Hace unos meses, al preguntarle a Kitín Muñoz cuál era su fórmula para llevar dos décadas felizmente casado, respondía sin dudas: “El secreto para un matrimonio tan sólido se llama Kalina”. Y es que al lado de la princesa Kalina de Bulgaria, la pequeña de los cinco hijos de los Reyes Simeón II y Margarita, encontró la felicidad y cada día siguen construyendo juntos su particular historia de amor, que ahora cumple dos décadas.
El 26 de octubre se cumplieron veinte años de su ‘sí, quiero’, un enlace inolvidable que ocupó la portada de nuestra revista, al que asistieron miembros de la realeza y la aristocracia europea y, además, pasó a la historia como la primera boda real celebrada en Bulgaria, país en el que ahora reside el matrimonio junto a su hijo, el príncipe Simeón Hassan.
La ceremonia tuvo lugar en un lugar con mucho significado para la familia, en Tasarka Bistritsa, en la residencia de invierno del Rey Simeón situada en las montañas de Borovets y construida por el Rey Fernando, bisabuelo de Kalina. Fue el broche de oro a una historia de amor que comenzó tres años atrás.
Una de las cosas que más sorprendió a los invitados fue el look de la novia. Kalina, siempre con un estilo propio, llevó un tupido velo que casi cubría su rostro al completo y un vestido propio de las novias de Rhodope, una región montañosa del país, que había sido bordado por siete artesanas, y sobre el vestido un chaleco del mismo tono. Los padrinos fueron el rey Simeón, entonces primer ministro búlgaro, e Isabel Valcárcel, madre del novio, quien fue el único que lució chaqué. La ceremonia fue oficiada por el obispo católico de Sofía, monseñor Georgi Yovchev, en latín y en italiano con frases en búlgaro.
Tras el sí quiero, los recién casados se dirigieron a la iglesia de Borovets, para recibir la bendición del arzobispo ortodoxo de Rila, ya que esta es la religión mayoritaria en Bulgaria, y también fueron al Ayuntamiento, donde recibieron de manos de alcalde un icono como recuerdo del pueblo en el que se casaron, y también probaron una empanada de repollo que los habitantes de Samokov habían preparado, así como un trozo de hogaza de pan con sal, como manda la tradición del país.
Entre los invitados al gran día de la hija del rey estuvieron la infanta Cristina con Iñaki Urdangarín, y Laura Ponte con Beltrán Gómez Acebo. Ya convertidos en marido y mujer, los novios lo celebraron con un almuerzo típico que consistió, entre otras cosas en ensalada tradicional y “moussaka” a base de carne picada y patatas y de postre, crepes con arándanos. Un día que la princesa y el explorador recordarán para siempre junto con otro momento que cambió sus vidas, que fue la llegada de su hijo, que nació en marzo de 2007. Muchas aventuras han recorrido juntos desde entonces y después de estas dos décadas, esperan seguir siendo más felices si cabe.
