Mary desató una fiebre -el conocido "efecto Diana de Gales"- similar a la que han provocado otras consortes reales, en su caso, el fervor se extendió de Dinamarca a Australia. Las firmas de moda querían vestirla y las organizaciones benéficas que fuera su patrona, sin embargo, a ojos de la Casa Real, es decir, para la reina Margarita, no era la nuera ideal y le costó aceptar su llegada a Palacio