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Belén se casó en Jerez de la Frontera con un vestido de novia clásico y una mantilla del siglo XIX: esta es su historia


Esta recién casada, que quería que su look no envejeciera, se puso en manos de Navascués para lograr un resultado atemporal


Vestido de novia clásico de Navascués© Alejandra Salido
Estrella AlbendeaColaboradora de Novias
6 de noviembre de 2025 - 18:20 CET

Casarse es todo un reto para esas novias que nunca se han planteado qué les gustaría en su gran día. Para otras, aquellas que llevan toda la vida imaginando esa fecha especial, el ‘sí, quiero’ es una meta cumplida. “Desde pequeña he soñado con mi boda. Mi madre siempre bromeaba diciendo que 'nací casada’. Con los años, fui recopilando en una carpeta toda la inspiración que encontraba y los vestidos de novia que me encantaban. Pensaba que, cuando llegara el momento, escoger mi vestido sería facilísimo gracias a esa recopilación”, reconoce Belén, una jerezana que se ha hecho viral con su traje sencillo y clásico, de cuerpo drapeado. 

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© Alejandra Salido

Su diseño de Navascués fue fruto de un cambio de opinión, puesto que después de ver todo lo que había guardado en aquella carpeta, no se sintió identificada con nada. “Aunque me gustaba mucho lo que había guardado, me di cuenta de que no me veía con ninguno de esos vestidos. Todo me parecía precioso, pero nada terminaba de ser yo al cien por cien. Era como tener todas las piezas del puzzle, pero no lograr encajarlas”, nos cuenta. La joven aprovechó los meses de verano para ordenar sus ideas e ir a su primera cita mucho más centrada.

© Alejandra Salido
© Alejandra Salido

Un atelier madrileño para una boda en Jerez de la Frontera

Nuestra protagonista supo desde el primer momento que Navascués sería la firma que haría realidad su ansiado look. De hecho, solo visitó esta casa. “Siempre me ha encantado cómo cuidan cada detalle y la perfección con la que confeccionan sus vestidos. Además, tenía muy buenas referencias y sentía que su estilo encajaba exactamente con lo que yo buscaba. Tenía la intuición de que sabrían captar mi idea y ayudarme a darle forma… Y no me equivoqué”, dice.

© Alejandra Salido

En su primera visita al atelier, Belén contó los primeros detalles cerrados de su boda y además le preguntaron “cómo imaginaba mi vestido en tres palabras. Respondí, sin pensarlo, ‘elegante, atemporal y delicado’. Quería que mi vestido de novia me siguiese gustando dentro de 50 años”. Esta contestación fue suficiente para que el equipo de la firma diera forma a una imagen mental que describieron como un vestido con cuerpo ajustado a la silueta y una falda con movimiento. “Me quedé alucinada, porque era exactamente como lo había imaginado”, recuerda.

© Alejandra Salido

“Les expliqué que tenía clarísimo que quería un cuerpo ajustado con drapeados. Siempre me ha parecido que los drapeados transmiten delicadeza y artesanía, y sentía que mi vestido debía tenerlos. En un principio pensaba en un drapeado más atrevido, pero finalmente decidimos que, al darle ese acabado tornasolado, ganaba en atemporalidad. Para el escote confié plenamente en el estilo Navascués y en el escote bardot. Lo veía como la opción perfecta, porque representaba a la perfección ese estilo elegante y romántico que quería para toda la boda. Además, encajaba perfectamente con el acabado del drapeado”, relata.

La novedad para ella llegó en las mangas, puesto que, admite, nunca se había imaginado su look sin mangas largas. Lo de enseñar los brazos no estaba en sus planes, pero se sorprendió a ella misma y siendo un enlace de verano, se animó a descubrir esta zona. "No paraba de ver inspiración con pequeñas mangas que cubren solo la parte superior del brazo y me parecían ideales". La falda era una obra de arte que contaba con volumen, alejada de las siluetas rectas y, además, incorporaba tablas en la parte delantera para mayor personalidad. Estaba realizada en organza de seda. "Viéndome en el vídeo saliendo de la iglesia, parecía que la falda andaba sola", desvela.

© Alejandra Salido
© Alejandra Salido

Tan solo faltaba un fajín a la cintura, que a esta novia le hizo mucha ilusión, por ser representativo de su estilo y la elección de la espalda, que no se escogió hasta las últimas pruebas. “Optamos por una espalda terminada en pico, rematada con una hilera de delicados botones. Quedó ideal”, revela. El resultado le convenció tanto que optó por lucir este único traje todo el día, sin detalles desmontables ni cambios de look. En todo el proceso de creación de la pieza, Belén estuvo acompañada de su madre y de su tía, que acudían a menudo a Madrid. 

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Una anécdota entrañable

"En la prueba en la que ya tenían terminado el cuerpo del vestido, mi tía, totalmente emocionada, se puso a cantarle a mi probadora una canción familiar… ¡por bulerías! Todos nos quedamos alucinados y no era para menos: ese cuerpo era puro arte. Fue un momento tan divertido como mágico, que todavía me hace sonreír cada vez que lo recuerdo", confiesa entre risas.

© Alejandra Salido
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La mantilla, la pieza clave

Belén tenía claro que en su boda llevaría velo, pero no fue uno cualquiera. En la primera visita a Navascués vio una maravillosa mantilla que supo, desde aquel día, que debería formar parte en su estilismo. “Me lo probé junto con la idea inicial que teníamos del vestido y fue como verme ya entrando así en la iglesia. Me favorecía muchísimo a la cara y lo tuve tan claro que no quise probarme un velo tradicional ni considerar la opción de ir velada (por delante)”, comparte. 

Era una creación del siglo XIX de la firma Mantones del Sur, perfecta para lograr el estilo clásico que nuestra protagonista deseaba. “Me encantaba el acabado con la cola en redondo y cómo la mantilla descansaba sobre ella, colocada en forma romboidal”. Estaba colocada con ayuda de un broche de Vintage by López Linares: “delegué totalmente esto en mi madre y fue el complemento perfecto". También tuvo un papel relevante la mantilla durante la ceremonia, pues fue la misma que emplearon en el rito de la velación. 

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Como accesorios, nuestra protagonista llevó unos pendientes de oro blanco y diamantes (de una joyería tradicional de Jerez), que sus padres le regalaron en Navidad con motivo de su santo. "Quería que fueran unos pendientes para toda la vida, no demasiado grandes, pero que aportaran mucha luz a la cara. Ellos, que me conocen mejor que yo misma y tienen mi gusto totalmente captado, acertaron de lleno”, indica. Tampoco faltaron su anillo de pedida y unos zapatos de color blanco, de Ro Studio.

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Uno de los elementos que captaba toda la atención del look era su ramo. Cuando planteaba qué tipo de diseño floral quería, Belén reconocía que buscaba un diseño con todos verdes y blancos, clásico pero con aire silvestre. Todo ello se lo trasladó a la florista Ángeles Bauzano, quien le orientó a cambiar su idea inicial de peonías por rosas de jardín inglesas, dada la temporada. El resultado, con nardos y esparraguera, iba atado con una medalla de la Virgen del Pilar, regalo de una de sus mejores amigas. “Cuando me entregaron el ramo esa misma tarde, me quedé sin palabras: era perfecto. Se notó mucho que eligieron con mucho cariño cada una de las flores que lo componían”, puntualiza.

© Alejandra Salido
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Belén es una de esas novias de rostro angelical y deslumbrante y en su esperado ‘sí, quiero’ no renunció a su esencia. Confió en un look de belleza natural, que preparó junto a Juana, de Mary Bodas, enfundada en un camisón de Dreaming Habits. Nuestra protagonista cuidó su piel los meses previos al enlace, pues buscaba un efecto porcelana y Juana supo encontrar la armonía entre la naturalidad de un maquillaje de novia y un resultado apropiado para durar toda la jornada. En lo referente al peinado, la jerezana escogió un moño de bailarina (para el que meses antes dejó crecer su melena) sin raya, con todo el pelo hacia atrás. Para esta profesional, la recién casada tan solo tiene palabras de agradecimiento: “un diez tanto a nivel profesional como personal. Había escuchado maravillas sobre su trabajo y qué suerte la mía de haber dado con ella”.

© Alejandra Salido

Lo que Sevilla unió

No es difícil toparse con las imágenes del gran día de Belén en las redes sociales. Su inolvidable boda ha triunfado entre las amantes del sector nupcial, pero para nuestra protagonista todo comenzó mucho antes. Conoció a Ignacio, su ya marido, en Sevilla, cuando ambos estudiaban la carrera. Ella es de Jerez de la Frontera y él, natural de Extremadura. Tenían amigos en común y él era veterano del hermano mayor de ella en el colegio mayor. "Ya nos habíamos fijado el uno en el otro en alguna ocasión, pero no habíamos tenido oportunidad de conocernos bien”, descubre. 

© Alejandra Salido

Buscando la mejor oportunidad y sin miedo a lo que pudiera suceder, Belén organizó una quedada con amigos en su casa, a la que invitó a Ignacio. “En realidad era solo para conocerle. Siempre he pensado que lo que una quiere, hay que ir a por ello. Desde aquella noche no nos hemos separado”, nos dice entre risas. Tanto es así que cinco años después él le pidió matrimonio y, aunque en alguna ocasión habían hablado del tema, no se lo esperaba. 

© Alejandra Salido

“Ignacio organizó un fin de semana en la Sierra de Gredos, donde él veranea y donde solemos escaparnos algunos fines de semana. Me llevó a un mirador que guarda un recuerdo muy especial: allí teníamos una de nuestras primeras fotos juntos. Durante el camino al mirador sonaba nuestra lista de canciones favoritas y, mientras disfrutábamos de una puesta de sol preciosa, me pidió que nos casáramos”, narra.

© Alejandra Salido

Una fecha sin miedo a la superstición

La pareja de prometidos se puso manos a la obra para escoger fecha y espacio y se decantaron por el 13 de septiembre en la Iglesia de San Miguel, en Jerez de la Frontera. Septiembre en la ciudad gaditana es uno de los meses con mejor clima y además “coincide con una de las épocas más bonitas de la ciudad: las fiestas de la vendimia”. Lograron encontrar un hueco en la iglesia donde suele casarse la familia de la novia y tuvieron la fortuna de tener disponible Viña La Carreña, “donde siempre soñamos celebrar la boda”.

© Alejandra Salido

Este espacio de bodas siempre ha enamorado a Belén, quien mucho antes de saber que pasaría por el altar ya tenía una acuarela de su viña en casa. “Aunque al principio no me hacía mucha gracia casarme un día 13, resultó ser el único sábado de septiembre disponible tanto en la Iglesia como en la viña. Me pareció tener tanta suerte que me hizo olvidar cualquier superstición y hoy no podría imaginar un día más perfecto”, refiere.

© Alejandra Salido
© Alejandra Salido

"Para mí, lo más especial de aquel día fue, sin duda, el momento de la entrada en la iglesia. Caminar del brazo de mi padre, mientras veía las caras emocionadas de todos nuestros seres queridos, y al final del pasillo encontrarme con mi futuro marido esperándome… fue increíble. Para colmo, un haz de luz espectacular nos acompañó en ese momento, regalándonos una escena que parecía sacada de un cuento", rememora.

© Alejandra Salido

Dado que el novio es extremeño y llegaban muchos convidados de fuera, quisieron que durante todo el fin de semana “los invitados se empaparan de Jerez” y por ello el día anterior al enlace organizaron una preboda en una bodega. “El flamenquito tampoco podía faltar: lo tuvimos tanto en la preboda como en la boda. En el aperitivo contamos con el grupo Arrímate y en la fiesta con Grupo Salea. ¡Menudo acierto! Cada uno, con su estilo, encajó a la perfección en cada momento de la celebración”.

© Alejandra Salido

Las wedding planners, su apoyo incondicional 

Cuando empezaron a organizar su ‘sí, quiero’, Belén e Ignacio no contaron con apoyo externo, pero comenzaron a verse superados por todos los proveedores y procesos que debían coordinar a distancia, desde Madrid, donde residen. “La verdad es que fue un gran error”, admite. Por eso, siete meses antes del día, se pusieron en manos de La Casamentera: “fue una auténtica tranquilidad. Su actitud y forma de trabajar hicieron que disfrutáramos muchísimo del proceso”. 

Nuestra protagonista define los días previos a la esperada fecha como una locura entre profesionales y les dio mucha calma mental “tener a alguien que los coordine entre sí”. Cuando llegó el enlace, se alegró también: “tenerlas allí fue clave. Estuvieron pendientes de cada detalle y de todos los invitados, haciendo que todo fluyera a la perfección. Como equipo, son un 10”.

© Alejandra Salido

Otro factor clave para que los novios consiguieran el efecto wow con el que sorprender a sus invitados era la decoración de la boda. Se pusieron en manos de Ángeles Bauzano y enseguida Belén y ella conectaron. “Mi obsesión era que toda la boda respirara un aire romántico, cuidado y lleno de pequeños detalles… y logró superar con creces cualquier expectativa que pudiera tener”.

© Alejandra Salido
© Alejandra Salido

Por un lado, en la iglesia optaron por dos grandes copas sobre peanas en la entrada y en el altar, compuesta de abundantes verdes y flores blancas. En el interior, la escalera que conducía al altar estaba repleta de velas y que casaba a la perfección con el ambiente del templo. 

En la celebración, apostaron por luces colgantes y un seating plan colocado sobre un antiguo carruaje, con papelería nupcial de La Bahía Creativa. Los recién casados decidieron que los motivos de vendimia fueran los escogidos para cada mesa del banquete. Estas estaban decoradas con velas y candelabros, manteles a todo color y arreglos con flores y frutas. Cada mesa incorporaba estos elementos de forma diferente, lo que lograba un factor sorpresa totalmente inesperado, pues cada montaje era distinto. 

© Alejandra Salido

“El nivel de detalle fue tal que, en una de nuestras reuniones, a mi madre le encantó la idea de colocar lazos en los candelabros. A mí también me gustaba, pero no quería recargar excesivamente la decoración. Ángeles tuvo el precioso detalle de colocar un lazo en el candelabro justo enfrente de donde se sentaba mi madre y también en su copa. Me emocioné muchísimo al verlo”.

Proveedores que recomienda

En este gran día también participaron otros proveedores de renombre como Alda y Terry como responsables del menú, Emotion Film para el vídeo, Ludisound para la iluminación, Gilafest al frente del sonido y el montaje de la fiesta y el Grupo Cámara Santa Cecilia para la música de la ceremonia.

© Alejandra Salido

"Tenía clarísimo que quería que nos fotografiara Alejandra Salido. Llevaba tiempo siguiendo su trabajo y me encantaba la naturalidad con la que capturaba cada momento. Cuando me confirmó que tenía disponibilidad, me llevé una alegría enorme. Y no pudimos haber acertado más: tanto Alejandra como Nacho son encantadores, nos hicieron sentir súper cómodos en todo momento, y el resultado habla por sí solo… ¡menudos fotones!", concede. 

© Alejandra Salido

Antes de poner punto y final a su relato, Belén envía un mensaje a esos futuros matrimonios que se estén embarcando en el viaje de preparar su paso soñado por el altar. Para ella es vital no perder de vista lo más importante: “te casas con la persona que quieres, y es un día para disfrutar rodeada de tus seres queridos”. Por eso, advierte, no se puede querer tener todo bajo control ni conviene entrar en agobios.

© Alejandra Salido

Si bien la boda pasa en un abrir y cerrar de ojos, la pareja estará más tranquila, recalca, si sabe rodearse de buenos proveedores. “Que conecten contigo y en quienes puedas confiar. Saber que había tantas personas detrás, cuidando cada detalle para que todo saliera bien, me dio una tranquilidad enorme. Gracias a eso, pude enfocarme en lo que realmente importa y disfrutar ese día al máximo”, concluye.

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