El palacio de Buckingham eligió un viernes por la tarde para soltar la bomba. Aún así no pudo evitar que el eco de su detonación se sintiera durante todo el fin de semana. Con un comunicado en el que el príncipe Andrés renunciaba a utilizar sus títulos, incluido el del ducado de York, la casa real británica aspiraba a poner distancia cuanto antes entre la Corona y las recientes informaciones sobre la relación del hermano del Rey y Jeffrey Epstein. Eligió la vía más rápida posible, pero ha sido inevitable que nada transcurriese con normalidad desde entonces.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 5 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 5 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Decimos que ha sido la vía más rápida posible, porque cualquier otra decisión más drástica, que implicase a Carlos III despojándole de sus títulos, no tendría efectos inmediatos, sino que requeriría de un procedimiento legislativo por parte del Parlamento. Sin embargo, con el propio príncipe renunciando voluntariamente a usar sus títulos, estamos ante una cuestión más simbólica que real, pero también es una declaración de intenciones. El Monarca marca distancias. En lo institucional, ya llevaba cinco años fuera de la vida pública, y en lo personal, ya no fue invitado ni él ni su exmujer a la Navidad de Sandringham. El mensaje ahora es que no hay vuelta atrás.
El siguiente paso en esta cascada de gestos ha sido digital. En la página web de la familia real británica, el príncipe Andrés, ya no aparece como duque de York, solo como príncipe. Tampoco aparece el comunicado que del pasado viernes, sino el de 2022 por el que renunciaba a sus afiliaciones militares y patronazgos reales, solo tres años después de abandonar la vida pública y tras la denuncia por abuso sexual de Virginia Giufree, que se saldó con un millonario acuerdo extrajudicial.
Entre tanto, la vida y la agenda sigue para los Windsor, aunque es imposible decir que como si nada. Carlos III ha reaparecido este lunes en una sinagoga de Manchester. Centrado en mostrar su apoyo a la comunidad judía, el acto transcurrió con absoluta normalidad, pero nunca tendría tanta expectación de no ser el primero después del anuncio de su hermano. También ha sido vista hoy por primera vez desde entonces, Beatriz de York, a la que han fotografiado con gesto serio entrando en coche a Royal Lodge, donde viven sus padres. Su reaparición, junto a su hermana, se esperaba para este fin de semana en el Pink Ball, celebrado en el Museo Británico de Londres. Aunque ninguna de las dos había anunciado públicamente su asistencia, la revista HELLO! tenía constancia de que ambas estaban incluidas en la exclusiva lista de invitados al baile, del que finalmente optaron por ausentarse.
Quien también ha notado ya las consecuencias del anuncio ha sido Sarah Ferguson, que tampoco utilizará el título de duquesa de York, pero además, su carrera literaria podría verse truncada. "El próximo libro infantil de Fergie debía salir el 9 de octubre, pero se retrasó hasta el 20 de noviembre, pero fuentes cercanas a ella afirman que habrá otro retraso. Una fuente de alto nivel de la industria afirma que las editoriales suelen retrasar indefinidamente la publicación de autores problemáticos antes de cancelarlos discretamente", asegura el experto en realeza Richard Palmer en el Daily Mail, anunciando lo que podría ser el final de su carrera como escritora. Hay que recordar que, Sarah Ferguson ha escrito más de 30 libros a lo largo de su carrera, abarcando géneros como la literatura infantil, la ficción histórica y varias memorias.