Embarazada sorprendida ante los movimientos del bebé©AdobeStock

Embarazo

‘¿Cuándo notaré las primeras pataditas de mi bebé?’

Tras las primeras ecografías que confirman el embarazo, la mujer tiene un segundo momento estelar que coincide con la sensación de los movimientos del bebé. ¿Desde qué semana se pueden percibir? ¿Se notan igual en todos los casos?

La primera vez que la embarazada percibe los movimientos de su hijo no se olvida nunca. A partir de ese día, y hasta que dé a luz, esas patadas, brazeos y otras piruetas deberán estarán presentes cada jornada.

Para conocer más en detalle cuándo se vive este mágico momento y qué implica la actividad fetal, hemos recurrido a Teresa del Rosario, matrona y creadora de Mami To Be, un servicio de acompañamiento en la maternidad.

Los primeros movimientos en primerizas

En embarazadas primerizas, los primeros movimientos del bebé se empiezan a notar entre las semanas 22 y 24. Esto no significa que sea en ese momento cuando se empiece a mover el niño, ya que desde la sexta o séptima semana de gestación el embrión está activo y se mueve, aunque desde fuera no pueda percibirse.

Tal como explica la experta, la madre advertirá un burbujeo o un mariposeo en el vientre. Es una sensación distinta a otras y que va evolucionando hasta que alrededor de la semana 24 ya esa actividad se percibe de forma mucho más vigorosa, con patadas, un codo...

Las mujeres que ya han sido madres previamente pueden sentir al bebé antes, así “a partir de la semana 18-20 ya lo pueden notar”, aclara Teresa del Rosario.

Factores que influyen a la hora de notar al bebé

Hay algunas circunstancias que hacen que el feto se perciba o más tarde o con más dificultad. Son las siguientes:

  • Madres obesas o con alto IMC. Cuando el índice de masa corporal (IMC) es muy elevado o la madre es obesa, puede costar más notar al bebé. En estos casos es posible que se perciba a partir de las semanas 24-25-26.
  • Placenta anterior. La situación de la placenta también influye. “Cuando hay una placenta anterior, esta hace de ‘cojín’ y eso repercute en que los movimientos se perciban más disminuidos”, subraya la matrona.
  • Altos niveles de estrés. El estrés alto y mantenido en el tiempo puede dificultar también la percepción de la actividad fetal.
  • Crecimiento intrauterino retardado. Cuando hay un CIR (crecimiento intrauterino retardado) o en bebés más pequeños de lo que corresponde para la edad gestacional, puede haber menos movimientos.
  • Problemas en el embarazo. Algunas alteraciones, como la tensión alta en el embarazo o las que tienen que ver con la placenta, pueden hacer que el bebé se note menos.
Embarazada mirándose y tocándose la tripa©AdobeStock

El patrón del movimiento en el feto

Los movimientos del bebé en el vientre materno son síntoma de salud fetal. Que no pare de moverse no es indicativo de que vaya a ser nervioso cuando nazca, como se comenta popularmente. “Un bebé que está sano se va a mover, y si se deja de mover, puede sucederle algo”, insiste la creadora de www.mamitobe.es.

Por eso es muy importante conocer el patrón de movimientos de cada niño, una secuencia que suele estar ya determinada entre las semanas 26-30. “En general, los niños son más activos por la tarde-noche y menos por la mañana. Cuando la madre descansa, el bebé lo nota y también la percepción de ella está más agudizada para darse cuenta de esos movimientos”, destaca.

¿Qué hacer si no se notan los movimientos?

Una vez que se empieza a percibir la actividad del bebé intraútero, hay que advertirla todos los días hasta el del mismo parto. Aunque haya menos espacio, el bebé se sigue moviendo y la madre debe notarlo hasta el final del embarazo, día a día.

Dejar de percibirlo puede tratarse de una emergencia, por eso, sin obsesionarse, hay que estar pendiente de esos movimientos. Cuando no logre percibirlo como habitualmente (con el patrón que suele establecer cada bebé), las recomendaciones son que se tumbe del lado izquierdo (para que no se comprima ninguna vena que aporte riego sanguíneo al útero) y que tome algún alimento que proporcione una dosis rápida de glucosa. Puede ser, tal como detalla la matrona, chocolate negro, almendras, un plátano o un zumo de frutas, que proporcionan energía instantánea y deberían provocar que el bebé se moviera justo después. También puede dar resultado un vaso de agua con hielo.

Si tras esta medida, en la hora siguiente no se nota al bebé, “debe acudir a Urgencias para que valoren el bienestar fetal”, alerta Teresa del Rosario (@mamitobe.es, en Instagram).

A madres con algún factor de riesgo, donde los patrones de movimiento sufran disminuciones con frecuencia, se les suele proporcionar una hoja de conteo para ir apuntándolos.


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