Pautas a tener en cuenta
Además, es fundamental que el familiar no descuide su propio bienestar y su salud mental, según explican en la Clínica López Ibor y por ello, sus expertos han señalado 3 pautas a tener en cuenta para que la convivencia sea lo mejor y más sana posible:
1. Entender los sentimientos del familiar: "Es posible que inicialmente el familiar se muestre solícito y especialmente amable, pero también es posible que, con el paso del tiempo y, sobre todo, si no hay mejoría, comience a notar enfado, impaciencia, frustración o, incluso, cierto rechazo hacia su ser querido. Debe saber que todo esto es normal y que se debe a la fatiga emocional que siente. Lo importante es no negar o evitar esos sentimientos, sino reconocerlos, entenderlos e intentar equilibrarlos", cuentan.
2. El familiar no es el responsable: "Es importante que sepa que, si bien, su ayuda puede favorecer el proceso de mejora, no es para bien o para mal el elemento primordial. El familiar es una ayuda fundamental, pero no es el responsable de la recuperación. El principal responsable será el enfermo en colaboración con los especialistas".
3. El familiar debe cuidarse y pedir ayuda si lo necesita: "Ayudar a alguien con depresión no es sencillo, y ya se sabe que es un proceso largo. Es por eso que el familiar debe protegerse. Contar con otros familiares si es posible, para que le ayuden a que no sea el único apoyo", apuntan.
Y, por último, también recomiendan que el familiar que convive busque momentos para estar en lo que ellos llaman “libres de Depresión”, en los que pueda lograr evadirse y disfrutar de actividades que le resultan gratificantes. El objetivo es favorecer el contacto con otras personas de su entorno y mantener conversaciones que nada tengan que ver con la espiral de la depresión, ni con su familiar, y que no se sienta mal por ello. Es más, también es posible que pueda necesitar ayuda, aunque no sea el enfermo. "No se trata de que sea débil, sino de que eche mano de todo lo que le pueda ayudar", concluyen.