© Istock Encopresis infantil. Niño sentado en el WC portátil.

Salud Infantil

¿Sabes lo que significa que un niño sufra encopresis?

Consiste en un escape de heces en lugares inapropiados en un niño o niña para el que se presupone un buen control de cuándo debe ir al baño. Puede ser por una causa médica o emocional.

La encopresis infantil, también conocida como incontinencia fecal o evacuación involuntaria, se define como el trastorno que presentan aquellos niños que “tienen un escape de las heces en lugares no apropiados”, nos explica la Dra. Carolina Hernandez Carrillo, pediatra y divulgadora en las redes sociales (@carolina_pediatra). Generalmente, se presenta tras la acumulación de heces retenidas en el recto y en el colon , cuando se prolonga en el tiempo, produciendo una pérdida de control de las defecaciones y distensión intestinal.

Una evacuación involuntaria o voluntaria que, lejos de producirse en edades tempranas, “aparece en un niño mayor de cuatro años de edad”, franja de edad en la que se entiende que la mayoría de los niños ya han aprendido a ir al baño por su cuenta. Por tanto, es un trastorno que se da en niños que ya deberían controlar los esfínteres . Por ello, es un motivo lógico de preocupación y necesita de una valoración médica e, incluso, en ocasiones, psicológica. No es, eso sí, un problema de gravedad que comprometa la salud del niño, pero sí que puede causar vergüenza o frustración, tanto del niño como de los padres. Sobre este problema hemos querido hablar con la doctora para que nos cuente cuáles son sus causas y cuál debe ser el tratamiento o las vías de actuación.

Encopresis, ¿qué provoca este trastorno?

La causa más frecuente, nos explica la doctora, es el estreñimiento . “Cuando un niño está estreñido, las heces se acumulan en la parte final del intestino grueso (como hemos visto, el colon y el recto), provocando que el intestino, poco a poco, se vaya dilatando”. Al estar agrandada esta última parte del intestino, disminuyen las ganas de hacer caca, el niño se olvida de ello y la situación se perpetúa sin que el niño tenga ganas de ir al baño. Cuando ya no caben más heces, nos dice la doctora, “se produce ese escape involuntario y, por eso, el niño suele manchar la ropa interior sin poder aguantar”. Un episodio aislado no debe ser motivo de preocupación, sino que debe ser algo reiterado.

Hay veces, incluso, que al ser las heces secas y duras, provocando dolor al evacuar, sea el propio niño quien evite ir al baño, empeorando así la situación. Se considera primaria en el caso en el que nos ha explicado la doctora (niño mayor de cuatro años sin control fecal de, por lo menos, un año) o secundaria, cuando ha sido precedida de un período de continencia fecal de, al menos, un año.

Menos frecuentes, pero puede haber causas psicológicas

Además, existen otras causas, nos apunta, que pueden ser problemas ligados directamente al intestino (mucho menos comunes) o de aspecto psicológico, muy ligadas a lo emocional. Entre ellos:

  • Dificultades durante el aprendizaje para ir al baño o un aprendizaje prematuro.
  • Estrés emocional, por ejemplo, tras el nacimiento de un hermano .
  • Cambios drásticos en la vida, como puede ser el comienzo de la etapa escolar.
  • Modificaciones en la dieta.

¿Cómo se detecta y qué tratamiento puede haber?

Los síntomas de la encopresis son, principalmente, “el manchado de la ropa interior del niño y las deposiciones en lugares inapropiados”, nos explica la doctora. Algo sencillo de detectar, porque este síntoma “es suficiente para diagnosticarla”. En estos casos, hay que consultar siempre al pediatra, “si el niño presenta este síntoma de forma continuada y tiene más de cuatro años”.

Para su tratamiento, todo dependerá de las causas que lo provoquen. En el caso de un estreñimiento, lo fundamental es tratarlo. “Al inicio, como el intestino está tan lleno de heces, debemos recurrir a laxantes para vaciarlo”, nos cuenta. Sin embargo, una vez eliminada la retención, “se debe llevar una dieta saludable, rica en frutas y verduras, realizar ejercicio físico regular y educar los hábitos defecatorios en el niño”.

Sin embargo, si las causas son más de tipo emocional o psicológico, el enfoque del tratamiento debe ser multidisciplinar, con un abordaje médico y psicológico. En este sentido, el tratamiento se centraría en modificar de forma positiva los hábitos de defecación, como ha comentado la doctora. Esto se logra mediante la utilización de refuerzos positivos, dependiendo de la causa: por ejemplo, si es ansiedad, se utilizarán técnicas de relajación. Pero, sobre todo, es necesario enseñarle al niño cómo identificar los momentos en que debe evacuar, de manera que consiga convertir en un hábito la defecación voluntaria, mejorando su autonomía para ello.

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