atardecer sobre el mar Adriático en Ankaran, Riviera eslovena© Alamy Stock Photo

EUROPA

Eslovenia también tiene costa: un recorrido entre salinas centenarias, playas salvajes y pueblos venecianos

En esta joya adriática sorprendente que concentra siglos de historia, naturaleza virgen y autenticidad mediterránea en un pequeño tramo litoral vivirás un verano diferente.


29 de julio de 2025 - 17:30 CEST

Con apenas 46,6 kilómetros de costa, este país de Europa Central, más conocido por sus parques naturales, sus múltiples rutas de senderismo y ciclismo y sus pintorescos lagos, también tiene mucho que decir en su pequeña cara litoral que mira de frente al mar Adriático. Desde Ankaran, casi tocando Italia y famosa por sus beneficios para la salud, hasta las salinas de Sečovlje y su límite con Croacia, se reparten 9 playas certificadas con bandera azul. Sin embargo, el encanto de esta parte de Eslovenia también se palpa en los pueblos con aire veneciano, las aguas cálidas, sus fondos marinos y los acantilados y rutas fotogénicas que perfilan un viaje de ensueño.

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Viñedos de Ankaran, Eslovenia© Alamy Stock Photo
Viñedos de Ankaran.

ANKARAN, UN REFUGIO PARA EVADIRSE

La primera parada desde el norte es la península de Ankaran, en cuyo extremo se encuentra Debeli Rtič, que significa ‘Punta Gruesa’, una literalidad que se evidencia a primera vista. Declarado parque paisajístico, una de sus grandes sorpresas es la punta de San Bartolomé, un apéndice verde escondido tras la vegetación que goza no solo de vistas a Italia, sino también de restos arqueológicos romanos, tanto en tierra como en mar.

En el cabo de Debeli Rtič también se puede encontrar, entre los impresionantes viñedos y olivares que cubren casi toda la península, el rastro que los alemanes dejaron en búnkeres y trincheras. Además, los amantes de la geología y el submarinismo quedarán boquiabiertos con el flysch que acogen sus acantilados de hasta 20 metros de altura, rodeados de numerosas especies de fauna y flora. Las playas aquí pueden ser tanto de arena como de césped o cemento, todas ellas tranquilas, rodeadas de pinares o incluso spas y centros de bienestar. 

En el extremo sur de la península, el pequeño pueblo cede el protagonismo al entorno natural, con algunas joyas arquitectónicas, como el antiguo monasterio de San Nicolás del siglo XI, convertido en alojamiento, cercano a la pradera salada mediterránea que se abre a la bahía de Santa Catalina. En ella, un ecosistema único repleto de aves y plantas en peligro de extinción, además de un curioso cementerio de bivalvos, puede visitarse a través de pasarelas.

KOPER, LA VENECIA ESLOVENA

A tan solo 7 kilómetros y separada por un puerto se llega a una de las ciudades más antiguas de Eslovenia, cuyo casco histórico amurallado desde el siglo XIII está totalmente separado del resto de la ciudad y a un paso del Škocjanski zatok, el pantano semi-salado más grande de Eslovenia. Con el título de Destino Europeo de Excelencia, es evidente la marca que los venecianos dejaron en su arquitectura. Edificios medievales como el Palacio Pretoriano, lugar de la oficina de turismo y sede del ayuntamiento; o el Palacio Belgramoni-Tacco, del famoso pintor Vittore Carpaccio, sede del Museo Provincial de Koper, son buenos ejemplos. 

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La presencia de Venecia se palpa en la plaza Preseren, donde la Fuente de Ponte reproduce a pequeña escala el Puente de Rialto

Junto a este último, en la misma plaza Carpaccio, se encuentra la llamada Taverna, antiguo almacén de sal. La presencia de Venecia también se palpa en la plaza Preseren, donde la Fuente de Ponte reproduce a pequeña escala el Puente de Rialto. E imposible dejar de lado la catedral de Santa María de la Asunción, en la emblemática plaza Titov Trg, con su campanario de 36 metros dominando los tejados de la ciudad que los vecinos italianos bautizaron como capital de Istria. En esta misma plaza se encuentra la Loggia del siglo XV, hoy una cafetería barroca donde tomar uno de los cafés con más estilo de toda Eslovenia. 

Y aunque el casco histórico, con sus murallas, de la espalda al mar, el resto de la ciudad, más allá del anillo industrial que protege el centro, guarda bonitas playas de guijarros para tomarse un descanso. Una de ellas, la Mestno Kopalisce, se encuentra junto al puerto deportivo y posee bandera azul, mientras que el resto se vertebra en paralelo al parque marítimo de Obmorski y junto a la piscina olímpica pública.

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La marina y el singular casco antiguo de Izola.

IZOLA, DE PESCADORES A POETAS

La ruta ciclista Koper-Izola bordea el mar pasando por el yacimiento romano de Viližan hasta llegar a Izola, una de las ciudades costeras más animadas y alegres de toda Eslovenia, cuyas tradiciones en torno a la pesca y la producción de vino y aceite siguen muy enraizadas. La ciudad medieval, que antaño fue una isla, tiene calles endiabladamente estrechas que recuerdan a los quartieri más auténticos de Roma. El colorido de sus casas serpentea hasta la colina donde se alza la iglesia de San Mauro, que imita el estilo veneciano.

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Casas coloridas de Izola.

A su lado, la torre-mirador gótica de más de 30 metros ofrece vistas a otro de sus templos, la iglesia de Santa María de Haliaetum, la más antigua del pueblo, cuya llave se ha de recoger en el cercano Manzioli Wine Bar, una buena excusa para probar los vinos de la zona y visitar el palacio del siglo XV en el que se encuentra. Otros edificios, como el palacio barroco Besenghi Degli Ughi, el palacio del Podestá y las fábricas y astilleros que dan buena cuenta de la industria pesquera, son parte también del patrimonio local.

La localidad donde Dante Alighieri escribió algunos de los versos de su Divina Comedia tiene en su costa numerosos puntos de interés, como el yacimiento arqueológico de San Simón, junto a una playa con bandera azul perfecta para actividades acuáticas, una de las ocho con las que cuenta la localidad. Una de las más bellas es la que se ubica en el centro, Svetilnik, pues en días claros permite ver no solo Trieste, sino también los Alpes. Sin embargo, la playa Delfinček, junto al paseo marítimo, también es de las más visitadas.

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Bahía de la Luna en Strunjan o Santa Cruz.

STRUNJAN, LA NATURALEZA ES PROTAGONISTA

Tras seguir el estrecho sendero que lleva al cabo Ronek se alcanzan los acantilados y la zona de flysch de la colina de Belvedere y el área protegida de Strunjan, que ocupa toda la península. En ella no existe una gran ciudad, sino asentamientos dispersos entre viñedos y huertos que dejan todo el protagonismo a la naturaleza. Bele Skale, un arenal virgen rodeado de pinos, vegetación y grandes paredes de roca, es su gran joya.

Uno de sus puntos más emblemáticos es la iglesia de la Virgen María, donde se celebra una importante romería, consistente en una procesión de barcos que transporta la imagen desde Izola hasta Strunjan. Desde aquí es posible admirar el golfo de Trieste e incluso el Triglav, el pico más alto de Eslovenia. Desde aquí, un sendero desciende a una playa salvaje de Mesečev Zaliv, un verdadero regalo para los sentidos.

Entre playas, rutas y senderos señalizados se discurre entre Punta Ronco, la bahía di Santa Croce y la Punta Strugnano, donde se encuentra la Stjuža Chiusa, una laguna que ofrece un hábitat singular para la fauna y flora local; y las famosas salinas de Strunjan, donde se conserva la tradicional producción de sal. Además de las playas a los pies de los acantilados, la zona de baño de Krka y la playa salinera gozan de bandera azul por su calidad y sus servicios.

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En las salinas de Piran se vivir la experiencia de ser salinero por un día.

PIRAN Y PORTOROZ, MEDIEVO Y GLAMUR

Bautizada como la ciudad más bonita de la Eslovenia mediterránea, comparte con su vecina Portorož el estar rodeadas de salinas por ambos lados. El auge medieval de la primera, fue posible gracias a este comercio, y la segunda goza ahora de una gran oferta wellness ligada a este producto. El proceso tradicional de hace 700 años se sigue llevando a cabo tanto en las salinas de Strunjan como en las de Sečovlje, a las que se puede llegar pedaleando y ser salinero por un día.

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La preciosa plaza Tartini.

El promontorio de Piran es un monumento natural que comprende su fondo marino con una rica vida submarina. Tras darse una vuelta por su centro amurallado, con estrechas callejuelas que discurren entre edificios históricos y preciosas plazas entre las que sobresale la imponente iglesia de San Jorge, es imperativo visitar alguna de sus playas, como la de Fiesa, de aguas cristalinas y pequeñas piedras, o las que se sitúan frente al Grand Hotel Bernardin, estas con bandera azul. 

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Portoroz.

También con este distintivo se alzan, en la cercana Portorož, el arenal Medusa, animado y lleno de actividades, y la playa central, ubicada entre varios muelles. Esta ciudad es de las más animadas de Eslovenia, con un paseo marítimo y su Grand Casino como puntos más divertidos. Sin embargo, no puede faltar también una visita a una piscifactoría para una degustación de sus pescados o relajarse en sus zonas verdes para coger ritmo para la noche.  

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