El príncipe Harry volvió a Reino Unido con una nutrida agenda y un viaje sorpresa a Ucrania invitado por el Gobierno para participar en una misión de ayuda a militares heridos en la contienda. Llegó a Kiev con un importante objetivo, en línea con su eterno compromiso con los veteranos de guerra, y con la resaca emocional de haberse reencontrado con su país, pero sobre todo, con su padre, al que no veía personalmente desde febrero de 2024.
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Había muchas esperanzas puestas en esa conversación y, pese a que duró solo 54 minutos y no trascendieron detalles, el clima es de optimismo. Cumbre de paz, así bautizó la prensa al encuentro. En declaraciones a The Guardian, medio que acompañó a Harry en la misión ucraniana, ha confirmado que los puentes están tendidos. Tampoco ha desvelado lo que han hablado, pero sí ha dejado claro su deseo de venir más a menudo a Reino Unido e incluso volver con sus hijos, Archie y Lilibet, que no ven a su abuelo desde hace tres años. "Esta semana ha hecho que eso esté más cerca", ha dicho.
En los próximos años "debo centrarme en mi padre", ha señalado. Esto supone dejar a un lado alguna de sus grandes cruzadas, como la de la seguridad en suelo británico, o al menos cambiar la estrategia. Después de perder el juicio contra el Ministerio del Interior para que le garantizase protección a él y a su familia, parece que esta cuestión deja de interponerse entre él y el Rey. Esto no quiere decir que haya renunciado a ello, pero al menos ya no litiga con las instituciones del Estado que su padre representa.
La actitud de Harry ha cambiado, pero eso no quiere decir que se arrepienta de haber hecho pública su verdad. "Tengo la conciencia tranquila", asevera amparándose en un consejo que le dio Meghan Markle: "Mantente siempre pegado a la verdad". Reconoce que era "un mensaje difícil", pero él dice que necesitaba dar su versión de lo que ya habían contado por él: "No es venganza, es rendición de cuentas".
Sin claudicar un ápice, sí se muestra menos enrocado en algunas batallas que acabaron levantando muros entre él y su familia. Una es la de la seguridad, y otra la que mantiene contra determinados medios de comunicación británicos. Aún tiene pendiente el juicio, que comenzará en enero, de la demanda conjunta contra la empresa editora Associated Newspapers en la que participan otros nombres conocidos como Elton John, y en sus palabras no hay indulgencia con los tabloides, pero parece abordar la cuestión con otra filosofía.
Aunque el príncipe Harry mantiene su relato, esta vez se siente apoyado y cree que muchos ciudadanos británicos sienten, como él, que ha sido injustamente tratado. Es importantísima esta percepción a la hora de plantearse una presencia más regular en Reino Unido. Con los lazos con su familia aún por recomponer y sin el favor de la prensa, necesita agarrarse al apoyo popular. Una mejora de su imagen pública sería su mejor pasaporte de vuelta a la vida pública británica.
Él insiste en que siempre ha querido y siempre querrá a su país. "Ha estado bien reconectar con las causas que me apasionan. He podido pasar tiempo con gente que conozco desde hace mucho. Es difícil hacerlo desde lejos", ha afirmado. Aun así, no acepta el relato que lo dibuja como un hombre disconforme con su vida en California junto a Meghan y sus hijos. Insiste en que es muy feliz, y si no siempre ha mostrado un talante alegre ha sido porque no siempre lo ha pasado bien en estos últimos cuatro años. "He sufrido incertidumbre y estrés por los litigios y me ha hecho daño descubrir ciertas cosas", en estas palabras queda el poso de amargura de las batallas no ganadas.