En 1998, Sarah Jessica Parker saludó a todo el mundo como Carrie Bradshaw en la serie televisiva Sexo en Nueva York (cuya secuela es And Just Like That) la moda se convirtió en su gran aliada para convertirse en una de las actrices dentro y fuera de la ficción con un estilo más atrevido, innovador y que no entendía de clasicismos. La transgresión se apoderó de la estadounidense que marcaba la diferencia allá donde iba, como, por ejemplo, en la MET Gala, donde se ha convertido en una de las invitadas más esperadas y que nunca defrauda. Sin embargo, su último look no se ha visto en esta fiesta, aunque bien podría haberlo llevado, porque, una vez, se ha superado arriesgando con su elección.
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Siniestro y tridimensional
En concreto, y ayer por la noche, Sarah Jessica Parker acudió a la New York City Ballet Fall Fashion Gala, evento anual y benéfico que organiza la compañía de ballet de Nueva York y en el que se fusiona danza, moda y filantropía. Allí, la actriz estadounidense, de 60 años, lució un look que bien podría haber marcado los estilismos de ángeles de Victoria’s Secret sobre la pasarela, como Adriana Lima o Gisele Bündchen. Sin embargo, la natural de Ohio, casada con el actor Matthew Broderick, no estaba desfilando, sino pisando la alfombra roja, lo que hace de su look aún más sorprende e, incluso, inesperado.
Iris van Herpen, abanderada del surrealismo
Rompiendo con los códigos más clásicos y anticipados de una alfombra roja, Sarah Jessica Parker dejó a todos sorprendidos al llevar un vestido que portaba unas enormes alas negras que nacían de los hombros, un motivo ornamental que se confeccionaba con bandas creando una celosía, similar a la que recorría toda la pieza por su cuerpo y falda. Sin duda, esta onírica creación solo podía ser obra de Iris van Herpen. Y es que la creadora neerlandesa, que se formó en el estudio de Alexander McQueen, es una de las máximas representantes de la moda surrealista, donde son constantes sus técnicas de impresión 3D y sus cortes con láser, así como el uso de materiales poco convencionales. De gran éxito mediático, su Alta Costura futurista y orgánica ha llegado a conquistar armarios tan selectos, como los de la reina Máxima de Holanda, que confía en ella para mostrar su lado más transgresor.