© AdobeStock Niño llevando una bandeja en el comedor del colegio

Salud

Así se garantiza la seguridad de los niños alérgicos en los comedores escolares

Las alergias alimentarias pueden ser de muchos tipos: al pescado, a la leche, a las legumbres, a alguna fruta... Las reacciones cuando el niño toma alguno de esos alimentos pueden ir desde lo más leve hasta provocar un desenlace fatal. ¿Qué precauciones se tienen en el menú del colegio para evitar accidentes?

En España, hay entre un 30 y un 40% de alumnos que se quedan en el comedor escolar. Traducido a cifras de alergia alimentaria, unos cien mil niños de las etapas de Infantil y Primaria tienen este problema.

Garantizar que los alimentos de la dieta diaria en el colegio reúnen las condiciones de seguridad para todos los alumnos es una tarea básica. El Dr. Juan Carlos Juliá, coordinador del Grupo de Trabajo de Educación Sanitaria de la SEICAP (Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica) nos da las claves para lograrlo.

Las alergias más frecuentes en edad escolar

Las recomendaciones pediátricas son que, hasta los seis meses, el niño solo tome leche materna o, en su defecto, leche artificial. Es a partir de esa edad cuando puede ir empezando a probar otros alimentos.

Algunos bebés de biberón manifiestan alergia a las proteínas de la leche de vaca desde el comienzo y hay que darles una leche especial (un hidrolizado), pero lo más habitual es que las alergias alimentarias comiencen según su menú se va diversificando. “Cuando son más pequeños, las alergias más comunes son a la leche, el huevo y el pescado, mientras que en la adolescencia suelen ser a la fruta y a los frutos secos”, comenta el Dr. Juliá.

No hay alergias más peligrosas que otras; todas ellas, dependiendo del niño, pueden conllevar más o menos riesgos. “Cualquier alergia puede provocar desde una reacción leve (habones en la piel) hasta anafilaxia, que puede poner en peligro su vida por comprometer la vía respiratoria y el sistema cardiovascular”, advierte el experto de la SEICAP.

Cómo se prepara el comedor

Lo más habitual es que, cuando el niño se incorpora al centro escolar, las alergias alimentarias ya hayan sido detectadas por la familia, de tal forma que hay un aviso previo si el pequeño se queda en el comedor.

“En la inmensa mayoría de los comedores escolares, hay catering y ya no se cocina en los centros”, comenta el especialista. “Esto hace que las bandejas suelan llegar nominales y marcadas para cada niño, lo que aumenta la seguridad”, explica.

En todo caso, sus recomendaciones son:

  • Diferenciar bien al niño que es alérgico del resto para que no haya confusiones con lo que toma.
  • Vigilar que no manipule otras bandejas de comida.
  • Evitar que se lleve otros cubiertos que no sean suyos a la boca, pues hay niños que solo con eso ya pueden manifestar alergia aunque no ingieran el alimento.
  • Si se cocina en el propio centro, garantizar que los utensilios de cocina y el menaje son distintos para cada menú y que no hay contaminación cruzada. Hay que tener en cuenta que, en algunos casos de alta sensibilización, la alergia se puede manifestar solo porque en la misma habitación esté presente ese alimento, por lo que hay que extremar la precaución en el cocinado.
  • Mantener las mismas medidas de supervisión y de control cuando hay una excursión o una salida fuera del centro e instruir a los monitores para no cometer errores en la distribución de los alimentos.
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¿Es buena idea separar a los alérgicos?

En muchos comedores escolares, los niños con alergias alimentarias comen en mesas aparte de sus compañeros. “Nosotros preferimos que no haya esa separación para no estigmatizar al niño. Entendemos que a veces es lo más útil para garantizar la seguridad, sobre todo si no hay personal suficiente, pero a nadie le gusta que le señalen por ser diferente. Muchas veces no pueden ir a cumpleaños o a otras actividades por este problema, por lo que hay que intentar integrarlos al máximo”, expone el representante de la SEICAP.

Por tanto, si el niño es totalmente responsable y cuenta con supervisión, lo ideal es que comiera junto al resto de niños. Si no es posible, debe primar su salud ante todo.

“Y si hay dudas sobre si puede o no puede tomar algún alimento, no se le debe dar”, insiste el especialista. No hay que olvidar los casos desgraciados que saltan a los medios de comunicación, incluso con resultado fatal. Uno de los errores más comunes en este sentido es el de confundir la alergia a las proteínas de la leche de vaca con la intolerancia a la lactosa. Son entidades totalmente diferentes y un niños alérgico a la proteína láctea puede sufrir un grave problemas si se le da un producto que en su composición tenga leche (aunque no lleve lactosa).



¿Quién debe responsabilizarse de la alergia alimentaria?

Desde los tres o cuatro años, los niños ya son conscientes de que no pueden comer todos los alimentos, sin embargo, y dependiendo de su madurez, hasta los nueve o diez años no pueden responsabilizarse de su dieta: necesitan a un adulto que los vigile.

Afortunadamente, en algunos centros escolares cuentan con servicio de enfermería. Son estos profesionales los que, a juicio del Dr. Juan Carlos Juliá, deben custodiar la medicación del niño (en caso de reacción a algún alimento) y también el control de su dieta en el ámbito colegial.

Sin embargo, en muchas ocasiones es el personal docente el que debe hacerse cargo de la alergia. “Desde SEICAP reclamamos protocolos en todas las comunidades autónomas para que el profesorado reciba formación y planes de actuación en caso de alergias. Que no sean los padres los que tengan que explicar a un profesor cómo poner una adrenalina autoinyectable si llega el caso”, detalla.

En algunas comunidades sí funciona este modelo. Por ejemplo, en Galicia, Baleares o Andalucía hay distintos programas como “Alerta Escolar” o “Aire”, donde el personal docente recibe formación acerca de distintas complicaciones en salud como el asma, las alergias alimentarias, la diabetes , las crisis epilépticas y la parada cardiorrespiratoria.

Tal como destaca el representante de la SEICAP, debe tratarse de contenidos renovados periódicamente y a disposición de los nuevos docentes que se incorporen cada año. Saber actuar correctamente y con rapidez en un caso de alergia alimentaria puede ser clave.


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