Las hormonas, con frecuencia la causa, pero no siempre
Aunque en la gran mayoría de los casos, la testosterona suele identificarse como la causa de todos estos malos comportamientos, no siempre es así. Por ello, optar indiscriminadamente por la castración como medida correctiva no siempre es la solución; como tampoco lo es resignarse a soportarlos por miedo al impacto de la amputación de los testículos.
Lo mejor es consultar con un veterinario que nos plantee todas las posibilidades, y actualmente, la esterilización médica reversible puede ser una opción muy interesante para testear los resultados de una castración quirúrgica. Se trata de un pequeño implante que contiene 4,7mg de acetato de deslorelina, de tamaño parecido a un microchip, que se coloca bajo la piel, en el tejido subcutáneo. La actividad del implante se prolonga durante un mínimo de 6 meses.
De esta forma, podremos comprobar los efectos de la castración sobre nuestro mejor amigo y su comportamiento, teniendo la posibilidad de retirarlo o no colocarlo de nuevo en el caso de que los resultados no sean los esperados. Asimismo, el perro seguirá visualmente “entero”, aunque con todas las funciones reproductivas simplemente aletargadas de forma temporal.
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