Anne Hathaway en el rodaje de 'The Devil Wears Prada 2' en Manhattan, Nueva York © GC Images

Anne Hathaway y Meryl Streep: los looks que están haciendo historia en el rodaje de 'El diablo viste de Prada 2'

Veinte años después, 'El diablo viste de Prada 2' es una realidad. Estos son los primeros looks del rodaje en Nueva York y todo lo que sabemos de la película


26 de julio de 2025 - 11:56 CEST

Por fin, la fantasía se ha hecho realidad. Anne Hathaway ha vuelto a las calles de Manhattan convertida en Andy Sachs. Veinte años después de que la actriz nos enseñara que un jersey azul cerúleo podía dividir el mundo en dos clases sociales (las que sabían de moda y las que se creían por encima de ella), Andy Sachs regresa con un armario que es tanto armadura como tesis doctoral sobre el nuevo poder femenino. La moda de El diablo viste de Prada 2, que ya se está rodando en Nueva York bajo la dirección de David Frankel y con el guion de Aline Brosh McKenna, no es una mera cuestión de estilo: es arquitectura emocional, sátira corporativa y, por supuesto, puro entretenimiento visual.

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Si la primera entrega vestía a sus personajes como si cada look viniera directamente de la redacción de Vogue en la era dorada de Anna Wintour, esta secuela navega las complejidades de un panorama post-print, post-glampost-Miranda.

Anne Hathaway en sel set de 'The Devil Wears Prada 2' © GC Images

¿La misma Andy de siempre?

Cuando en 2006 vimos a Hathaway transformarse bajo la tutela (¿tiranía?) de Miranda Priestly, el armario fue la metáfora de su evolución: de la chaqueta de tweed a las botas Chanel. Las primeras imágenes del rodaje la muestran con varios conjuntos que que podrían titularse “CEO millennial disruptiva con vocación de Pulitzer”. La energía recuerda a una editora de The Cut haciendo consultoría de imagen para una firma ecofriendly con sede en Brooklyn.

Una de las imágenes más muestra a Hathaway luciendo un conjunto de Jean Paul Gaultier Femme: chaleco sastre y pantalón de raya diplomática perfectamente coordinados. Es un look que evoca el poder clásico de Wall Street, pero reinterpretado con un aire queer y elegante, como si Andy ahora dirigiera una agencia de talentos con conciencia social y oficina en Tribeca.

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Para completar el look: el icónico Saddle Pouch vintage de cuero negro de Coach (pieza que podría ser de 2004 o de ayer, y ahí está la gracia), el colgante de diamante corte esmeralda de Jemma Wynne y un aura de “sé exactamente lo que hago aquí”. Es decir: Andy ha dejado de buscar aprobación estética. En otro look, Hathaway luce un mono vaquero de Re/Done, sandalias con velcro de Chanel (sí, las que The Row desearía haber inventado), gafas de sol de Céline y el bolso Panthea de Valentino Garavani. El conjunto, visto en Chelsea, podría ser el uniforme perfecto para una editora freelance que escribe columnas virales desde cafeterías con mesas de mármol y carga su iPad con la fe de un sacerdote contemporáneo.

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Más tarde ese mismo día, en el downtown, la actriz fue vista con un tank top de Toteme, falda vaquera maxi de Agolde y joyería discreta pero significativa: el mismo colgante de Jemma Wynne, acompañado esta vez por el Squash blossom bead choker de Marlo Laz. 

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Miranda Priestly en la era del SEO

Meryl Streep ha vuelto a aparecer como Miranda Priestly, envuelta en lo que algunos llaman power minimalism y otros, simplemente, elegancia pragmática. Ya no necesita abrigos de piel ni bufandas de seda. Una mirada y un trench de líneas puras bastan. Porque Miranda no ha dejado de ser la mujer más temida del periodismo de moda… aunque ahora sus enemigos no sean becarias con hambre de Prada, sino algoritmos con hambre de tráfico.

Lo fascinante es cómo su presencia sigue siendo el polo gravitacional del relato. Es decir, puedes actualizar el contexto, el vestuario, incluso el modelo de negocio. Pero Miranda es Miranda. Intocable. Inmortal. Inigualable. Como la reina Isabel II, pero en Givenchy. En el set, Streep ha sido fotografiada con la falda Manuela de Gabriela Hearst y el anillo Slim Sloan Diamond de Briony Raymond. Menos Cruella, más Lauren Bacall con MBA en Columbia.

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El vestuario: más sátira que tendencia

El diablo viste de Prada siempre fue más sátira que desfile. El vestuario era una herramienta de caracterización, no un lookbook de temporada. Y esta secuela parece abrazar esa misma filosofía: el conjunto de Hathaway no está pensado para hacernos suspirar, sino para hacernos pensar. ¿Qué dice de Andy ese traje? ¿Dónde trabaja? ¿Qué desea? ¿Ha hecho las paces con la moda… o solo la tolera como un mal necesario?

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El futuro de la moda (y del cine) lleva gafas de Celine

Con un reparto ampliado que incluye a Lucy Liu, Justin Theroux, Pauline Chalamet y Kenneth Branagh (nada menos que como el marido de Miranda), la película se perfila como un desfile intergeneracional de poder, estilo y conflictos laborales. Y aunque los detalles de la trama siguen siendo un misterio, sabemos que Miranda necesita desesperadamente el dinero publicitario de Emily Charlton, ahora ejecutiva de lujo, lo cierto es que el verdadero conflicto se librará tanto en los despachos como en los armarios. El diablo viste de Prada 2 se estrena el 1 de mayo de 2026, pero la conversación ya ha comenzado. 

© GC Images

El rodaje se está llevando a cabo en localizaciones emblemáticas de Manhattan, desde Chelsea hasta Midtown, lo que ya es en sí un tributo visual al Nueva York que vimos en la primera película. Aquel que olía a café de Starbucks y a Chanel Nº5. El que tenía más taxis amarillos que patinetes eléctricos.

© GC Images

¿Un éxito asegurado?

No hay dudas de que el regreso de El diablo viste de Prada es un fenómeno pop multigeneracional. Anne Hathaway ha dicho que en su momento dudaba que fuera posible hacer una secuela, porque el mundo ha cambiado demasiado. Y tenía razón. Pero eso es precisamente lo que la convierte en necesaria. Porque si hay algo que hemos aprendido es que el diablo no solo sigue vistiendo de Prada. También tiene newsletter, canal de TikTok y presupuesto publicitario.

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