Viana se prepara para un momento histórico: la llegada de la princesa Leonor, heredera al trono de España y también Princesa de Viana, título que cumple 600 años de historia. La coincidencia no podría ser más simbólica: la villa navarra que dio nombre al título recibirá, por primera vez en mucho tiempo, a quien lo ostenta.
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La cita será el viernes 27 y comenzará con la recepción a los Reyes y a su hija en la plaza de los Fueros, en la que se encuentra el Ayuntamiento de la localidad que esta semana se convierte en el epicentro de la memoria navarra. Después, la comitiva se trasladará a un lugar cargado de simbolismo: las ruinas de la iglesia de San Pedro, donde se inaugurará una exposición dedicada al sexto centenario del título de Príncipe de Viana. Será un viaje histórico antes del 20 cumpleaños de la princesa Leonor.
Por la tarde, la agenda continuará en uno de los grandes tesoros patrimoniales de Navarra: el Monasterio de San Salvador de Leyre, en Yesa, una joya románica que guarda los sepulcros de los primeros reyes navarros. Y ya el sábado, la segunda jornada, llevará a los Reyes y a su hija a Olite para visitar el Palacio Real que durante siglos fue residencia de los monarcas navarros y hoy asombra por su arquitectura de cuento. Después, la familia real se desplazará a Tudela, para conocer el Ayuntamiento y el palacio del Marqués de San Adrián, actual sede de la UNED, un edificio renacentista que refleja la pujanza cultural de la Ribera.
Pero nos quedamos en la primera parada: Viana, que, sin embargo, es la última del Camino de Santiago en su tramo navarro. Cualquier visita a esta villa con alma medieval de calles empedradas y un patrimonio monumental que habla de siglos de historia debe empezar –como van a hacer los Reyes y su hija– por su corazón, que late en la plaza de los Fueros. Desde allí se despliega su casco histórico amurallado que conserva el encanto de tiempos pasados. la oficina de turismo.
En la misma plaza se levanta la silueta de la iglesia de Santa María, que tiene aires de catedral y es famosa por su bellísima portada renacentista, por su impresionante altar mayor y por lo ajetreado de su historia. A ella se acercan aquellos que quieren ver la tumba de uno de los personajes más singulares del renacimiento italiano: el noble, guerrero e intrigante César Borgia, hijo del Papa Rodrigo Borgia, y personaje cinematográfico donde los haya. En realidad, la lápida está en la puerta, pues el obispo de Calahorra la mandó colocar fuera del templo en el siglo XVI. Por eso, en Viana se impone recorrer la ruta que sigue las huellas a César Borgia, que lleva hasta la Barranca Salada, donde el guerrero encontró la muerte en marzo de 1507.
A poco que se ponga uno a andar por Viana va descubriendo casas señoriales con escudos –especialmente en la calle Navarro Villoslada: las de los Pérez de Lanciego (en el número 2), Aldunate (número 19), Ichaso…–, y las ruinas de San Pedro, convertidas hoy en un espacio cultural de aire romántico –que también acogerá a la familia real este viernes. En este entorno se encuentran los Jardines de Serrat, dedicados al cantautor catalán nombrado Hijo Adoptivo por su estrecha vinculación con la localidad desde su infancia. En el monolito dedicado a él se puede leer una frase suya que dice: “En este lugar aprendí a amar la luz”.
Paseando por la villa también se ven restos de las antiguas murallas medievales, las que levantó Sancho VII el Fuerte cuando fundó Viana en 1219, pues era plaza fronteriza entre Navarra y Castilla. La Puerta de San Felices –donde se puso la primera piedra de la villa– es el mejor testimonio y permite imaginar la ciudad defensiva en siglos pasados.
Más allá de la piedra, Viana ofrece otros placeres, que se empiezan a saborear en la recoleta plaza del Coso, con comercios locales bajo sus soportales y terrazas donde la gastronomía navarra se mezcla con influencias riojanas, pues estamos en el límite provincial: menestras de verduras, cordero al chilindrón, vinos de la DOC Rioja, con etiqueta vianesa, y, por supuesto, el licor que se elabora en una de las bodegas de pacharán más antiguas de la región: La Navarra, cuya destilería, por cierto, se puede visitar.
Entre las direcciones más recomendadas para sentarse a la mesa están la sidrería-restaurante Casa Armendariz (sidreriacasaarmendariz.es), ideal para una comida en cuadrilla; y el Asador Tres Tinas (asadortrestinas.com), para comer pescado y carne a la brasa. Y si quieres picotear ten presente estas otras céntricas: el Gastrobar San Juan, en la plaza de Los Fueros,, y en la rúa Santa María: La Taberna y El Bordón.