Caótica, hermosa y transformadora. Así es la crianza de un bebé. Lo han reflejado con belleza en un álbum ilustrado Silvia Nanclares (a la derecha en la imagen), dramaturga y autora, y María Hesse, ilustradora muy premiada.
Para ti que te gusta
Lee 5 contenidos gratis al mes con
solo registrarte
Navega de forma ilimitada con nuestra
oferta de Black Friday: 1 año
+ smartwatch valorado en 129€ por 29€
Este contenido es solo para suscriptores
Navega de forma ilimitada con nuestra
oferta de Black Friday: 1 año
+ smartwatch valorado en 129€ por 29€
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Navega de forma ilimitada con nuestra
oferta de Black Friday: 1 año
+ smartwatch valorado en 129€ por 29€
TIENES ACCESO A 5 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Su libro se llama Abrazaré el caos por ti (Ed. Lunwerg), y es un relato compartido que trata de acompañar a las mujeres en esta revolución vital, poniendo sobre la mesa, y en el mismo plano, el amor incondicional y el vértigo del cambio. La historia de varias familias que dan la bienvenida a sus hijos en un mismo barrio se entreteje para recalcar la importancia de no criar en soledad. Hemos charlado con ellas.
Cuando una tiene un bebé se da cuenta de lo poco acostumbrados que estamos a dar y pedir ayuda. ¿Quién nos hizo creer que podríamos solos?
"Tener un hijo es convertirte tú en una casa", decís en el libro, pero a veces esa transformación es "agotadora". ¿Estamos preparados para dejar de ser los que éramos cuando llega la criatura?
Silvia Nanclares: Definitivamente no. Nadie te prepara para eso, para bien y para mal. Por más que te cuenten, lo tienes que vivir para dimensionar el tamaño del viaje. Es un viaje de transformación fuerte. En parte, para eso hemos creado el libro, no tanto para avisar sino para acompañar.
María Hesse: Cuando tienes una criatura, durante mucho tiempo, y en especial el primero, no solo te necesitan a nivel emocional, precisan del contacto físico. Un bebé se siente indefenso sin ese contacto, es pura supervivencia. De hecho, durante mucho tiempo no distinguen que madre e hijo son dos personas diferentes. Necesitan también ese contacto para regular su temperatura, la respiración, etc., es algo muy animal. En el caso de la madre, además es alimento.
Inevitablemente, es agotador porque todo tu ser en esos primeros meses de vida deja de pertenecerte a ti para estar a su completa disposición en un sistema que no nos cuida y sostiene y que nos exige rápidamente volver a nuestra vida de antes, cuando esa vida ya no va a existir nunca más.
La importancia de la crianza acompañada está presente en cada página del libro. "Porque aunque estoy rodeada de personas, a veces me siento sola, muy sola, es como una soledad cósmica", dice una de las protagonistas. ¿De qué salva la tribu que rodea a la familia cuando llega un bebé?
S. N.: Pues en casos extremos te puede salvar hasta la salud, una de las causas de la depresión postparto es esa soledad. Pero sobre todo es saber que están ahí y que vas a poder tirar de gente cuando lo necesites. Porque también puedes desear estar más para dentro, pero no es lo mismo estar sola porque no te queda más remedio que vivirlo como una opción y sabiendo que cuentas con varias personas. Siempre se dice, pero nunca son demasiadas veces, que al bebé lo cuidan la madre y el padre, pero que ellas y ellos también necesitan ser cuidados en ese momento de “aterrizaje”.
M. H.: Te ayuda a no sentirte sola, y a entender que lo que te pasa a ti le pasa a las demás familias. También a ser más amable contigo misma y con como lo estás haciendo, en un momento donde se nos exige tanto en la crianza.
Sin embargo, vivimos cada vez más alejados del grupo. "Cuando una tiene un bebé, se da cuenta de lo poco acostumbrados que estamos a dar y pedir ayuda. ¿Quién nos hizo creer que podríamos solos?", se recoge en la obra. ¿Cuál es la respuesta ante este interrogante?
S.N.: Creo que esta sociedad y cultura tan individualista que tenemos. Al final todos somos dependientes o lo vamos a ser y eso la llegada de un bebé te lo muestra como pocas cosas. La fragilidad, la vulnerabilidad, la necesidad de sentir que puedes contar con alguien, todo eso parece contraindicado en una sociedad que muchas veces solo valora que seamos fuertes, productivas, rentables…
M. H.: También creo que es una cuestión de tiempo. El trabajo y producir nos consume mucho y lo sabemos, por eso nos cuesta pedir ayuda, porque estamos pidiendo que consuman parte de su tiempo libre para nosotras y es algo que posiblemente no les apetece.
Poly, una de las protagonistas, comenta cómo el resto de las mujeres que ya han sido madres no cuenta lo que de verdad implica. "¿Acaso se han olvidado de todo lo que vivieron? ¿Qué es esto: un secreto universal?". ¿Hay miedo a contar las experiencias reales de la maternidad?
S.N.: ¡Creo que en parte se olvidan! Y debe de ser una cuestión evolutiva. Son tantos que se producen durante todo la infancia que es como si tuvieras que estar “eliminando” cosas del disco duro para adaptarte a las necesidades de cada etapa. Y luego, que las mujeres tendemos a minimizar el valor de nuestras experiencias porque culturalmente no está tan reconocido el cuidar. ¡No está pagado, literalmente!
M. H.: Totalmente. De repente resulta que en generaciones anteriores todos los bebés dormían bien. Pero también creo que es una cuestión de vergüenza. Como no se hablaba, las madres no se atrevían a hacerlo para no ser juzgadas como malas madres o por tener bebés complicados. De hecho, cuando hablamos de “maternidades reales” todavía hay quien dicen que mejor no hubiéramos sido madres.
¿Qué ha supuesto en vuestras maternidades "abrazar el caos"?
S. N.: Bajar las expectativas, darte un baño de humildad, aceptar que no llegas a todo, abandonar el perfeccionismo, y aprender a reírte un poco de todo ello… A mí me cuesta cada día, soy muy controladora.
M. H.: Yo todavía estoy aprendiendo. Creo que tengo que soltar más.
Conciliaciones laborales imposibles, entornos donde parece que los niños molestan… La sociedad actual no parece demasiado amigable con los más pequeños. ¿Cómo integrar el mundo infantil y el mundo adulto de una forma armónica?
S. N.: Pues creo que en eso aquí aún tenemos un poso de una cultura muy familiarista e intergeneracional, pero la tendencia es a, sobre todo en las ciudades grandes, que todo se vuelva cada vez más hostil. En la parte en la que abordamos la salida al mundo real exploramos un poco algunas ideas. Ciudades más amables donde poder convivir pequeños y grandes, por ejemplo, sería algo bueno para comenzar. Horarios de trabajo más compaginados con el disfrute de la vida sería otra posibilidad.
M. H.: Ahora hay muchas personas que deciden de forma voluntaria no tener hijos y considero que es algo positivo, pero a veces esa elección se confunde con el rechazo a la infancia, y directamente las necesidades de los niños y las niñas quedan olvidadas. Junto con ellas, las de las propias familias. De nuevo muchas veces se recibe la respuesta de que no nos quejemos, que si no no hubiéramos tenido hijos.
Si tuvieseis que crear un libro que reflejara la maternidad soñada, ¿cómo sería?
S. N.: Con más recursos para criar en general: más ayudas, más parques, más escuelitas, más apoyo social, ciudades más acogedoras…
M. H.: Yo soy una pesada, pero a lo de Silvia añado, con más tiempo. Para esto inevitablemente hay que reducir las jornadas laborales porque así andamos, agotadas y sin apenas espacio para nosotras.
