una ruptura sentimental y mirar hacia delante

Mientras Río está en París se encuentra varias veces con "pelorrojo", que se convertirá en su confidente y una persona muy especial para ella. Si no le hubiera conocido, ¿el proceso habría sido más largo? 

Interesante pregunta. Pues probablemente sí, pero también puede ser que no. Es decir, habría hecho el mismo proceso y habría llegado al mismo punto, pero es cierto que cuando se mezcla algo que te ilusiona, una relación especial que te inspira, algo que es novedad y que te gusta, ayuda a que se avance más rápido y con más fuerza. Con otras ganas, con otra energía y con otra ilusión. Aunque también es cierto que allí corremos el riesgo de enamorarnos o implicarnos demasiado olvidando que eso aún no toca, que debemos primero cerrar heridas y sanar grietas. 

Dejamos la puerta abierta para la situación contraria. Si damos la vuelta a la tortilla y leyéramos a Jan, ¿cómo debería haber actuado? 

Lo ideal habría sido que Jan no hubiera esperado a no poder más para recoger sus cosas y salir de esa forma por la puerta de atrás, que le hubiera expuesto a Rñio aquello que no le gustaba o que le incomodaba para darle la oportunidad a ella de cambiarlo, o por lo menos de ver si podía poner de su parte para que él estuviera mejor.  Por otro lado, también es cierto que si Jan no lo hizo de otro modo es porque no fue capaz, porque no tenía las habilidades, o porque tal vez ni siquiera se daba cuenta de eso mientras le sucedía, hasta que sintió que ya no podía más. Creo que al final, sucede lo que tiene que suceder, de la manera que tiene que suceder y en el momento que tiene que suceder.

Por último, ¿por qué damos tanto poder y peso a nuestras parejas en comparación con otras relaciones que mantenemos? 

Porque la relación de pareja es la más importante, es con quien vamos a compartir más áreas de nuestra vida. Esa pareja va a ser compañero, va a ser amigo, va a ser confidente. Con ella vas a tener intimidad, es con quien queremos construir una familia, un proyecto de vida, un futuro en común. Con esa persona compartimos nuestras emociones, nuestros momentos de intimidad, nuestros familiares, o nuestros miedos. Y además, porque a nivel cultural, social y educacional, nos han transmitido que es una de las principales fuentes de nuestra felicidad. En general, no se da tanto peso ni tanta importancia a las otras relaciones como los amigos (aunque no sea una decisión correcta).