Aunque el abanico de diseñadores que pueden crear un vestido de novia a medida en nuestro país es realmente amplio, hay prometidas que desde el primer momento acuden a un solo atelier, con el que tienen confianza, para que dé forma a este esperado diseño. Llevan meses y años sabiendo qué firma será la que creara la prenda, porque, bien por vínculos familiares o bien por sentir una fascinación especial por su trabajo, lo tienen decidido desde el primer momento. Esto es lo que le sucedió a Mariquilla, una recién casada viral que transformó el look nupcial de su madre con la ayuda de Belén Miranda y que ha cautivado a una amplia comunidad de amantes de las bodas con su romántico estilismo.
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“Tenía claro que elegiría a Belén Miranda, es una gran diseñadora y costurera y confío plenamente en ella. Tiene su atelier en Sevilla, en el barrio de Los Remedios, y aunque yo vivo en Madrid, sabía que no iba a tener problemas para contar con ella. Tratar con Belén es un gustazo, hace que todas las decisiones sean fáciles de tomar, se amolda a tu gusto mostrando gran interés por tus ideas y plasmándolas sobre la tela, por supuesto, siempre que gracias a su conocimiento en diseño, lo vea posible y bonito. ¡Siempre le digo que es muy crack!”, nos explica. La relación entre diseñadora y clienta comenzó mucho antes de que nuestra protagonista fuera a casarse, puesto que esta creadora dio forma al vestido de novia de su tía. “La decisión de elegirla a ella como diseñadora no fue rápida e inesperada, sino que llevo muchos años sabiendo que quería contar con ella”, asegura.
Mariquilla acudió al taller de la citada casa sin tener claro lo que quería. Llevaba años dándole vueltas a su look nupcial, pero tenía claro que el estilo debía ser romántico, campestre y con notas medievales. “Todo dependía de la época del año en la que me casase, siempre me han enamorado los vestidos de lino, de hecho, después de prometernos y antes de decidir la fecha, ya tenía elegido un mantel de lino de mi abuela que bordó a mano cuando era joven, ¡una preciosidad! Sin embargo, al final no pude elegir esta opción, ya que la boda era en abril y no sabíamos qué tiempo podría hacer”, revela. Dejando a un lado la idea de utilizar este tejido, la sevillana planteó otra posibilidad.
¿Cuál fue, entonces, la solución? Rescatar el vestido de novia de su madre. Aunque lo había visto en el pasado, realmente no estaba segura de que fuese a gustarle. “Tras sacarlo y probármelo, me enamoré, y decidí que lo iba a usar como base. El vestido tenía todo lo que iba buscando, ese aire campestre y romántico, una tela espectacular de las que ya no se encontraban y perfecta para la época del año”, recuerda. A Belén Miranda le fascinó la idea y se pusieron manos a la obra para transformarlo.
Tenían claro que respetarían la espalda encorsetada y las solapas a la altura de la cadera. Cambiaron el escote y las mangas y mantuvieron la falda con ligeras modificaciones, para restarle algo de volumen. “Las siguientes pruebas fueron maravillosas, con cambios de ideas y telas para la cola o los godets de la falda y añadiendo detalles al vestido como los cordones que sujetaban las mangas, el plisado de estas y el volante del escote”, señala. Como tejido principal mantuvieron el brocado francés del diseño y le sumaron, en tonos champán, bambula de seda, en las mangas y organza rústica, en la cola (que era desmontable para facilitar su retirada de cara al baile).
“Al ser un vestido de más de 25 años, no estaba en las mejores condiciones, le había salido una mancha amarilla a la tela, en el centro del cuerpo, de haber estado guardado. Además, la cremallera que cerraba la espalda bajo el cordón del corsé se había roto. Las hombreras que llevaba estaban desechas y soltaban trocitos por todo el vestido. En fin, un poco desastre. Pero gracias a Belén, todo se solucionó.
Lo más complicado fue la mancha de guardado, de hecho, no conseguimos quitarla. Por ello, Belén tuvo que deshacer el vestido por completo y aprovechar la falda de mi madre para hacer un nuevo cuerpo de corrido y sin cortes. Además, la tela tiene brocado unos lazos, por lo que tenía que cuadrar y encajar los lazos para que quedasen rectos y a la altura que queríamos, algo que no era nada fácil, disponiendo solo de la tela de la cola y del trasero de la falda del vestido”, rememora.
La elección del velo de novia supone todo un reto, pues no todas las opciones casan con todos los estilos de vestido y Mariquilla lo sabía. Por eso escogió una pieza con historia, una mantilla que su madre había comprado años atrás en un anticuario y que había guardado con sumo mimo para el día del 'sí, quiero' de su hija. “Tiene bordadas unas florecitas por toda la mantilla, lo que le da ese toque campestre del que os he ido hablando, además coincidió que el colorido del vestido, cola y mantilla iban a la perfección”, puntualiza.
Más allá de unos zapatos en color verde oliva de Flordeasoka, nuestra protagonista se decantó por complementos con un gran significado para ella. En primer lugar, no podía faltar su anillo de pedida, un regalo de sus suegros que la propia Mariquilla diseñó, puesto que no encontró en el mercado ninguno que le gustara. “La idea era un anillo doble o triple, pero los veía demasiado vistos, también me gustaba mucho el estilo tú y yo, así que decidí hacer una mezcla entre los dos. A primera vista un anillo doble, pero con la arquitectura de un tú y yo. Diseñado en oro blanco y diamantes, sencillo y elegante”, señala.
Al igual que su madre y sus tías en sus respectivas bodas, apostó por llevar los pendientes de su abuela paterna. Eran de estilo clásico, de gran tamaño, pero de apariencia sutil. “Estos pendientes forman, en la parte superior, un diseño entrelazado que recuerda a un lazo, hecho en oro blanco y diamantes, de él cuelga una fina barra de oro amarillo con una perla al final la cual aporta luz y movimiento al pendiente. Creo que no podían venir mejor al look”, dice.
Sin duda, la joya más impresionante del estilismo era a la que se dirigían todas las miradas: una gargantilla. No obstante, y lejos de lo que podría pensarse, esta pieza no nació como un choker, era la pulsera de pedida de su abuela, que la sevillana decidió colocar de esta forma en su cuello. “Al principio nos planteamos usarla como accesorio en la cabeza, encima del moño y sujetando el velo”. Finalmente, decidieron ubicarla a modo de gargantilla por su carácter actual y por lo bien que lucía. “La pulsera es de oro blanco y diamantes, y lleva una cadenita en el cierre de la que cuelga una chapita con el nombre de mi abuelo, lo que la hacía aún más especial”, comparte.
En sintonía con la temática de lo silvestre, esta novia viral quiso que su ramo fuera un reflejo de la naturaleza sureña. José Torrecilla dio forma a un diseño (atado con una medalla de San José, a quien tiene gran devoción nuestra protagonista) que era, por igual, un guiño a los seres queridos de Mariquilla y a la época en la que tuvo lugar su enlace. “Al casarme un 12 de abril, Sábado de Pasión, y siguiendo el estilo del look, pensé que la mejor opción era un ramo verde, y que mejor que ramas de olivos para el día de antes del Domingo de Ramos. Además, mi familia y la de mi marido se dedican a la agricultura, en especial a la plantación de olivos. Para darle un toque de color, se me ocurrió mezclar con morado, ya que también iba mucho con la época del año”.
En lo que respecta a la guinda de su estilismo, su elección en clave de belleza tuvo como responsable a Rocío Gori, para que diera forma a su maquillaje y peinado. El objetivo era un rostro con frescura, pero muy natural, puesto que esta recién casada no está acostumbrada a maquillarse. “Sin duda lo consiguió, Rocio es una gran profesional. También ella me hizo el moño. Algo sencillo, pero con un toque. Me hizo un moño de bailarina, al que le incluyó un cordón, igual que el de las mangas del vestido”. Perfecto para crear armonía entre todos los elementos.
Mariquilla y Carlos se conocieron hace siete años en la universidad, aunque podría haber sido mucho antes. Lo cierto es que nuestra protagonista es de Écija y su marido es de Córdoba, pero su entorno familiar es de la misma localidad sevillana. Por ello, ella conocía a todo su círculo, excepto a él, a sus padres y a sus hermanos, por residir en otro lugar. Para alegría de sus padres, que eran amigos, se encontraron: “el primer día de universidad, yo entraba en el campus con una amiga y lo vimos de lejos. Se parecía mucho a todos sus primos y yo le dije a mi amiga que estaba segura de que era de la familia Ostos, todos tienen unos rasgos muy característicos. Al llegar a clase, dio la casualidad de que estábamos juntos, estudiábamos la misma carrera (Ingeniería Industrial). En una de las presentaciones se levantó y dijo su nombre, Carlos Ostos, así que yo estaba en lo cierto. Poco después nos presentamos y le conté que conocía a su familia. Nos fuimos haciendo amigos junto a un buen grupo de compañeros y así terminamos el primer año. A finales de octubre del segundo año, nos dimos cuenta de que no solo era una amistad y empezamos a salir”, relata.
Cuando la pareja llevaba seis años junta, decidió comprometerse. Ambos vivían en Madrid, en viviendas diferentes y se plantearon, con trabajo estable, empezar una nueva vida unida. “En los siete años hemos pasado todo tipo de rachas, y hemos ido superando cada problemilla que iba surgiendo sin dificultades. Sabemos que no existen las relaciones perfectas, pero que lo que sí que existen son las ganas y el esfuerzo. Hay muchos que dicen que somos muy jóvenes y es verdad, pero creo que tenemos la madurez suficiente para haber dado este paso y espero que así sea”, defiende.
Su gran día llegó, al fin, a las 12 de la mañana del pasado 12 de abril y el suyo fue un enlace repartido entre dos localidades cercanas. La ceremonia tuvo lugar en la Iglesia De Santiago El Mayor (de la que los novios destacan su cercanía y su arquitectura), en Écija (Sevilla), tierra de la novia y de la familia del novio. La celebración, por otro lado, se trasladó al Palacio de Portocarrero, un espectacular alcázar ubicado en Palma del Río (Córdoba), que los novios escogieron por su historia y sus posibilidades. Los prometidos querían exprimir al máximo la belleza de Andalucía en esas fechas: “a los dos nos encanta esta época del año, la temperatura suele ser maravillosa en el sur de España, los campos y jardines están verdes y florecidos, y el ambiente, sobre todo en Andalucía, es espectacular en Semana Santa”.
“El palacio nos daba la oportunidad de realizar cada parte de la boda en un ambiente diferente, ya que consta de varios patios y un gran jardín. Comenzamos con el aperitivo en el jardín, repleto de vegetación y rodeado por una muralla espectacular. Más tarde, pasamos a la comida al patio de arcos. Y finalmente, la hora de la fiesta, en otro de los patios. Contactamos con Cristina Ybarra, propietaria y encargada del palacio y, junto a su equipo, nos atendieron en una visita donde nos contaron las posibilidades de cada espacio. Siempre fueron muy amables y atentos”, explica. Y es que dar de comer 420 invitados (y con amenaza de lluvia) podría haber sido un reto, pero el equipo del catering sevillano Delfin Delicatessen lo resolvió sin problemas. Cuentan los novios que sus invitados quedaron fascinados por el menú y que no se les escapó detalle alguno.
"Lo más especial del día fue contraer matrimonio con el hombre de mi vida. Es algo que, aunque somos jóvenes, llevábamos esperando mucho tiempo. El saber que nuestras dos vidas iban a pasar a ser, prácticamente, una, y que todo eso conllevaba el vivir una vida juntos, dando y recibiendo el uno del otro. Durante la ceremonia, solo daba gracias a Dios por el momento que estábamos viviendo, acompañados de tanta familia y amigos que nos quieren".
Sin miedo a contratiempos, los propios Mariquilla y Carlos se encargaron de organizar su boda. Dado que se dedica a la papelería de bodas, nuestra protagonista sabía qué camino tomar y qué proveedores le convencían. “Al principio fue todo un poco caos, nos prometimos a principios de julio, por lo que fue difícil contactar con los proveedores por tema de vacaciones, pero tampoco lo podíamos dejar mucho”, reconoce. Fueron ocho meses contrarreloj para definir los detalles.
"Recuerdo un momento muy muy especial que viví con mi abuelo. Tanto él como mi abuela esperaban que llegase este momento, incluso más que yo. Soy la mayor de los nietos y la primera en casarse y tengo una especial conexión con ellos. Durante el aperitivo, me encontré con mi abuelo y teníamos al lado al saxofonista, lo cogí del brazo y me lo llevé a bailar. En ese momento me dijo lo orgulloso que estaba de mí, de la mujer en la que me había convertido y lo feliz y afortunado que ese sentía él por poder verlo. Es un momento que nunca olvidaré", reconoce.
Mariquilla tenía claro que ella misma se encargaría de diseñar las invitaciones de su gran día, así como otros elementos de papelería. Ideó el seating plan y los meseros, cada uno con un estampado diferente. “Las invitaciones también las diseñé e imprimí yo, una invitación clásica, en tonos burdeos, a la que le añadí un estampado de rayas y flores para el sobre, un mapa con ilustraciones de la iglesia y el palacio pintadas a mano en acuarela, y una tarjetita con un QR que llevaba a la web de la boda”.
Al frente de la decoración floral estaba José Torrecilla, de Pt Decoración, en Écija, quien, destaca nuestra protagonista, tiene un gusto impecable. “Las flores en la iglesia era algo complicado ya que, por respeto a la Semana Santa, no se deben poner flores durante la semana. Sin embargo, al ser aún sábado, el sacerdote nos dejó que decorásemos algo la iglesia. Por eso, elegimos olivo como base y una mezcla de flores silvestres en tonos morados para darle algo de color, acorde a los días posteriores”, desvela. En el palacio optaron por flores silvestres y, para hacer frente a la lluvia, contrataron una jaima que llenaron de olivo y eucalipto. “De la decoración del palacio se encargó la propia dueña, Cristina”, añade.
"Contratar al chico que tocó durante el aperitivo, Gelease Kim, a los que tocaron durante las copas, Grupo Tarifa, y al Dj, Alfonso Tagua, no fue complicado, teníamos muy claro el estilo que queríamos para cada momento y ya los conocíamos a todos. Son todos unos grandes profesionales, desde luego hicieron que todos disfrutáramos a tope de la boda y lo pasáramos genial", comenta sobre reconocidos proveedores andaluces.
Con la experiencia que solo da el tiempo y recordando un día tan bonito, esta novia viral avisa a futuras prometidas que no merece la pena estresarse durante los preparativos. Es importante confiar en los proveedores, que son los que profesionales que saben cómo proceder, nos dice. Recomienda no dejarse llevar por modas a la hora de elegir, que la boda hable de la propia pareja. “Apoyaos mucho en vuestras familias y amigos cercanos, siempre van a sacar un ratito para ayudaros. El día llega demasiado deprisa y se va más deprisa aún. Despreocupaos una vez os levantéis ese día, ya está todo hecho y si vosotros sois felices, os aseguro que todo el mundo se contagiará de esa felicidad. Una boda feliz y divertida la hacen los novios, no tengo ninguna duda”, concluye.