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Niños

‘Mi hijo se lleva todo a la boca y ya no tiene edad para ello, ¿por qué lo hace?’

¿Es indicativo de un problema de fondo? ¿Qué debemos hacer para ayudarle? La neuropediatra Cristina Cordero nos responde

¿Es normal que un niño se lleve todo a la boca? La respuesta, de manera genérica, es que depende de la edad. En un bebé, por ejemplo, “esta conducta es una fase normal en el desarrollo de todos los niños y se conoce con el nombre de fase oral”, como nos indica la neuropediatra Cristina Cordero Castro, Directora de la Unidad de Pediatría de Blue Healtcare de Madrid y Coordinadora del grupo de trabajo de Neurodesarrollo de la SENEP (Sociedad Española de Neurología Pediátrica). Esta fase, de hecho, es muy útil en el desarrollo de todo niño, pues, como señala la doctora, “los bebés aprenden sobre el mundo a través de sus sentidos, y la boca es una gran aliada. A través de ella experimentan diferentes texturas, temperaturas y sabores, que contribuyen a su desarrollo sensorial. De la misma manera, la fase oral contribuye al desarrollo de la coordinación mano-ojo y mano-boca, que será imprescindible para el futuro desarrollo motor y la exploración del entorno”.

A esto hay que sumar algo mucho más práctico y es que “el consuelo que les proporciona la succión, o el alivio de las molestias que genera la dentición, pueden estar relacionadas con esta conducta”.

¿Cuándo se da la fase oral en los niños?

El primer paso para darnos cuenta de si es normal o no la conducta de llevarse todo a la boca por parte de nuestro hijo es la edad: “La fase oral suele comenzar alrededor de los 4 meses, como parte de la exploración sensorial del mundo que les rodea, y suele alcanzar su pico máximo en torno a los 6-7 meses”, explica Cordero Castro. “La mayoría de los niños van abandonando esta conducta según van creciendo y van desarrollando habilidades motoras y cognitivas que les permiten explorar el mundo de otras maneras. Generalmente termina de extinguirse en torno los dos años, aunque esto no ocurre en todos los casos”.

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¿Por qué un niño mayor de 2 años se sigue llevando objetos a la boca?

Cuando un niño de 2, 3 y, sobre todo, de 5 ó 6 años se sigue llevando todo tipo de objetos a la boca empieza a ser motivos de preocupación para los padres, entre otros motivos, porque puede suponer un peligro para él si los objetos que se lleva a la boca son de pequeño tamaño (por lo general, ya mucho más alcance a partir de los 3 años). ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué algunos niños siguen mordiéndolo todo a pesar de haber pasado ya la fase oral?

“Podemos encontrarnos con diversos escenarios”, apunta la neuropediatra. Así, “en algunas ocasiones puede reflejar una forma de manejar el estrés o la ansiedad, en otros casos puede estar formando parte de un todo mucho mayor y que sea indicativo de la presencia de un trastorno del neurodesarrollo (nunca de forma aislada, pero sí como un síntoma más), y en muchos otros casos puede ser simplemente una costumbre que persiste en el tiempo”.

“Por ello, aunque la mayoría de las veces esta conducta no va a tener importancia y terminará extinguiéndose, debemos estar alerta a otros signos que puedan hablarnos de estados de ansiedad (e intentar entender la circunstancia que pueda estar generando ese estrés y necesidad de autorregulación en el niño), o de problemas en su neurodesarrollo (como por ejemplo el retraso en hitos relacionados con el lenguaje y la comunicación)”.


- Signos de alerta a los que prestar atención

Las principales señales de alerta que deben hacer a los padres plantearse la presencia de algún problema asociado al hecho de que el niño se lleve todo a la boca son: “una irritabilidad marcada, rabietas muy frecuentes, problemas en la conciliación o en el mantenimiento de sueño, dificultades en el contacto visual o en la comunicación, problemas para sociabilizar con iguales o con adultos, conductas repetitivas u otros aspectos relacionados con el procesamiento sensorial”.

Cuando se presenten algunos de estos síntomas y, “en general, cuando esta conducta se asocia a síntomas que podrían estar siendo indicativos de un problema de fondo, debemos consultar con su pediatra”, recomienda la Dra. Cordero Castro. Será él “quien pueda orientar a la familia, tranquilizando la mayoría de las veces, pero dirigiendo de forma precoz a los especialistas pertinentes cuando haya algún dato de alarma que deba ser estudiado en más profundidad”.

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