La atención es la base para que niños y adolescentes aprendan y, por tanto, es esencial para un buen rendimiento académico. Sin embargo, los distractores parecen ser cada vez más y con mayor capacidad de atracción (o, más bien, de desatención) para nuestros hijos. ¿Cómo hacer que los niños sean capaces de prestar más atención y por más tiempo? Se lo hemos preguntado a Juan Fernández, investigador, psicólogo educativo, profesor de Ciencias y autor del libro En blanco. Cómo focalizar la atención, la memoria y la motivación para aprender (Plataforma Editorial).
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¿Por qué es tan importante que los niños tengan una buena capacidad de atención?
Al contrario de lo que podría parecer, la atención es un mecanismo que controla el procesamiento de modo que no nos abrume un exceso de información. Es decir, necesitamos la atención para seleccionar lo que vamos a aprender. Sería como ir a un restaurante teniendo que comer todos los platos. Como los niños, y nosotros, tienen muchos estímulos que son potencialmente distractores, la atención es fundamental precisamente para poder sobrevivir a tantas distracciones.
Cualquier estrategia para mejorar la atención de nuestros hijos va a implicar que nosotros también dediquemos atención y tiempo
¿Puede potenciarse esa capacidad? ¿Podemos hacer que la desarrollen más?
La capacidad atencional no está muy claro que se pueda mejorar, pero sí podemos mejorar los hábitos que ayudan a esa atención. Y los hábitos se pueden desarrollar, por ejemplo, mediante estrategias que limiten las distracciones a nuestro alcance. Poner a cargar los dispositivos en lugares comunes y poco accesibles, o acostumbrarnos a comprobar qué hemos aprendido después de una sesión de estudio son ideas que van en esta línea.
¿Cómo estimular la atención de los niños? ¿Qué podemos hacer los padres en casa para que aprendan a mantenerla por más tiempo también en clase?
Algo que deberíamos retomar, en casa y en la escuela, es la lectura compartida. Acostumbrarnos a leer un libro juntos, sosteniendo la atención en la narración. Conversar después sobre lo que se ha leído ayuda a interiorizar el tipo de preguntas clave en el aprendizaje: ¿he entendido la historia? Tenemos que ser conscientes de que cualquier estrategia para mejorar la atención de nuestros hijos va a implicar que nosotros también dediquemos atención y tiempo, sobre todo el principio.
¿Cuál es el papel de la motivación para lograr que niños y adolescentes se sienten a hacer los deberes y estudiar por sí mismos?
La motivación es clave, pero funciona al contrario de lo que imaginamos: no es la causa del aprendizaje, sino su consecuencia. Por tanto, si un niño se siente a hacer los deberes es porque, primero, percibe que va a ser capaz de hacerlos. Por eso es importante asegurar que, desde pequeños, entienden los deberes como algo que pueden realizar. Tal vez con nuestra ayuda al principio, pero luego solos.
¿Cómo motivarlos a hacerlo sin que eso implique una lucha de poder con los padres o una regañina?
Además, tiene que ser una actividad que valoramos en casa. Debemos estar pendientes, felicitar y dar valor a hacerlo bien como una recompensa en sí misma. Hacerlo bien ya es una recompensa, y aglo que va forjando una identidad como aprendiz.
Terminar los deberes como preludio a jugar a la consola significa que lo importante y valioso es la consola, y los deberes solo es el martirio necesario para alcanzarlo. Yo creo que hay que tener cuidado con esto: termina los deberes y luego te dejo hacer… Conseguimos a veces que se terminen de manera apresurada o superficial, con muy poco aprendizaje; y después damos valor a lo que viene después.
La motivación es clave, pero funciona al contrario de lo que imaginamos: no es la causa del aprendizaje, sino su consecuencia
Para conseguir que lo establezcan como rutina diaria, ¿cuál es el truco?
No suelen existir muchos trucos con esto, si los hubiera no sería tan complicado. Pero ayuda reservar un hueco de trabajo diario, que se cumple siempre, haya o no haya tareas inmediatas. Por ejemplo, si fijamos el martes de 17 a 18, pues esa hora se dedica siempre a trabajar, o a leer un libro que nos han pedido, o a preparar apuntes o presentaciones… La idea de mantener siempre un tiempo fijo proviene de la abundante literatura sobre los hábitos. Otra idea clave es sentarnos a trabajar en nuestras cosas, y con ellos trabajando en las suyas. Si es posible, puede ser una buena idea compartir esos ratos de trabajo en casa.
¿La atención por si sola ayuda a un adecuado rendimiento académico?
El rendimiento académico es multifactorial, tiene muchas causas y variantes. Se trata por tanto de algo difícil de comprender en términos de una relación sencilla de causa y efecto. Lo que está claro es que los hábitos que ayudan a la atención también ayudan a aprovechar mejor el tiempo. Yo siempre digo que la unidad de medida del estudio no es la hora. Se puede estar una hora papando moscas o realmente aprendiendo. Por eso la pregunta no es si nuestros hijos necesitan más tiempo de estudio, sino si necesitan mejor tiempo de estudio.
En el libro “En blanco: Cómo focalizar la atención, la memoria, y la motivación para aprender”, destacas la importancia de recurrir a técnicas de estudio. ¿Cómo enseñarlas a los niños en función de su edad?
En primer lugar, a mí siempre me ayuda leer sobre el tema. Es decir, si te preocupa el tema, creo que lo mejor que puedes hacer es leer sobre ello. No necesariamente mi libro, claro, jajaja. Pero existen muchos libros que pueden ayudarte a ello. En segundo lugar, creo que es importante empezar por los objetivos: “¿por qué es importante?” Y esta pregunta hay que saber contestarla bien, pensando en todo lo que aporta una buena educación y hablando de ello con nuestros hijos.
No solo es importante para su futuro, sino para su forma de entender el mundo y a ellos mismos. De ahí podemos enfocarlo a estrategias de hábitos sencillas para los más pequeños, siempre intentando crear identidad de que esto “lo sabes hacer bien” y “es cuestión de intentarlo”. En esas fases iniciales hay que tener paciencia y entender el fallo como un paso necesario para el aprendizaje.
¿Si reducimos el tiempo de pantallas, al cabo de un tiempo el niño tendrá una mayor capacidad de atención?
Como hemos hablado antes, más bien se trata de que las pantallas añaden necesidad de eliminar distractores. Siendo estrictos, no hay una relación comprobada entre el uso de pantallas y una menor atención. Dicho esto, las pantallas deben utilizarse con cautela, en el sentido de que no se aprende a usarlas de manera natural. Muchas entrevistas y supuestos expertos afirman que nuestros hijos son nativos digitales, que nacen sabiendo utilizar las pantallas. Y esta idea me parece muy dañina, porque entonces son los dispositivos los que manejan al usuario, y no al revés.
Me atrevería a decir que ese es el mejor consejo que puedo dar: las pantallas hay que aprender a usarlas. Eso significa, por ejemplo, que se encienden para una cosa, se utilizan y luego se apagan. No están encendidas todo el rato, sino solo cuando las vamos a usar para algo. De esta manera ayudamos a la atención de nuestros hijos, como decíamos al principio.
¿Influyen también las emociones en la capacidad de atención?
Las emociones son imprescindibles, pero una vez más no en el sentido habitual. Por un lado, las emociones regulan el interés, que juega un papel clave en el aprendizaje. Por otro lado, las emociones pueden activar el aprendizaje, aunque sean poco desagradables, como la tensión. Yo diría que las emociones más importantes relacionadas con la atención son aquellas que tienen que ver con la percepción de nosotros mismos como aprendices.
De nuevo, la idea es contraintuitiva: tal vez necesitemos acostumbrarnos poco a poco a un cierto aburrimiento, a no entender del todo lo que estamos leyendo, pero sin embargo a persistir con el estudio o la lectura. Retrasar la gratificación, que es justo lo contrario de lo que nos proponen muchas veces las redes sociales o los vídeos que vemos en el móvil. Y ahí, nuestro papel como madres y padres puede ser esencial: el que algo quiere, algo le cuesta. En en esto de la atención, también.