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Todos en la vida podemos tener la desgracia de afrontar un trauma, lo cual puede llegar a hacer mella en nuestro día a día y en nuestra salud mental. De hecho, podemos llegar a padecer lo que se denomina en psicología Trastorno por Estrés Post Traumático (TEPT) que, tal y como nos detalla la psicóloga clínica y coach ejecutivo Pilar Guerra Escudero, es un cuadro con síntomas que se da como consecuencia de haber tenido vivencias traumáticas.

Y nos pone ejemplos de sucesos que conllevan al trauma: las guerras, los fenómenos naturales extraordinarios como tsunamis, huracanes y terremotos; y otros sucesos relacionales como los abusos sexuales, físicos y violaciones. De igual manera, situaciones como las de haber pasado por un accidente grave son también causa del TEPT.

 

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Otras posibles causas

“Sin embargo, cada vez se dan más casos en esta década en los que personas que han pasado por relaciones de abuso psicológico tras haberse relacionado con personas con Trastorno Narcisista de la Personalidad, ya sea pareja, familia o en contexto laboral. Y, por supuesto, sale a la luz en el mundo de la salud mental casos de TEPT tras la pandemia por la Covid- 19, que ha hecho estragos en la mente de la población mundial, llevando a sintomatología de verdadero trauma psicológico, físico y emocional”, nos detalla la experta, que nos resume cuáles son las señales que indican que puede padecer este problema.

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Dificultad en la recuperación

La experta detalla que el primer síntoma es sentir que existe muchísima dificultad en la recuperación, entendiendo por esto que el malestar psicológico no baja en intensidad, frecuencia ni en duración. Si bien depende del suceso traumático al que hemos sido expuestos, y se necesita en todos los casos un mínimo de tiempo para su elaboración, es verdad que en el TEPT el duelo o dolor persiste con una intensidad tan alta que contamina la vida cotidiana. La frecuencia del malestar se da de manera continuada y la duración de éste persiste a pesar de que haya pasado el tiempo que clínicamente se necesita para elaborar un duelo que es aproximadamente el de dos años.

 

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La depresión es otro de los síntomas

El llanto, la tristeza, y la apatía comienzan a formar parte de la normalidad de las personas, convirtiéndose en el estado habitual y naturalizándolo en su día a día. El recuerdo del suceso alcanza niveles de altísima angustia y la persona realmente revive la situación como si hubiese ocurrido ayer. Preguntas como “¿y por qué a mí?” llevan a callejones de pensamientos sin salida, convirtiéndose en círculos viciosos donde las ideas alcanzan el nivel de obsesiones, llegando a convertirse en las llamadas rumiaciones cognitivas, que son aquellos pensamientos intrusivos que secuestran la mente de las personas, dejándolas sin ningún poder de autocontrol para saber o poder gestionarlas.

 

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La anhedonia

“Un paso más al estado depresivo, lo da algo llamado anhedonia, llegando a alcanzar una especie de incapacidad para hacer cualquier cosa que no sea buscar aquellos momentos en los que se sienta o alcance algo de mejoría para dejar por momentos a un lado el dolor que produce el TEPT. Los otros momentos, a pesar de seguir con una vida laboral o familiar de pareja o amistad normalizada y aun estando estos contextos llenos de estímulos positivos y de disfrute, la persona con TEPT es incapaz de disfrutarlos o de sentirse bien con ellos”, cuenta la experta, que añade que el malestar de fondo está latente y el paciente con este trastorno se encuentra disociado, partido en dos mitades, como si de dos fuerzas que tiran en los dos sentidos opuestos se tratase.

 

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Problemas a nivel cerebral

“En el TEPT se da una disminución en caída libre de todas y cada una de las funciones ejecutivas del cerebro: concentración, atención, capacidad de síntesis, competencia en solución de problemas, memoria a corto y largo plazo… se reduce en ocasiones en más del 80%, llevando a estos pacientes a sentir un bloqueo intelectual que, en muchas ocasiones, es susceptible de pedir una baja laboral. Hay muchos casos en los que tras una situación de mobbing laboral o acoso psicológico los síntomas de TEPT han perdurado tanto en el tiempo que ha sido difícil reanudar un alta médica y ha habido que pedir una incapacidad laboral temporal o permanente”, nos cuenta.

 

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Afecta a las relaciones sociales

Además, en opinión de Pilar Guerra, las relaciones sociales no se salvan en la vida de una persona con TEPT. Se tiende a querer permanecer aislado y se comienza a evitar planes como salidas, viajes y todas aquellas actividades que antes las teníamos integradas en nuestras vidas. Muchas veces la evitación se da porque no queremos enfrentarnos a preguntas que hacen los de fuera ya que, como no siempre hablar es lo mejor, tras responder a estas cuestiones que los demás nos hacen, nos podemos llegar a movilizar en extremo y tocar de nuevo la angustia y, por consiguiente, no saber cómo reconducirla.

Evitar hacer ejercicio físico es otro síntoma. Por ello, todo lo que conlleve un esfuerzo se aparta, se pospone. La persona es consciente de que esto le está pasando, pero no tiene herramientas para superarlo y gestionarlo.

 

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Bloqueo emocional

Los pacientes que lo sufren cursan con un bloqueo emocional grave, a consecuencia de haber padecido una situación vivida como una conducta de agresión intensa, de tal manera que se pone en evidencia una sintomatología denominada indefensión aprendida. Este síntoma no permite a la persona que padece TEPT tener un criterio personal que le refuerce su autoestima, ya que la autoconfianza en sus propias capacidades se ha mermado e, incluso en ocasiones, ha desaparecido totalmente.

 

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La duda

Otro síntoma es la sensación de estar en una continua duda sobre sí mismo y el entorno. “El paciente con TEPT cursa con un síntoma devastador llamado Disonancia Cognitiva, que hace referencia a la tensión provocada por una falta de armonía interior con respecto a nuestras creencias y emociones llamadas cogniciones. La persona con TEPT puede llegar a tener al mismo tiempo dos pensamientos que tienen que ver con la idealización del agresor: “la naturaleza es buena a pesar de esto”..., “seguro me merecía un acoso por haberlo provocado yo”… y en otros momentos llevar al pensamiento de odio extremo hacia la figura o estímulo que ha provocado el trauma”, nos detalla la psicóloga.

 

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Ansiedad

El TEPT cursa con todos los síntomas del espectro del trastorno de ansiedad, ya que la fuerza del estrés es tan alta que lleva a dar respuestas de malestar emocional, psíquico, físico y de conducta, llegando incluso a comenzar con fobias, sintomatología que lleva a interpretar que el trastorno por ansiedad se nos ha desbordado. “Existe fobia o evitación total a lugares donde el mínimo estímulo nos recuerde al trauma. Esto nos lleva a encadenar de malestar en malestar hasta situaciones en las que es insostenible levantarse de la cama, salir, coger transporte público y hacer todo aquello que suponga una amenaza y que esté asociado con situaciones similares o parecidas a las del suceso traumático”, añade.

 

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Sentimiento de decepción

Nos cuenta que hay una sensación muy común en los pacientes con Trastorno por Estrés Postraumático que es la de decepción total con el mundo en particular y la vida en general, tanto si el trauma se ha dado por fenómenos naturales como terremotos, pandemias, huracanes, donde el grado de estrés ha sido extraordinario, como si ha sido a causa de una experiencia traumática con alguien.

“La sensación de dejar de confiar, es decir, perder la confianza en la vida y en los humanos que habitan en ella es muy frecuente, ya que ambos son sinónimo de inseguridad por ser un denominador común en este trastorno. Cuesta entender que la naturaleza y el ser humano puedan ser provocadores de tanto daño, y la permanencia a su lado se convierta en algo que vivimos como peligroso, tal y como ocurre en el trastorno de estrés postraumático”, añade.

 

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Sentirse cosificado

El último síntoma es el de sentirse cosificado por la sociedad, es decir, poco humano, ya que absolutamente nadie se hace cargo del dolor que padece una persona con TEPT. La sociedad tiende a “revictimizar” a la víctima, esto es, la culpa o responsabiliza de lo ocurrido y, sobre todo, del cómo ha interpretado lo ocurrido, tanto en intensidad, como en frecuencia y duración. Por ello, estos pacientes se sienten totalmente incomprendidos y necesitan seguir a la búsqueda de alguien o algo que les lleve de la mano y les diga: “Te entiendo y caminemos juntos”.

La especialista nos cuenta que, ante la falta de empatía de la sociedad, pronunciando frases como “pasa página”; “ya ha pasado mucho tiempo”; “haz tu vida normal ya”; etcétera, el paciente se siente aún más culpable de su malestar. Es donde percibe que ha sido maltratado dos veces: la primera vez, por el estímulo que produjo el trauma; y la segunda vez, por la reacción del resto de los humanos por no entender absolutamente nada de su proceso y lo devastador que ha sido para ellos y su vida.

 

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