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Hay relaciones que no nos hacen bien, marcadas por una intensa dependencia emocional, que puede llegar incluso a causar adicción. “La dependencia emocional, en general, es una adicción afectiva intensa, es decir, una adicción hacia el mundo de los afectos que una persona siente hacia otra en situación de parejas, amistades, familia y también en el ámbito laboral”, nos anticipa la psicóloga Pilar Guerra Escudero. En su opinión, la dependencia emocional es una necesidad de tener, estar, controlar y acoplarse de forma obsesiva a una persona.

 

“Es una enfermedad crónica, ya que se busca el alivio a través del ‘consumo’ de personas. El adicto al amor es una persona con un trastorno del amor y de la conducta ya que la relación se convierte en una fuente de angustia, frustración y dolor en lugar de ser algo placentero”, nos explica.

 

¿Cuáles son las señales que nos alertan de que debemos escapar de una relación de pareja adictiva? La psicóloga nos las resume a continuación.

 

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Lo primero es informarnos y detectarlo

Dentro de un mundo en el que el ser humano tiene gran parte de un ser social, somos dependientes emocionales cuando el otro se convierte en una droga adictiva, de la que cuesta desengancharse. Entre otras cosas, porque casi siempre, ni tan siquiera estamos informados de que dependemos de esa ‘droga humana’. Si no conocemos el concepto de dependencia emocional, ¿cómo vamos a saber que estamos dependiendo?

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Pérdida de identidad

La experta explica que, en general, la señal de más alerta se presenta cuando perdemos nuestra identidad como personas, y tenemos la sensación de alejarnos de nosotros mismos. Esto es perder el foco en nuestro equilibrio, y la fuerza de las raíces en la tierra que pisamos.

Cuando nos sentimos eclipsados por la sombra del otro, y nuestros pensamientos, sentimientos y conductas no se dirigen hacia nuestra persona, sino que están orientadas a ese otro. “Tal y como le ocurría a Dorian Gray en el retrato extraño que le presentaba su propio espejo”, explica.

 

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Estado de agitación continuo

En las relaciones sentimentales adictivas, percibimos que nuestro estado general es de agitación continuada. No tocamos la calma. Sentimos un conjunto de emociones que etiquetamos como de enamoramiento. Pero estas no son reales. “Si bien es cierto que al comienzo del cortejo, todo aleteará con mariposas en el estómago, estas voladoras son demasiadas, están demasiado tiempo presentes, y en demasiados sitios. Esto quiere decir que estamos empezando a depender de una emoción, la estamos magnificando, y está contaminando otras áreas de nuestras vidas, tan importantes o más que el estar en relación de pareja, ese mito que nos confunde, idealizándolo como la guinda del pastel”, apunta.

 

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Cambios en nuestra rutina

Pilar Guerra apunta que cuando observamos que la atención y concentración disminuye en otros aspectos de nuestra vida, podemos empezar a interpretar que estamos entrando en dependencia emocional. Dejamos de hacer nuestros hábitos, posponemos obligaciones diarias, nos desconcentramos en el trabajo, en aspectos académicos, y descolocamos en segundo lugar a personas que antes ocupaban el día a día de nuestros vínculos.

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Atención exclusiva (casi persecutoria) por la pareja

“Es una señal grave en el momento en el que atendemos selectivamente a las reacciones de la otra persona. Personalizamos todo lo que hace. Lo observamos con lupa, lo desciframos de manera obsesiva, contrastamos nuestra opinión de sus hechos con otras personas de nuestro círculo, persiguiéndolas con un ‘pilla pilla’ para que verifiquen lo que nosotros no queremos oír, porque de ‘escuchar activamente’, ni hablamos”, nos cuenta. Y añade que la atención es una de las funciones ejecutivas que se distorsionan más en un dependiente emocional. Atiende selectivamente a cualquier indicio de la otra persona, sacándolo de contexto, e ignorando otros hechos del mapa. Estaremos así más pendientes de los cinco minutos que tarda en devolvernos una llamada, en vez de atender a un histórico en el que nos han demostrado de sobra que somos importantes en sus vidas.

 

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Tendencia a disculpar y justificar los actos de la pareja

El derecho a elegir parece caer en el olvido en un dependiente emocional. El cortar con una relación que por lo que sea nos está haciendo daño, no es una opción que parezca que nos merezcamos. “Tenemos como la obligación de justificar las conductas inadecuadas del otro, y perdemos la perspectiva de nuestros argumentos, y por lo tanto, de nuestros valores. Tendemos a excusar y a disculpar las conductas del otro, poniendo en duda incluso lo más potente que tiene el ser humano que es nuestra propia intuición. Y, ante la duda, la intuición perdura”, matiza la psicóloga.

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Obsesión por cambiar a la pareja

“Entramos en un mundo de contradicciones con nosotros mismos, sabemos que el otro ha sobrepasado con creces nuestros límites, en nuestros deseos y necesidades, así como en las expectativas, pero nos quedamos ahí, incluso atribuyéndonos responsabilidades que no son nuestras sino del otro. Nuestra energía se disipa. En vez de centrarla en nosotros mismos, la centramos en la obsesión para que el otro cambie. Y lo más grave es que planteamos la base de ese cambio en relación con nosotros, nos lo atribuimos. Nos susurramos al oído...: "si me quisiera, cambiaría esto por mí...", apunta la psicóloga.

 

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¿Cómo trabajarlo y superarlo?

La experta lo tiene claro: “Desde luego, informándonos. Sin información, no hay formación ni reformulación”. Y es que nos explica que el tratamiento de la dependencia emocional pasa por no justificarla. La obligación del ser humano es conseguir una estabilidad que nos ayude a permanecer en la serenidad, y no justificar que junto a una persona con la que sufrimos, porque pareciera como si tuviésemos la obligación vital de alargarlo en el tiempo.

 

“Si bien apuesto por la recuperación de los vínculos, y no creo en la compulsión por las rupturas; si hubiese más conocimiento del patrón de dependencia emocional, se evitarían muchas separaciones y divorcios dolorosos. Se trataría como una enfermedad más, y de esta manera habría más posibilidades de reconducir”, nos dice.

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Estrategias a tu alcance

¿Qué estrategias podemos desarrollar para trabajar la independencia emocional de forma sencilla en nuestro día a día y en nuestras relaciones? “El coaching emocional es un conjunto de herramientas que ayudan a liberar bloqueos emocionales, con el objetivo de descubrir el potencial individual que se encuentra aún sin desarrollar”, nos detalla.

 

Y es que, en su opinión, a veces, las soluciones, están más cerca de lo que creemos, sin embargo, los miedos, presiones y auto limitaciones, no dejan ver con claridad qué está ocurriendo, ni poder reconocer las causas y condicionantes de nuestra dependencia emocional. Y nos detalla algunos consejos:

  • Invierte en ti.
  • Apuesta por el crecimiento personal, de esta manera aumentará tu confianza, creerás más en ti...
  • Cuando mejoras tu autoestima te sientes menos vulnerable a las opiniones de los demás.
  • Refuerza tu personalidad.
  • Intenta desarrollar una autoimagen valiosa, respeta tus sentimientos y decisiones, porque como te veas tú, es como te verán.

 

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