Este 19 de junio se cumplen 15 años de la boda, la de la princesa heredera Victoria de Suecia con Daniel Westling, el que fuera su entrenador personal y ese día, tras el "sí, quiero" en la Catedral de Estocolmo, pasó a ser el príncipe Daniel. Teniendo en cuenta que la novia era y es la futura reina de Suecia, la suya fue una boda de Estado con 1.200 invitados y presencia de casi todas las casas reales; más de 200.000 personas salieron a las calles y se celebraron conciertos y fiestas públicas durante dos semanas; el coste total del enlace se calculó en unos dos millones de euros que fueron pagados a medias entre la Familia Real y el Estado; y ella se coronó con la tiara reservada para las reinas, una pieza que es probable es que no volvamos a ver hasta la boda de la princesa Estelle. Con esa boda, además, la princesa Victoria abrió un camino por el que luego transitarían sus hermanos, Carlos Felipe y Magdalena. Muchos ingredientes que resumimos en las 15 claves que marcaron un amor que un amor que comenzó con un desafío.
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Esa boda, en pleno siglo XXI, se calificó de 'excepcional' por ser una mujer princesa heredera la que se casaba con un ciudadano común
Un amor improbable
Victoria de Suecia y Daniel Westling comenzaron su relación en torno al 2002, gracias a que él había comenzado a trabajar como ella como entrenador personal. Hay que recordar que por esas fechas él da el salto y se convierte en empresario fundando una cadena de gimnasios que pronto se convierte en referente para la elite sueca y que quince años después le brinda importantes beneficios. No obstante, de un modo tradicional, se señalaba que Daniel además de no tener sangre azul o un título nobiliario, carecía de lo que se describía como una "formación sólida", interpelando a una trayectoria académica o militar. La relación se mantuvo en un perfil muy bajo, hasta que la prensa sueca comenzó a referirse a ellos como pareja en el 2004.
El largo noviazgo y la enfermedad oculta
Victoria y Daniel mantuvieron un noviazgo de ocho años, se cuenta que hubo un ultimátum y finalmente el compromiso se anunció en marzo de 2009. Entonces se calificó de "excepcional" el hecho que una futura reina se casara con un ciudadano común, aunque hubieran pasado 34 años desde que su padre, Carlos Gustavo de Suecia, siendo ya rey, se casará su madre, la reina Silvia, que tampoco tenía sangre azul. Sin embargo, la pareja tenía preocupaciones mayores, aunque nadie lo sabía. Daniel estaba atravesando una complicada enfermedad renal que, tras un tiempo de diálisis, le llevó a tener que someterse a un trasplante de su padre, Olle Westling. Pasarían años, antes de que el príncipe Daniel ganara el aplomo para hablar directamente de este tema, pero lo hizo cuando cumplió los 50 años para una cadena de televisión sueca. Dada la discreción con la que se manejó este tema, el largo noviazgo fue explicado por la propia Victoria de Suecia en estos términos: "Daniel tenía que acostumbrarse a este importante cambio en su vida. ¡Es un sacrificio! Dejas todo aquello por lo que has luchado. Un matrimonio conmigo significa que te casas con todo lo que me rodea y que debes dar todo por Suecia".
Los príncipes Carlos Felipe y Magdalena de Suecia desvían el foco
Cinco meses después del compromiso de Victoria y cuando todo el país se preparaba la primera boda de Estado del siglo, la princesa Magdalena, la pequeña de la casa, anunció su compromiso patrimonial con su novio de entonces, Jonas Bergstrom, con el que también mantenía un largo noviazgo de ocho años e incluso compartía piso. Así que todo apuntó a que Magdalena estaba esperando a que su hermana mayor, como princesa heredera, tuviera su gran boda para dar ella el paso. Suecia se preparó entonces para celebrar dos bodas reales en un año, una ya estaba fijada para la primavera y la otra se fijaría en el otoño. Todo saltó por los aires cuando se supo, de forma pública y muy mediática, que él le había sido infiel a menos en dos ocasiones. La Casa Real anunció la ruptura del compromiso y ella se marchó a vivir a Nueva York, donde finalmente terminaría conociendo al que hoy es su marido, Christopher O'Neill. Mientras, la Familia Real vivía con preocupación el inicio de otra historia de amor. Carlos Felipe de Suecia había roto con su novia de toda la vida, que contaba con el beneplácito familiar, para empezar una relación con Sofia Hellqvist, modelo de ropa interior, bailarina y que había saltado a la fama por un entrar en un reality show en el que un grupo de solteros compiten por quedarse a vivir en el paraíso.
El príncipe Carlos Felipe comenzaba su relación con Sofia Hellqvist, mientras que la princesa Magdalena afrontaba una ruptura desgradable y pública
Daniel Westling se transforma en príncipe
La vida más que cambiaba era la de Daniel Westling: estaba a punto de convertirse en príncipe de Suecia, duque de Västergötland, también iba a recibir de manos de su suegro la Orden de los Serafines y estaba dispuesto a asumir un rol activo en la agenda institucional. Durante su tiempo de preparación, el futuro príncipe lanzó algunos mensajes que le ayudaron a allanar el camino: "Yo creo que es un gran privilegio compartir la vida con una persona tan asombrosa. Pero también está la responsabilidad y el honor de servir al país y a los suecos. Hemos necesitado este tiempo. Ahora estamos preparados". No faltó quien, inspirado por las reinas por derecho propio de la época, Isabel II del Reino Unido y Margarita II de Dinamarca, preguntó sobre un tema algo trasnochado y Daniel salió al paso con acierto: "Me han educado en la igualdad, para mí no hay ningún problema en caminar uno, dos o diez pasos detrás de Victoria y aun así mantener mi autoestima".
'No hay ningún problema en caminar uno, dos o diez pasos detrás de Victoria y aun así mantener mi autoestima'
Llegó el día elegido: una fecha con sentido
La boda se celebró el 19 de junio de 2010, el mismo día en la que lo hicieron sus padres, los reyes Carlos Gustavo y Silvia, en 1976. El escenario fue la majestuosa catedral de Estocolmo, que ese día amaneció repleta de lirios del valle, las flores favoritas de la novia, y rodeada de una multitud (se calculó que 200.000 personas) dispuestas a arropar a la futura reina en el día de su boda y también de vivir un momento histórico, ya que por muy espléndidas que fueran las siguientes, ninguna boda alcanzó el despliegue de la de la princesa heredera.
El look nupcial de Victoria de Suecia
Victoria de Suecia llevó una creación que se caracterizaba por la sencillez de líneas puras: un vestido del diseñador sueco Pär Engsheden, confeccionado con seda satinada en color crema, escote barco y una cola de 5 metros de largo. Los zapatos fueron especialmente diseñados por la Maison Roger Vivier para ella en seda blanca como su vestido. El ramo de novia, en forma de lágrima cayendo, estaba elaborado combinando las flores tradicionales del verano sueco con algunas exóticas; todas ellas, blancas. Como manda la tradición familiar, la tiara elegida fue la de los camafeos romanos, que perteneció a la esposa de Napoleón, hay que recordar la dinastía Bernadotte fue fundada en 1810, cuando el mariscal francés Jean-Baptiste Bernadotte, uno de los hombres de confianza de Napoleón, fue elegido por el Parlamento sueco como heredero al trono.
El excepcional cortejo
Tres niños que nacieron para reinar en el siglo XXI y que a día de hoy tienen presencia en la vida institucional actuaron como damas y pajes en el cortejo nupcial: Amalia de Holanda, Ingrid de Noruega y Christian de Dinamarca.
Un escaparate para Suecia
Como suele ocurrir en estos casos, la boda se organizó de forma que el mayor número posible de suecos pudieran contemplar a la pareja, así que, tras salir de la catedral de Estocolmo a través del arco de sables formado por oficiales de la Marina Real que les rindieron honores, emprendieron el tradicional recorrido por las calles de Estocolmo en una sencilla calesa tirada por cuatro caballos. También aprovechando el escaparate y el reclamo turístico que suponía la boda de la princesa, la pareja se embarcó en una espléndida barcaza real para cruzar la bahía y llegar en barco al Palacio Real.
Las lágrimas de Máxima, Mette-Marit y Mary en el momento más emocionante del día
Si bien la ceremonia religiosa había sido cálida, la emoción se desbordó por completo cuando los novios llegaron al Palacio Real, tras el paseo en la barcaza real, donde les esperaban los 400 invitados al banquete. Cuando los novios ascendieron por la escalinata del palacio para encontrarse con sus familiares y amigos se produjeron numerosas muestras de cariño. Las imagenes de Máxima de Holanda, Mette-Marit de Noruega y Mary de Dinamarca secándose las lágrimas forman parte de la historia de ese día.
Otras fotos muy comentadas
Otro factor muy especial de esta boda es que el balcón del Palacio Real de Estocolmo dejó una muestra espontánea de momentos protagonizados por la realeza y que rara vez se ven, como la renia Rania fotografiando a los ciudadanos suecos que llenaban la plaza, las fotos que sacaba Federico de Dinamarca para el álbum privado o el comentado y romático gesto de Felipe VI, entonces príncipe de Asturias, con doña Letizia al comprobar que bajaba la temperatura. Eso sin olvidar la tradicional foto de familia con los miembros de todas las casas reales.
La conexión entres las hermanas
Aunque ese fuera el día de la princesa Victoria, además de un acto institucional al tratarse de la boda de un heredero, había otro tema incómodo del que se hablaba dentro y fuera del país: la ruptura del compromiso matrimonial de Magdalena de Suecia. La hija pequeña de los reyes Carlos Gustavo y Silvia de Suecia había puesto tierra de por medio para evitar la presión mediática y mantenerse ajena de todos los detalles sobre las infidelidades de su prometido que comenzaban a hacerse públicas, así que regresar a Suecia, semanas después de esa ruptura no debió ser fácil. La princesa Magdalena contó con el apoyo de sus hermanos, Carlos Felipe y Victoria.
La 'prueba de fuego' de Charlene Wittstock
Alberto de Mónaco había hecho oficial su relación con la nadadora Charlene Wittstock en los Juegos Olímpicos de 2006 y desde entonces comenzó su preparación para un posible rol de princesa. Un momento clave para la pareja fue su presencia en la boda de la princesa Victoria de Suecia, algo llamativo porque el protocolo real dicta que solo están invitadas las prometidas y no las novias, y el Principado no había comunicado nada al respecto. Al parecer la futura pricnesa fue muy bien recibida por las otras casas reales y si bien ese evento ha pasado a la historia como la “prueba de fuego” que impulsó a Alberto a pedirle matrimonio poco después. También es posible que el príncipe Alberto, que ya tenía 52 años y llevaba cinco como jefe de Estado, no precisara de la aprobación de nadie y más bien, por respeto a la princesa Victoria, no comunicara sus intenciones de casarse para no eclipsar ningun tipo de atención el dia de su boda. El compromiso entre Alberto y Charlene se anunció cuatro días después.
Cuatro días después de la boda en Suecia, Alberto y Charlene de Mónaco anunciaron su compromiso
El discurso de Daniel
Quince años después, cuando se habla de esta boda se recuerda el romántico discurso del príncipe Daniel que tuvo lugar durante el banquete: "Me siento orgulloso de ser tu marido y voy a hacer todo lo posible para seguir haciéndote feliz. Victoria, lo más importante es el amor, y yo, princesa de mi corazón, te amo tanto...". Por su parte, a la princesa heredera, le había tocado hablar en el momento más isntitucional, en el balcón del Palacio Real frente a todos los ciudadanos: "Hoy es un día que llevaremos en nuestros corazones por el resto de nuestros días".
'Hoy es un día que llevaremos en nuestros corazones por el resto de nuestros días', dijo la princesa desde el balcón real a las miles de personas que acudieron
La sorpresa de un rey poco romántico
Durante el banquete de bodas de la princesa, el rey Carlos Gustavo, que habló como anfitrión y padre de la novia, no olvidó que ese día se celebraba también su treinta y cuatro aniversario de su boda, así que se puso en pie y con una rosa en la mano se giró a la reina Silvia y le dijo: "Muchas gracias por el amor que me has mostrado".
El camino estaba abierto
La boda de Victoria de Suecia, como hermana mayor y también como heredera, abrió el camino para que sus hermanos, los príncipes Carlos Felipe y Magdalena, también eligieran sus parejas con total libertad. Si bien el proceso que atravesaron Carlos Felipe y Sofia, que acaban de bautizar a su cuarta hija, fue más complicado por la trayectoria que se conocía de ella, lo cierto es que al final, también tras un largo noviazgo y la transformación de la carrera de ella, contó con la aprobación de la Casa Real sueca. La princesa Magdalena encontró el amor en Nueva York y también tuvo una gran boda real junto al financiero Chistopher O'Neill, el único que por el momento no ha querido asumir labores institucionales como príncipe, pero que sí brinda su apoyo las funciones que conserva la princesa.