Ávila, Guadalajara, Toledo, Segovia, Soria, Burgos, Cuenca, las provincias que rodean Madrid guardan maravillas tan sorprendentes que ni te imaginas: desde fortalezas medievales alzadas sobre colinas a pueblos con cascadas, bosques extraordinarios o plazas de postal. Menos de dos horas conduciendo tardarás en descubrir cada uno de estos pueblos que conservan la esencia de lo auténtico.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 5 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 5 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
TRILLO, GUADALAJARA
Da gusto descubrir pueblos con tanta agua como Trillo. Se llega desviándose de la A-2 a la altura de Almadrones, y desde el primer momento el río Cifuentes llama la atención: nace en el cercano pueblo que le da nombre y desemboca en el Tajo solo 12 kilómetros después, justo en Trillo. Antes de cruzar su puente de origen árabe, sus aguas forman espectaculares cascadas que invitan a pasear por sus orillas, disfrutando de una banda sonora natural inigualable. A solo 2 kilómetros se encuentran los famosos baños de Carlos III, cuyas aguas termales ya eran apreciadas por los romanos. La escapada se completa con una visita a Cifuentes, lugar de nacimiento de la famosa princesa de Éboli. Allí no solo se puede contemplar el nacimiento del río, sino también admirar el castillo de Don Juan Manuel en lo alto, pasear por su curiosa plaza mayor y descubrir sus conventos y su sinagoga, vestigio del antiguo barrio judío.
ARÉVALO, ÁVILA
La plaza de la Villa de Arévalo es para enmarcar, el ejemplo más bello de arquitectura popular castellana de época medieval, con sus casas con entramados de madera y ladrillo, su soportal corrido y tres de sus principales. Luego está la plaza Real, la del Arrabal, sus iglesias de arquitectura mudéjar, sus puentes, su castillo y su rica historia, que por algo esta villa abulense llegó a ser una de las poblaciones más importantes de Castilla. Dan para pasar un día entero en él muy provechoso, pero mejor aún si se disfruta en uno de sus figones del plato típico del lugar: el tostón asado. Madrigal de las Altas Torres, a 20 minutos, es el remate perfecto a la escapada por la A-6, que conserva el recuerdo vivo de ser el lugar donde vino al mundo Isabel la Católica. Su trazado circular, los restos de su muralla mudéjar y el monasterio de Santa María de Gracia merecen una visita.
TEMBLEQUE, TOLEDO
No hay que alejarse mucho de la capital para conocer una de las plazas mayores más bonitas de Castilla-La Mancha y ¡de España! Tembleque puede presumir de ello. Y es bonita por sus galerías de madera y sus soportales sostenidos por columnas y capiteles. Este espacio ha sido el centro de la vida del pueblo desde tiempo inmemorial, aquí se celebraron festejos taurinos, comedias y celebraciones sociales, pero también juicios sumarísimos. Saliendo de ella, y entre las casas blancas del barrio viejo, descubrirás otros rincones de interés, como la iglesia parroquial, la barroca Casa de las Torres y una profusa decoración de cruces de malta, recuerdo del paso de los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén. ¿Quieres ir más allá? Pues 37 kilómetros después está Consuegra, con su castillo y sus molinos en un cerro, que se pueden visitar e incluso hacer una visita teatralizada a la fortaleza.
CALTAÑAZOR, SORIA
Paseando por el pueblo medieval más bonito de Soria, emplazado en la cima de una roca que domina la vega del río Abión da la impresión de que se ha quedado anclada en el tiempo. Si agradable resulta el paso por sus empinadas y empedradas calles, a las que asoman humildes casas con entramado de madera coronadas por unas características chimeneas pinariegas, conformando un armónico conjunto medieval que pasa por ser de los más bellos de la provincia, también descubrir su extraordinario sabinar, donde residen los ejemplares más elevados y longevos de la península ibérica. Y no menos conocer su intensa historia fronteriza ligada al castillo de Almanzor, que, aún en ruinas, no puede ser más evocador de sus hazañas. Es el mismo que ha dado nombre al Mirador de Almanzor (elmiradordealmanzor.com), en un caserón del siglo XV, ambientado con atmósfera bereber, en el que quedarse a dormir si cae la noche.
AYLLÓN, SEGOVIA
Pasar por la puerta del Arco, la única de las que contó su muralla, es la mejor forma de comenzar la visita a este pueblo donde los pasos siempre llevan a su plaza Mayor, con soportales que guarda todo el sabor de las plazas de pueblo castellanas. Aquí podrás ver el edificio del Ayuntamiento, la iglesia y el pilón. En lo alto, la torre vigía de La Martina brinda las mejores vistas.
HUETE, CUENCA
A media hora de Tarancón, Huete es uno de los pueblos más monumentales de Cuenca y, sin embargo, un gran desconocido. Su rico catálogo patrimonial lo dice todo: dos monasterios –el de Jesús y María y el de La Merced, que acogen el museo de la Fotografía y el de Arte Contemporáneo, respectivamente–, varias iglesias, la torre del reloj, los restos de la antigua muralla -de la que aún hoy se conservan algunas puertas-, el Pósito Real y el palacio Episcopal. ¿Abrumador, verdad? Pues después de todo ello, queda la visita a las minas romanas de Lapis Specularis, un complejo minero de época romana que se encuentra entre los más importantes del mundo. Se visitan dos cuevas, la de Sanabrio y la Cueva de los Cuchillos.
COVARRUBIAS, BURGOS
Adentrarse por el arco del Archivo del Adelantamiento de Castilla en el bien conservado casco histórico de este pueblo, con abundancia de entramados de madera, es fácil viajar hasta el siglo X e imaginarse al conde Fernán González defendiendo sus dominios de las embestidas árabes mientras levanta torreones como el que lleva su nombre. Es el emblema de la villa y forma parte de un conjunto arquitectónico que incluye el espacio que ocupó el palacio construido junto a él. Durante su visita se puede ver una exposición de armas de asedio medievales.
La plaza de doña Urraca, la colegiata y la estatua de la princesa Kristina de Noruega, frente a la puerta del templo en el que reposan sus restos y que recuerda su historia de amor tan intenso como efímero, son otros de sus reclamos. A solo 3 kilómetros de la localidad se encuentra la capilla de San Olav, levantada por compatriotas noruegos en 2011 para cumplir, 753 años después de su muerte, el deseo de la princesa Kristina de levantar en España un templo en honor al santo.