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Adelgazar es tan sencillo como lograr el déficit calórico, es decir, quemar más calorías de las que se consumen. Pero algo que parece tan simple a priori se convierte en una tarea casi imposible para muchos. La principal dificultad es que nos gusta comer, para qué engañarnos. Además de ser una necesidad, la comida nos da placer. Por otro lado, hacer ejercicio cuesta. Encontrar el horario que nos encaje o el deporte que nos motive lo suficiente como para no abandonar a la primera de cambio es complicado. Por tanto, lo que matemáticamente es tan fácil, en la práctica se convierte en una dificultad. Pero, además, cuando nos ponemos a dieta para adelgazar solemos cometer errores que nos hacen más complejo. El primero de ellos: saltarse las comidas.

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Saltarse comidas no adelgaza

El hambre es una sensación con un fuerte componente de regulación hormonal y, por tanto, oscila a lo largo del día. Por tanto, para mantener en equilibro la leptina (hormona de inhibición de apetito) y la grelina (hormona de activación del apetito) es importante dar en cada comida un buen aporte de proteínas, grasas saludables y fibra, idealmente sin grandes cantidades bien repartidas durante el día.

Cuando nos saltamos las comidas provocamos un desequilibrio entre la saciedad y el apetito. Y eso puede hacer que comas más. Por ello, lo ideal es que respetes el horario de comidas. Si estás pensando, no obstante, hacer ayuno intermitente, busca un buen asesoramiento profesional. 

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Comer en cantidades innecesarias e insuficientes

La lógica y la experiencia nos dicta que si queremos perder peso tenemos que comer menos Y es cierto, ya que las dietas hipocalóricas se basan en reducir las calorías que consumimos para que, junto al ejercicio, nuestro cuerpo tenga menos reservas de energía y grasa. Sin embargo, el principal problema está en saber cuánto es comer menos, porque si no lo hacemos bien, podemos decirle a nuestro cerebro que estamos atravesando una época de escasez alimentaria y que tiene que retener todo lo que pueda. O no has escuchado nunca eso de que 'me engorda una lechuga'? “Una cierta carencia calórica estimula la movilización de las reservas almacenadas en nuestro cuerpo, pero estar en un déficit calórico sin una buena estructuración alimentaria en un periodo muy largo de tiempo puede mandar el mensaje contrario al que queremos a nuestro cerebro, y es pasar del modo gasto al modo ahorro. La estrategia nutricional a seguir tiene que estar bien definida, y una vez lleguemos a nuestro objetivo de pérdida de peso, realizar una dieta inversa progresiva hasta nuestras calorías de mantenimiento, con lo que evitaremos el temido “efecto rebote”, que puede ocurrir con cualquier dieta". Detallan los expertos de Lev.   

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Pensar solo en la báscula, no en los hábitos saludables

Si solo pensamos en los kilos que queremos perder, no conseguiremos adelgazar y mantener el peso corporal sin que se dé el temido efecto rebote. Y es que nuestro objetivo tiene que ser comer sano, no estar eternamente a dieta. La palabra dieta tiene un componente temporal limitado en su significado, mientras que alimentarse  correctamente y adquirir unos hábitos saludables que perduren en el tiempo no. Por tanto, si nos planteamos desde el inicio que vamos a hacer dieta, estaremos inconscientemente poniéndole una fecha de finalización.

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Piensa en perder grasa, ganar músculo y no perder peso

Lo que realmente nos tiene que importar es nuestra composición corporal. ¿De qué se compone tu cuerpo? ¿De músculo o de grasa? El primer ocupa menos espacio que la segunda. Por eso, nuestro objetivo debe ser perder grasa. El músculo pesa más. Podemos conseguirlo comiendo la suficiente proteína podemos conseguirlo, evitando una drástica restricción calórica carente de nutrientes y realizando ejercicio de fuerza que proteja y fortalezca nuestro tejido muscular. Que hablen los cm de tu contorno, la ropa y no simplemente la báscula. En resumen, el peso es sólo un número para tener como referencia, pero no nos debe obsesionar y mucho menos que oscile, es lo más normal, sano y natural en las personas.

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No pensar en las actividades que realizas

Son muchos los factores que influyen en la pérdida de peso. Debemos preocuparnos por 4 pilares básicos que harán que todo fluya como debe; qué estamos comiendo y cuando lo estamos comiendo; cuál es nuestro NEAT “Non-exercise activity thermogenesis” que quiere decir, ¿cuánto gastas en tus actividades cotidianas sin contar con el ejercicio físico pautado? O lo que es lo mismo, ¿Cuánto tiempo te mueves en todo el día?; nuestro nivel de hidratación diario, no nos debemos olvidar de beber agua; una buena gestión de nuestro estrés y emociones que hagan que el cortisol, hormona del estrés, se mantenga a raya. Un coctel ideal para conseguir tus objetivos.

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Aislarte

La dieta no tiene que ser una tortura para ti. Ni debe aislarte ni hacerte sentir sola. Es importante que un plan de alimentación pueda acompañarnos en nuestros viajes, cenas, fiestas, escapadas a la playa, turismo de ciudad, de montaña… A cualquier destino o plan. Los expertos de Lev nos recuerdan que la frustración que puede ocasionar estar siempre pensando en lo que puedes y no debes comer es la antítesis de la motivación y que puede echar al traste todo régimen para perder peso de forma saludable.  

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Restingir alimentos no te ayuda a perder peso

A no ser que tengas una alergia o una intolerancia, basar tu dieta en un único grupo de alimentos y restringir otros, no solo es peligroso para tu salud, sino que hará que te aburras y que, finalmente, abandones tu dieta. Además, tener alimentos prohibidos sólo consigue crearnos aún más necesidad de consumirlos. Por ello, tener acceso a esos productos, pero de forma saludable y con ingredientes adaptados a un plan de pérdida de peso, es un punto básico para evitar el abandono de nuestros objetivos.

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No hablar con un nutricionista

Está demostrado que la motivación en un plan de adelgazamiento es algo prioritario. Por ello, tener un asesoramiento continuo, personal y adaptado a cada uno es necesario para no abandonar el objetivo. Ese control realizado por asesores expertos que controlen todo el proceso y el posterior mantenimiento, para que no se produzca el efecto rebote tan habitual en muchas dietas, es fundamental. Los especialistas tienen que tener en cuenta nuestros gustos, estilo de vida, rutinas y horarios. La personalización es clave en todo proceso.

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No beber agua

El agua es la piedra filosofal en todo plan de alimentación saludable, pero hay que tener en cuenta que tan mala es una sobrehidratación como una deshidratación, los excesos rara vez son buenos. “Mejor beber agua en cantidades suficientes, repartidas a lo largo del día, y evitar situaciones nocivas para la salud. Por supuesto, las aguas minerales contienen la cantidad necesaria y adecuada de sales minerales para mantenernos hidratados y evitar el fenómeno de arrastre por parte de nuestros riñones al compensar las sales eliminadas con aquellas que le aportamos de nuevo a nuestro cuerpo. El equilibrio sobre el exceso", señalan desde Lev. 

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No planificar

“Un estilo de vida estresado y sin planificación no es bueno en ningún momento, pero cuando estamos a dieta nos lleva al fracaso seguro. Estipularse un menú o preparar en los ratos libres nuestro famosos batch-cooking son las claves para conseguir llevar una alimentación ordenada y equilibrada. No pillar lo primero que pillas, porque, por desgracia, vivimos en un corre, corre constante”. Así indican los expertos a cada una de las personas que inician el método Lev, planificación de snacks de entre horas, y un buen batch-cooking de guarniciones semanal.

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