Un diseño de inspiración rústica

La boda en Jaca de Olivia: una novia con pendientes art decó, ramo de claveles y un vestido lleno de historia


Para su enlace en Huesca, esta estilosa recién casada se puso en manos de Laspiur Atelier


Vestido de novia viral Laspiur Atelier Boda Huesca© Aortiz
Estrella AlbendeaColaboradora de Novias
4 de noviembre de 2025 - 19:00 CET

En ocasiones por comodidad, en otros casos por recurrir al factor sorpresa. Sea cual sea el motivo, cada vez más novias caen rendidas ante las posibilidades de lucir un vestido convertible el día de su boda. A fin de contar con dos looks para una cita tan especial, Olivia apostó por este concepto de estilismo desmontable en su gran celebración en Huesca. El suyo fue un diseño de Laspiur Atelier, perfecto para un enlace campestre, con un cuerpo asimétrico con unos elegantes pliegues y una falda muy práctica, con mucho movimiento. “Llevaba un chal con dos corchetes abrochados en el lado izquierdo cubriendo el otro hombro y también algo del vestido. Este me lo quité después de la ceremonia. Era el vestido más cómodo que he llevado nunca”, nos cuenta.

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© Aortiz

Nuestra protagonista se decantó por esta firma porque la conexión entre diseñadora y clienta surgió en el primer encuentro. Desde ese instante supo que no necesitaba acudir a otros ateliers. “Parece el típico tópico, pero antes fui a ver a tres diseñadores y con ella fue entrar y sentir que comprendía lo que quería, sus telas eran muy muy buenas”, nos explica. 

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Lo rústico como inspiración para su look nupcial

Y es que en el taller de la casa madrileña esta estilosa novia encontró todo lo que necesitaba. Cada nueva cita era más apasionante que la anterior, por lo que estaba verdaderamente a gusto. Así lo explica ella misma: “Paula es súper creativa, sabe escuchar, se dedica en cuerpo y alma. Es un diez para mí".

Cuando comenzó este proceso, Olivia sabía definir con palabras su estilo, aquello que la identifica, pero aún le faltaba tratar de decidirse por unos detalles u otros, tener claro qué traje quería. “Me hubiera hecho varios combinando diferentes detalles que me gustaban (encajes, volantes, escote bardot, botones…) y que irremediablemente juntos no casan y tuve que decantarme y elegir”, confiesa.

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La mantilla fue su punto de partida

En el momento en el que se sentó a pensar cómo sería su vestido soñado, identificó sus imprescindibles: “quería llevar mantilla y no quería que fuera un vestido blanco de novia al uso”. Con este concepto claro, se dedicó a investigar en Pinterest aquellas imágenes que había guardado años atrás. “Llegamos a un vestido con un toque rústico (nos casábamos en plena montaña) pero a la vez elegante”, apunta. Con esta elección, dejó atrás otra posibilidad que había contemplado: “mi familia materna es de Córdoba por lo que inicialmente me imaginaba un vestido con aire flamenco, pero salió algo diferente”.

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“Las pruebas fueron horas de inspiración y modificación de detalles. Paula en la segunda prueba me planteó tres bocetos y comenzamos a descartar detalles de algunos y a quedarnos con otros hasta conformar lo que comenzó a ser mi vestido. Empezamos transformando el cuerpo del vestido a un efecto dos piezas. La idea era un cuerpo con un hombro al descubierto y combinar varias telas. Me enseñó una organza de seda/lino plisada a mano, por eso es tan irregular y diferente el plisado, comparado con los hechos máquina. Además, dejamos el cuerpo cortado a sangre, es decir, sin rematar, para darle el efecto deshilachado", nos cuenta. Por otro lado, creó un efecto falda-pareo: la base del vestido era un satén de seda con una sobrefalda haciendo un efecto pareo en muselina de seda y esta tenía mucho movimiento creando diferentes pliegues naturales al caminar.

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El chal que se desmontaba surgió en la penúltima reunión, cuando buscaron un aire diferente para la ceremonia. Estaba realizado en muselina de seda y aportaba esas reminiscencias campestres que buscaban. “Durante las pruebas yo miraba de reojo a las distintas telas que tenía Paula y quería seguir combinando tejidos. Además, quería meterle unos botones de nácar antiguos en un lateral, pero Paula me paró de forma sutil, pues siempre, siempre me escuchaba y nunca me decía que no a nada de primeras, me sugería con mucha dulzura”, recuerda.

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Accesorios en sintonía 

Como complementos, Olivia se decantó por una mantilla antigua, de su familia, que hizo las veces de velo y con la que también se había casado su cuñada. En un primer momento, pensó en otra mantilla vintage, que no fue la acertada: “esta tenía un bordado más estilo ‘mesa camilla’ y rápido nos dimos cuenta de que algo no cuadraba con el conjunto del vestido”.

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Para los pies, nuestra protagonista escogió unos zapatos de tacón con plataforma, un modelo en color dorado de la firma Mint & Rose, que cambió en el baile nupcial por unas alpargatas altas de Alhamas. Otro elemento destacado fueron sus joyas, de IT, Ignacio Torres: “el anillo con el que Santi me pidió matrimonio y los pendientes de la pedida. Ambos art decó, porque me encantan las joyas vintage.

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El ramo de novia fue una de las cuestiones a las que tuvo que dedicar más tiempo. Buscaba un resultado silvestre y su ilusión es que tuviera notas de amarillo, su color favorito. En un primer momento, pensó en margaritas con ramas de olivo. “Las mimosas podían manchar el traje, no quería girasoles, me dieron varias opciones… al final me decanté por un ramo de claveles en tono rosa empolvado (que inicialmente iban a ser color vainilla) pero quedaba tan bonito así, que así se quedó”, admite. Le guatala la idea de poner la nota andaluza a través de los claveles y el equipo de Verde Pimienta (en Madrid) lo hizo posible. Fue un regalo de su hermano y su cuñada.

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Maquillaje y peinado, regalo de dos amigas

Al estilismo tan solo le faltaba poner una nota de luminosidad a su rostro. Para ello, confío en Pau Sellés, del equipo de Prima Talent. En sus manos, Olivia escogió un maquillaje muy natural, dado que no acostumbra a llevar capas y capas de producto. “Tenía pánico de ir disfrazada. Con el pelo la mareé un poco, dado que inicialmente iba a llevar una coleta, porque Santi siempre me la pide, le encanta cómo me queda y le iba a dar una sorpresa, pero cambiamos a moño porque yo no terminaba de verme con coleta y mantilla. Además, llevo moño muy a menudo por lo que veía muy yo”, puntualiza. De forma que se quedaron con esta opción en una de las pruebas.

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El paisaje más espectacular para el ‘sí, quiero’

Tan bonito fue el traje de la novia como el escenario escogido para pasar por el altar. La boda tuvo lugar el pasado 31 de mayo en Jaca, Huesca. Un lugar con gran simbolismo para la familia del novio, Santi: “Lugar donde pasó la mayor parte de su infancia el tatarabuelo de Santi, el premio Nobel de Medicina Santiago Ramón y Cajal y que a día de hoy sigue siendo lugar de encuentro para toda su familia. A él le hacía especial ilusión casarnos aquí, además, nos conocimos en Formigal, muy cerquita, por lo que a mí también”.

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Pero para llegar a celebrar esta jornada, la pareja tuvo primero que crecer en años de relación. Olivia Prieto Maestre y Santiago Ramón y Cajal se vieron por primera vez en plena montaña, en Marchica Apreski, Formigal. “Yo estaba con mis amigas y me fijé en Santi al pedir una copa en la barra. Dije: ‘Marta, mira qué guapo ese chico del abrigo azul’, pero ahí quedó, en un simple comentario”, relata ella.

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Sin embargo, unas horas después, una de sus amigas dijo: “vamos a esta otra zona que he visto que están unos amigos de verano y os los presento”. Para sorpresa de Olivia, ahí estaba “el chico del abrigo azul”: “no nos hemos vuelto a separar desde aquel día”. La petición de matrimonio llegó cuando llevaban siete años de relación. “Santi era más reticente a casarse y montar una boda grande (no le gusta ser el centro de atención) y yo le respeté, hasta que le dije que demasiada espera ya”, reconoce entre risas.

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El gran día comenzó con una ceremonia religiosa en la catedral de San Pedro de Jaca: “es una de las catedrales románicas más antiguas de España”. Y para amenizar esta parte de la jornada, contaron con el coro Algarabía. Más tarde, festejaron el ‘sí, quiero’ por todo lo alto en un marco incomparable, el Piedrafita Mountain Lodge, ubicado a unos 40 minutos de Jaca, en Piedrafita de Jaca.

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Lo más especial para los novios

"Sin duda, la gente, nuestros familiares y amigos. Bailaron, rieron, disfrutaron con nosotros como nunca. Fue una boda muy muy emotiva, muy esperada y con mucho cariño. Y, la verdad, el sitio, sencillamente precioso, las fotos hablan solas. Creo que aunque salgamos mal en algunas, el paisaje lo transforma todo", revela muy sonriente.

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La organización corrió a cargo de la propia Olivia, quien contó con la ayuda de su madre y su tía Beatriz, creadora de Talega Madrid. “Desde los meseros (hechos a mano por ella, eran acuarelas de pueblos de Córdoba y Huesca), hasta la minuta, los detalles que dejamos en las mesas (medidas de la Virgen del Pilar y tarritos de miel de Cabra, el pueblo donde nació y creció mi madre en Córdoba), hasta la parte más aburrida (buses, catering, cuadrar Dj…)”, comparte.

Todo este proceso de preparativos, nuestra protagonista lo recuerda con mucha nostalgia. Fueron unos meses emocionantes, entretenidos y bonitos, pero también tuvieron sus complicaciones. “Creí que sería divertido, pero lo fue hasta cierto punto… Si me volviese a casar cogería wedding planner”.

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En materia de decoración, la inspiración campestre fue la temática que lo unió todo. “El lugar estaba a 1.400 metros de altura, en pleno pirineo aragonés. Desde él se veía Formigal y Panticosa”, advierte. Decidieron entonces instalar una carpa beduina para el almuerzo, bloques de paja repartidos por la zona del aperitivo y sutiles detalles, dado que “el paisaje no necesitaba más que observar el cielo azul con unas nubes blancas, el verde de las montañas y algo de nieve que aún se veía en los picos de estas”.

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Una anécdota para el recuerdo

"Un gran amigo de Santi, de Manchester, que comenzó siendo su vecino cuando compartía piso al poco de conocernos, nos sorprendió con un discurso precioso y cantando Don’t look back in Anger de Oasis. Levantó a todo el mundo en el momento del postre, y fue precioso, todos cantando al unísono".

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El broche final a esta historia lo pone Olivia con dos consejos muy útiles para quien esté planteando pasar por el altar. Por un lado, no centrarse en detalles que apenas aprecian ni los invitados ni los propios novios en la boda. “Que se centren en lo que para nosotros era realmente importante: la comida y la música. Nosotros contamos con un catering de la zona que unánimemente todo el mundo nos recomendó (MasFarré catering) y, sin duda, (creo que es lo único que tenía claro antes de organizar mi boda) un buen Dj, que en nuestro caso fue Adri Lozano. El mejor que existe sin duda alguna. Tenemos por tradición en mi grupo de amigas que él fuese el DJ, pues nos conocemos de toda la vida de salidas, copas, discotecas… Y nunca, nunca falla. Repetiría con él 100 mil veces”. 

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Y la segunda y última recomendación de esta recién casada tiene relación con el look nupcial. Esta novia viral defiende que no es bueno buscar más de tres diseñadores al hacerse un vestido a medida, dado que esta es la cifra perfecta para elegir. “De estos, estar abierta a ver qué te presentan, puesto que, a veces, lo más inesperado te sorprende para bien”, concluye.

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