Las Gemelas Pin (Esther y Gemma Pineda) son entrenadoras, madres y exdeportistas de élite. Desde 2015 están centradas en ayudar a cuidarse a mujeres con poco tiempo y muchos compromisos. En su nuevo libro Mamás guerreras (Ed. Larousse) exponen cómo el entrenamiento en el posparto contribuye a reconectar contigo y a recuperar tu energía, lejos de metas imposibles y poco realistas de volver a ser exactamente la de antes. Hemos charlado con ellas.
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Más que perseguir un ideal de forma corporal, lo importante es abrazar el proceso: moverte, alimentarte bien, descansar y darte espacio
En vuestro libro sostenéis que "ser madre no significa dejar de ser guerrera". Sin embargo, para muchas madres, cuidarse se convierte en la última de sus prioridades o de sus posibilidades reales. ¿Cómo revertir esto?
Es cierto: muchas veces, al convertirnos en madres, nos ponemos al final de la lista de prioridades. Pero ser guerrera también significa aprender a cuidarnos para poder cuidar mejor. Y eso no siempre implica grandes sacrificios de tiempo:
- Pequeños espacios: no hace falta entrenar una hora; con 10–15 minutos diarios de movimiento ya marcamos la diferencia.
- Hábitos invisibles: elegir caminar en lugar de conducir, subir escaleras, estirar mientras los niños juegan.
- Autocuidado realista: darse permiso para descansar, pedir ayuda cuando se necesita y no sentir culpa por dedicar un rato a una misma.
- Rutinas familiares: incluir a los hijos en actividades saludables, como paseos, bailar en casa o jugar juntos.
- Cambio de mentalidad: no pensar en “todo o nada”, sino en sumar pequeños pasos sostenidos que, con el tiempo, construyen bienestar.
La clave está en entender que cuidar de nosotras no es un lujo, sino una necesidad, y que esos pequeños gestos diarios nos mantienen fuertes para seguir siendo guerreras en la maternidad y en la vida.
Muchas mujeres quieren volver al cuerpo de antes de la maternidad, pero no siempre es posible. ¿Es más realista aspirar a unos buenos hábitos que a una forma corporal concreta?
Por supuesto. El objetivo no debería ser volver exactamente al cuerpo de antes, sino construir hábitos de 10 que nos permitan cuidarnos de forma integral. El autocuidado no es solo una cuestión estética: es lo que nos da energía, vitalidad y fuerza mental para afrontar los retos del día a día. Tras la maternidad, tanto el cuerpo como la mente cambian, y es normal que la autoestima se resienta. El ejercicio físico y los hábitos saludables son una manera de reconectar contigo misma, recuperar confianza y sentir que vuelves a estar en tu centro. Más que perseguir un ideal de forma corporal, lo importante es abrazar el proceso: moverte, alimentarte bien, descansar y darte espacio. Eso te ayuda a recuperar cuerpo y mente, y a vivir esta etapa desde un lugar mucho más positivo.
Entrenar no es solo cuestión de recuperar la forma física, sino de fortalecer la mente y la resiliencia emocional para disfrutar más plenamente de la maternidad.
¿Qué aporta el ejercicio, al margen de los beneficios físicos, a las madres recientes?
El ejercicio, más allá de los beneficios físicos, es una herramienta clave de autocuidado mental y emocional para las madres recientes. Ayuda a recuperar la autoestima y la seguridad en una misma, que muchas veces se ven afectadas en esta etapa tan exigente. Después de dar a luz, es común sentir dudas sobre si se está cuidando bien del bebé o incluso perder confianza en el propio cuerpo. El movimiento aporta la sensación de “sí puedo”, devolviendo fuerza y confianza.
Además, el ejercicio mejora los niveles de energía en un momento en el que el descanso es limitado y el estrés es alto. Gracias a la liberación de endorfinas, se reduce la ansiedad, mejora el estado de ánimo y se afronta el día a día con más vitalidad. En definitiva, entrenar no es solo cuestión de recuperar la forma física, sino de fortalecer la mente y la resiliencia emocional para disfrutar más plenamente de la maternidad.
Recomendáis que, de poder elegir, es mejor entrenar por la mañana, ¿por qué?
Sabemos que en la maternidad no siempre es fácil elegir, pero, si se puede, entrenar por la mañana es una gran opción. En esta etapa tan demandante, a medida que avanza el día los niveles de energía suelen bajar y aparecen imprevistos que hacen más difícil encontrar un hueco. Hacer ejercicio a primera hora no solo garantiza que cumplas con tu entrenamiento, sino que además activa el metabolismo basal, favoreciendo la quema de grasa en reposo, y te llena de energía y endorfinas para afrontar el día con mejor ánimo y más vitalidad. En resumen: entrenar por la mañana es como empezar el día con un “cargador interno” que te ayuda a estar más fuerte y enfocada en todo lo que viene después.
Habláis del escaneo corporal como una herramienta muy útil para el ejercicio tras la maternidad, ¿en qué consiste?
El escaneo corporal, más que centrarse en el número de la báscula, consiste en observar y sentir los cambios reales en tu cuerpo. Siempre decimos a nuestras guerreras que los resultados se ven mejor en el espejo y en la ropa, porque el peso es muy relativo y depende de muchos factores, como la constitución corporal o la retención de líquidos, que en esta etapa suele ser alta. Cuando una mamá empieza a cuidarse y a dedicarse tiempo, poco a poco nota cómo su cuerpo se transforma: más energía, mejor postura, más fuerza y confianza. Por eso insistimos en que la mejor manera de medir la evolución es esa: mirarte, sentirte y comprobar cómo te queda la ropa, más que obsesionarse con la báscula.
¿Cuáles son los errores que hay que desterrar al volver o iniciarse en el entrenamiento tras ser madre?
Uno de los errores más comunes es la sensación de culpa por dedicarte tiempo. Muchas madres piensan que, si entrenan, están “abandonando” a sus bebés, cuando en realidad cuidarse es también una forma de cuidar mejor de ellos. Otro error es creer que hay que esperar un tiempo fijo, como 40 días o varios meses, para volver al ejercicio. En realidad, depende mucho del tipo de parto, del estado físico previo y de la valoración del ginecólogo. Lo importante es empezar de forma progresiva y adaptada, porque siempre hay actividades seguras que se pueden ir incorporando. Y, por último, pensar que hay que volver al nivel de antes de golpe. La maternidad es un proceso de cambios, y el entrenamiento también lo debe ser: paso a paso, escuchando al cuerpo y disfrutando del proceso.