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Los expertos no paran de insistir en la importancia que tiene dar visibilidad a los problemas de salud mental. Una tarea que poco a poco se va llevando a cabo. Uno de ellos es la depresión, y precisamente hoy se conmemora el Día Mundial de Lucha Contra la Depresión, cuyo objetivo es concienciar sobre esta enfermedad que afecta a muchas más personas de las que pensamos. “Hay mucho estigma y desconocimiento acerca de la salud mental. Padecer un problema de salud mental como la depresión hoy día en algunos entornos se sigue percibiendo como de personas débiles o fracasadas. Esta realidad genera miedo, inseguridad y vergüenza a las personas que lo padecen. Es por esto entre otros aspectos los motivos por los que se tiende a ocultar. ¿Acaso han elegido estas personas padecer una depresión?”, cuenta Ana Gómez de Escauriaza, psicóloga y neuropsicóloga de Clínica López Ibor.

 

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Dar visibilidad al problema

Precisamente por este motivo, jornadas como la de hoy cobran especial relevancia. “Visibilizar la salud mental es fundamental. Hay que informarse y dar a conocer lo que significa para una persona y su entorno más próximo el padecer una depresión. La depresión es un problema de salud real. La detección temprana y un adecuado tratamiento favorecen una evolución más pronta y un impacto de menor calado en la calidad de vida del afectado. Es por ello que debemos visibilizar este problema para todos poder ser más sensibles a esta realidad y así favorecer el poder brindar ayuda a quien lo pueda necesitar, así como ayudar a que sea más fácil para el que lo padece el pedir ayuda. No estás solo”, nos dice la especialista.

 

Por eso, los expertos de la Clínica López Ibor han querido enfocarse en aquellos que conviven con personas que sufren este trastorno silencioso que afecta a un 3,8% de la población, incluidos un 5% de los adultos y un 5,7% de los adultos de más de 60 años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y es que no podemos pasar por alto que convivir con una persona con depresión y ayudarla no es fácil y es un proceso, además, que requiere de tiempo.

 

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Señales que nos hacen estar alerta

¿Qué nos puede hacer sospechar que una persona cercana a nosotros puede padecer este problema? “Algunos de los signos de alerta que nos pueden indicar que una persona cercana puede tener una depresión son entre otros la presencia de cambios importantes en su forma de sentir, pensar y actuar. La presencia de los síntomas que se presentan a continuación y un impacto en la vida personal, social, laboral/ocupacional son algunos de los signos de alerta a los que debemos de atender para considerar la sospecha de depresión”, nos dice la experta, que los resume en los siguientes:

-Decaimiento, falta de energía, desmotivación, dificultad para experimentar gratificación de actividades de las que antes se disfrutaba.

-Pensamientos negativos, desesperanza, deseos de muerte.

-Tristeza, irritabilidad, sentimientos de culpa o inutilidad.

-Tendencia al aislamiento, falta de apetito o voracidad, problemas para tener un sueño reparador, dificultades para concentrarse, problemas de atención o memoria.

 

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¿Suelen sentirse incomprendidos en su problema?

Una de las situaciones más habituales con las que podemos encontrarnos es con que las personas con depresión tiendan a sentir que no se les entiende. “La distorsión en los pensamientos y la dificultad para manejar las emociones negativas es uno de los síntomas más habituales de la depresión. Sentirse incomprendidos es muy normal. Cada persona somos seres sintientes distintos, es por ello que nos cuesta comprender y ser comprendidos por los demás. Acoger, escuchar y no juzgar son algunas de las herramientas que podremos emplear con nuestros seres queridos”, comenta la experta.

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Estrategias a nuestro alcance

¿Tenemos a nuestro alcance estrategias que nos pueden ayudar a sobrellevar mejor esta situación de convivencia con una persona que se encuentra con este problema de salud mental?

- En opinión de la experta, es importante comprender que la persona que padece la depresión no ha elegido sentirse y comportarse de ese modo.

- Entender que es un problema ante el que debemos ser pacientes y comprensivos.

-Favorecer que la persona que tiene una depresión reciba ayuda de profesionales como psicólogos.

-Pedir ayuda como familiares o allegados para comprender y saber cómo abordar o manejar esa convivencia.

-Cuidar nuestra salud física y mental como allegados será fundamental para poder sobrellevar este problema de salud mental que en ocasiones es prolongado en el tiempo o presenta recidivas.

 

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Una convivencia complicada

 ¿Por qué puede llegar a resultar una tarea muy complicada la convivencia con alguien que pasa por un proceso depresivo? Sin duda, como apunta la psicóloga, ver sufrir a un ser querido es muy doloroso. “Por naturaleza al ser humano no le agrada pasarlo mal, es por ello por lo que tendemos a presionar, juzgar o comparar a nuestro ser querido que padece una depresión. Queremos ayudarle y a veces no sabemos cómo hacerlo. La escucha que no juzga, que acompaña, comprende y anima es fundamental”, nos cuenta, y nos da, además, algunas recomendaciones:

-Motivar al progreso de pequeñas metas y logros. reconocer el esfuerzo que significa el intentar enfrentarse a ellas (por muy pequeñas o fáciles que te puedan parecer).

-Mostrar tu empatía y apoyo.

-No comparar ni presionar en demasía.

-Tampoco sobreproteger o infantilizar al que está deprimido.

- Si no sabes cómo ayudar, ayuda a pedir ayuda.

-Favorece que el afectado acuda a un profesional como un psicólogo.

-Si como conviviente la situación te sobrepasa puedes también recibir tú este apoyo.

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La importancia de elegir bien el lenguaje

¿Hay frases que debemos decirle y otras que por el contrario, deberíamos ahorrarnos? ¿Es importante el lenguaje? “La forma en la que hablamos refleja la forma en que pensamos y nos sentimos. Debemos prestar especial atención al modo en que nos dirigimos a nuestro ser querido. Evita las frases como “Tú puedes”, “de otras peores has salido”, “hazlo por tus hijos”, “ no es para tanto”, “yo también…” ,“ no tienes motivos, tienes familia, amigos, trabajo..., todo te va bien”. Acoge, escucha y no juzgues. Y si no sabes hacerlo, simplemente transmite… “No sé bien cómo ayudarte” y acompáñale para que pida ayuda de un profesional”, apunta.

 

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Pautas a tener en cuenta

Además, es fundamental que el familiar no descuide su propio bienestar y su salud mental, según explican en la Clínica López Ibor y por ello, sus expertos han señalado 3 pautas a tener en cuenta para que la convivencia sea lo mejor y más sana posible:

1. Entender los sentimientos del familiar: "Es posible que inicialmente el familiar se muestre solícito y especialmente amable, pero también es posible que, con el paso del tiempo y, sobre todo, si no hay mejoría, comience a notar enfado, impaciencia, frustración o, incluso, cierto rechazo hacia su ser querido. Debe saber que todo esto es normal y que se debe a la fatiga emocional que siente. Lo importante es no negar o evitar esos sentimientos, sino reconocerlos, entenderlos e intentar equilibrarlos", cuentan.

2. El familiar no es el responsable: "Es importante que sepa que, si bien, su ayuda puede favorecer el proceso de mejora, no es para bien o para mal el elemento primordial. El familiar es una ayuda fundamental, pero no es el responsable de la recuperación. El principal responsable será el enfermo en colaboración con los especialistas".

3. El familiar debe cuidarse y pedir ayuda si lo necesita: "Ayudar a alguien con depresión no es sencillo, y ya se sabe que es un proceso largo. Es por eso que el familiar debe protegerse. Contar con otros familiares si es posible, para que le ayuden a que no sea el único apoyo", apuntan.

Y, por último, también recomiendan que el familiar que convive busque momentos para estar en lo que ellos llaman “libres de Depresión”, en los que pueda lograr evadirse y disfrutar de actividades que le resultan gratificantes. El objetivo es favorecer el contacto con otras personas de su entorno y mantener conversaciones que nada tengan que ver con la espiral de la depresión, ni con su familiar, y que no se sienta mal por ello. Es más, también es posible que pueda necesitar ayuda, aunque no sea el enfermo. "No se trata de que sea débil, sino de que eche mano de todo lo que le pueda ayudar", concluyen.

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