Mahón, capital de Menorca© Alamy Stock Photo

MENORCA

10 paradas en Mahón, la capital menorquina con alma mediterránea

Aquí tienes todo lo que necesitas para ver, comer, comprar y no perderte nada en esta ciudad de espíritu marinero y relajado, puerta de entrada y motor cultural de la isla más tranquila de las Baleares.


2 de mayo de 2025 - 9:30 CEST

La capital de Menorca es una ciudad pequeña –solo 30.000 habitantes– y llena de contrastes a la que no le falta de nada. En su puerto, sus calles con encanto, sus mercados y su impresionante entorno natural se siente la historia y el arte (con fuerza, el contemporáneo) y se disfruta del buen vivir. Estos son los 10 lugares que no debes pasar por alto.

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Mahón, Menorca

EL PUERTO

Es el lugar donde se respira el alma marinera de la ciudad. Paseando por la ribera de uno de los puertos naturales más grandes del mundo verás desde modernos yates hasta tradicionales llaütsantiguos almacenes reconvertidos en bares y restaurantes con vistas al mar, galerías de arte y espacios culturales. También podrás descubrir edificios de arquitectura británica del siglo XVIII, recuerdo del tiempo en que Mahón fue base naval del Imperio. Desde el Muelle de Llevant salen los barcos rumbo a la Isla del Rey.

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© @mercatdesclaustre

EL MERCADO DEL CLAUSTRE DEL CARME

Punto de encuentro local, este mercado se encuentra en el claustro barroco del antiguo convento del Carmen, del siglo XVIII. Es un espacio lleno de vida, al que se viene a comprar productos locales en sus puestos de siempre —la sobrasada y el fuet en Embotits Raima, los quesos de Mahón en Sa Formatgeria…—, a picar algo en el Bar Es Claustre, de ambiente alternativo y con una buena programación cultural y musical, o, simplemente, a dejarse llevar por el pulso cotidiano de la capital menorquina. Otro mercado que llena de vitalidad el centro histórico es el del Peix o Sa Peixatería, mitad mercado tradicional de pescado, mitad gastronómico, se ubica en un edificio de 1927.

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© Alamy Stock Photo

SANTA MARÍA Y SU ÓRGANO MONUMENTAL

Tras la fachada neogótica del gran templo de Mahón está su órgano monumental, que impresiona no solo por el tamaño, también por su historia que tiene detrás. Cuando se construyó, a principios del siglo XIX, era uno de los más grandes de su época –con 3006 tubos y 15 metros de altura–, y más que una obra decorativa es conocido por su potencia sonora y riqueza tímbrica. Se puede oír cómo suena en los conciertos que se organizan en verano y fechas señaladas.

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BASTIÓN Y PORTAL DE SANT ROC

Para entender cómo era la antigua ciudad medieval de Mahón, hay que situarse junto a este bastión defensivo, donde se conserva el único resto importante de la muralla que rodeaba la ciudad en la Edad Media. Desde el portal, una de las principales puertas de entrada al recinto amurallado, se accede a las calles estrechas del casco viejo y a agradables plazas, como la cercana plaza del Bastió, rodeada de casas tradicionales; la plaza de s’Esplanada, perfecta para sentarse a tomar un café o un vermú en la terraza de Es Dineret —abierto en 1854—; o la escondida plaza Reial, muy cerca del Ayuntamiento.

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LOS BOINDERS DE LA CALLE HANNOVER

Mahón permaneció bajo dominio inglés durante el siglo XVIII y de esa época se conservan vestigios arquitectónicos, como los miradores acristalados pintados, característicos de las viviendas burguesas de la calle Hannover.

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LA FORTALEZA DE LA MOLA

Se la conoce también como la fortaleza de Isabel II, un imponente complejo militar del siglo XIX situado en la misma bocana del puerto. Es una visita espectacular tanto por su arquitectura como por sus vistas. El recorrido autoguiado permite explorar bastiones, túneles, pasadizos y miradores al mar. Algunas de sus salas albergan exposiciones temporales o de historia militar (fortalesalamola.com).

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CALES FONTS

Otro puerto más pequeño es el de Cales Fonts, situado en el municipio vecino de Es Castell. Es el lugar perfecto para cenar o tomar algo en sus cuevas convertidas en bares y restaurantes, mientras cae la tarde y la ciudad se refleja en las aguas del mar.

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© @hauserwirthmenorca

LA ISLA DEL REY

En la isla en la que desembarcó el rey Alfonso III en 1237 para conquistársela a los musulmanes, y donde, en el siglo XVIII, los ingleses construyeron un hospital militar, se abrió el centro de arte Hauser & Wirth (menorca.hauserwirth.com), que ha puesto a Menorca en el mapa del arte contemporáneo. Un espacio acogedor y luminoso, donde destaca la intervención del paisajista holandés Piet Oudolf y se pueden ver esculturas de Chillida y Louise Bourgeois. Otra isla que hay que visitar es la de Lazareto, también con una historia interesante y un refugio de paz y tranquilidad para observar aves.

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© Alamy Stock Photo

CALA MESQUIDA

A dos pasos de la ciudad, la playa salvaje de Mesquida regala la sensación de estar en otro mundo. Son 300 metros de arena fina y aguas turquesa, rodeada por dunas y vegetación autóctona ideal para nadar, tomar el sol o hacer esnórquel en un entorno natural protegido. A sus espaldas se ve una de las torres de defensa británica que construyeron los británicos.

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CAN N’OLIVER

Una parada ideal para entender el alma burguesa y cosmopolita de la ciudad, y a un paso del centro, es este palacete señorial del siglo XIX, convertido hoy en un centro cultural (canoliver.menorca.es) que alberga exposiciones temporales, arte contemporáneo y parte de la colección Hernández Sanz-Hernández Mora, con obras, muebles y documentos que muestran cómo era la vida en Menorca hace más de un siglo. Además, el edificio en sí merece la visita: conserva su estructura original, con techos decorados, escalinatas y una terraza con vistas sobre los tejados del casco antiguo de Mahón. Muy cerca de Can n’Oliver se encuentra el Teatro Principal, el más antiguo de España. Levantado en 1829 al estilo de los teatros italianos del siglo XVIII, ha sido galardonado con la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes.

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