Javier García Campayo, psiquiatra: "La mayor parte del sufrimiento es evitable"


El autor ha presentado su libro 'Adiós al sufrimiento inútil', en el que reflexiona sobre cómo abordar esos procesos de la vida que nos causan dolor


Javier García Campayo, psiquiatra autor del libro 'Adiós al sufrimiento inútil'© Cedida
23 de diciembre de 2025 - 7:00 CET

El sufrimiento es una experiencia universal, inevitable en algunos aspectos de la vida y, sin embargo, evitable en muchos otros. En Adiós al sufrimiento inútil, el psiquiatra Javier García Campayo invita a reflexionar sobre cómo distinguimos entre el dolor que no podemos cambiar —la enfermedad, la vejez, la pérdida— y ese otro que nos imponemos con expectativas, etiquetas o exigencias desmedidas.

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¿Qué le lleva a hablar sobre sobre algo que al final todos pasamos en algún momento en la vida que es sufrir, el sufrimiento?

El libro es una especie de segunda parte de un libro previo que había escrito, Parar para vivir mejor, en el que se describen las técnicas más utilizadas para manejar el sufrimiento, como pueden ser mindfulness, compasión, aceptación, etcétera. En este segundo libro, aprovechando también de la experiencia de años de terapia, docencia, investigación, etcétera, lo que describo son los tipos de sufrimiento y cómo abordarlos con dichas técnicas, pero me centro más en los sufrimientos, no tanto en las técnicas como en el primer libro.

El sufrimiento inevitable, el relacionado con la vejez, la enfermedad y la muerte, solo se puede trabajar con aceptación

Javier García Campayo, psiquiatra

El título ya de por sí es muy potente, 'Adiós al sufrimiento inútil'. ¿Hay algún sufrimiento que se pueda considerarse útil?

Más que útil, es innegociable. Es inevitable. Es decir, vamos a tener que experimentar el sufrimiento que va ligado a aspectos como la vejez, la enfermedad y la muerte, nuestra y de nuestros seres queridos, por bien que nos vayan las cosas.

Luego hay muchísimo sufrimiento que es inútil, es decir, que nos lo producimos nosotros y sobre él trata el libro. Pero en el inevitable también damos claves de cómo poder gestionar mejor.

© Getty Images

¿Hay diferentes maneras de abordarlo en función de si es inútil o útil?

El inevitable, el relacionado con la vejez, la enfermedad y la muerte, solo se puede trabajar con aceptación. Es algo que va a ocurrir. No se puede hacer nada con ello. Pero hay otros sufrimientos, por ejemplo, todo lo que tiene que ver con las relaciones interpersonales, el que se produce por recordar el pasado o por prevenir el futuro, todo el sufrimiento que tiene que ver con etiquetas con las que nosotros nos identificamos e intentamos defender ante los demás... Todo eso es un sufrimiento que se produce en nuestra mente y se puede evitar, se puede diluir con técnicas que se utilizan en nuestra mente. Podría eliminarse casi totalmente y se calcula que es un 80% del total de sufrimiento. El inevitable, hay que aceptarlo.

 ¿Piensa que hoy sufrimos más que han podido sufrir generaciones anteriores?

Es una gran pregunta y lo que la ciencia piensa es que sí. Hay una especie de contradicción, de absurdo, porque nuestros abuelos tenían mucho menos desarrollo tecnológico, y su vida era más dura. Era todo mucho más complicado. Sin embargo, en general, eran bastante más felices que ahora que hay más desarrollo tecnológico. De hecho, ese fenómeno de que cada generación tiene más sufrimiento estuvo muy en boga hace 20 o 30 años, se llamó efecto cohorte. Es decir, cada cohorte, cada generación, tiene más sufrimiento. 

Se piensa que esto sucede por las expectativas. Es decir, nuestros abuelos tenían mucha más aceptación, tenían menos expectativas. De alguna forma aceptaban que al mundo se venía a sufrir, que había sufrimiento y que en el fondo de que esto es lo que tocaba. Pero las expectativas actuales están generando, sobre todo en las nuevas generaciones, la idea de que podríamos vivir en una sociedad con sufrimiento cero, y eso difícilmente va a ser así. Entonces, cuando aparece el sufrimiento, tendemos a buscar culpables, cuando lo cierto es que hay un porcentaje de sufrimiento que nos lo producimos nosotros. Y hay otro porcentaje que es simplemente inevitable y que tiene que ver la vejez, con la enfermedad y con la muerte, cosas que es difícil prevenir, y que van a seguir ocurriendo.

 Cuando el dolor y el sufrimiento es muy grande, uno tiene menos recursos para poder gestionarlo

Javier García Campayo, psiquiatra

Tenemos que aplicarnos quizá lo de que no hay nada que dure eternamente, ni siquiera el sufrimiento

Exactamente. Eso que es así, absolutamente cierto,  a alguien que está sufriendo le cuesta verlo. De hecho, efectivamente es uno de los aspectos también más sanadores, decir, bueno, como dice el refrán castellano 'no hay mal que 100 años dure'. Nunca es para siempre, siempre podemos recuperarnos. Pero claro, en ese momento en el que uno está tan mal, sí que piensas que eso va a durar para siempre. Pero el duelo, incluso de las cosas más tremendas, como puede ser la muerte de un hijo, que es lo más terrible que te puede ocurrir, puedes gestionarlo mejor. Es cierto que es muy complicado. Cuando el dolor y el sufrimiento es muy grande, uno tiene menos recursos para poder gestionarlo. Por eso, las técnicas que te permiten prevenir, anticipar lo que va a ocurrir, nos ayudan a funcionar mucho mejor.

 ¿Qué factores pueden influir en que haya personas que afrontan mucho mejor el sufrimiento y el dolor que otras?

Yo diría que muchos de ellos son aprendibles. Por ejemplo, el sentido de la vida es muy útil. Aspectos como la aceptación, que en Occidente está muy mal entendida, pero la aceptación solo se aplica sobre lo que no se puede cambiar. Esto es muy importante, porque la gente siempre la confunde con resignación. La aceptación es sobre lo que no se puede cambiar, no pelearse con ello, porque no lo puedo cambiar. Por ejemplo, la muerte de alguien no es algo que yo pueda cambiar. Entonces no tiene sentido que esté machacándome con un duelo crónico. Tengo que aceptarlo y así facilitar la aceptación. 

Hay personas que tienen esas capacidades ya trabajadas por el motivo que sea, por su propia personalidad o porque la vida les ha dado circunstancias adversas y lo han podido trabajar. Hay que tener en cuenta que sobre todo el trabajo con la aceptación es lo que da resiliencia. La resiliencia es el poder volver a la postura previa, cuando uno ha tenido cualquier trauma, cualquier circunstancia adversa, poder recuperarse de esas circunstancias de una forma satisfactoria de forma que no influya en su vida actual.

En el libro clasifica el sufrimiento físico, psicológico y existencial, ¿cuál cree que es el más difícil de manejar en una sociedad actual como la nuestra?

Yo te diría que todos, por lo que comentaba de las expectativas. Es cierto que el sufrimiento físico cada vez lo estamos gestionando mejor con aspectos como los tratamientos farmacológicos. Pero con todo, siempre va a quedar sufrimiento. Y el componente psicológico es muy importante. Si nos dan a elegir entre un dolor intenso, de ocho sobre diez, durante cinco minutos, y un dolor leve, de tres sobre diez, durante cinco años, todo el mundo dice 'lo que sea, pero rápido'. Es una enfermedad crónica, por ejemplo la fibromialgia, muchas veces el dolor no es intenso. Pero lo que hace insoportable el dolor es el aspecto psicológico. Es decir, este dolor, aunque sea leve, tengo que soportarlo toda la vida.

Entonces lo que se utiliza son técnicas tipo mindfulness o aceptaciones. Lo importante no es que deje de tener dolor, que no voy a poder conseguirlo, sino que pueda llevar una vida satisfactoria, que tenga sentido, que tenga calidad de vida. La medicina cada vez va más hacia ahí. Es decir, lo importante no es tanto quitar los síntomas 100%, ya que muchas veces no se puede. El objetivo es que yo pueda llevar una vida que valga la pena, agradable, que tenga sentido, aunque tome una pastilla y quede algo de dolor o algunas limitaciones, pero que eso no afecte demasiado a mi vida. 

© HarperCollins

Sobre el 'mindfulness', hay gente que es muy escéptica, o que piensa que no es para ella. ¿Qué les recomendaría en ese caso para intentar afrontar mejor estos procesos de sufrimiento a los que nos vamos a enfrentar?

Tiene una eficiencia muy probada. Lo que pasa es que sí que es cierto que no hay nada que sea para todo el mundo. Podemos pensar también, por ejemplo, en la compasión hacia uno mismo, lo que sería cuidarse, quererse. Vivimos en una sociedad que es muy autoexigente, muy culpabilizante y muy perfeccionista. Eso produce un sufrimiento brutal. Y la compasión también es muy útil para todo el sufrimiento que generan, por ejemplo, las relaciones interpersonales: cuando te deja tu pareja o cuando odias a alguien por cualquier motivo. El odio es un sufrimiento increíblemente negativo, porque acorta la vida. Es un estrés crónico al que nos sometemos a nosotros mismos, y que está muy descrito que es muy perjudicial. Practicando la compasión, mejora. 

La aceptación nos ayuda a vivir mejor con las cosas que no se pueden cambiar, que son muchas. El sentido de la vida es un tema también muy importante, porque permite contextualizar todo, tener perspectiva de todo, y aunque las cosas no nos vayan bien, podemos llevarlo mejor. Otras técnicas son, por ejemplo, las etiquetas del yo. Muchas veces nos obligamos a mantener una imagen de nosotros mismos. Un ejemplo: yo afirmo que soy muy sincero o que tengo cualquier otra cualidad. Tengo que estar defendiendo esa imagen ante todo el mundo, continuamente, lo cual produce un estrés. Todos tenemos cuatro o cinco etiquetas que nos producen la mayor parte del sufrimiento, por ejemplo, la posesión o la nacionalidad o la ideología política. Las etiquetas uno las nota porque es de lo que habla todo el tiempo con otras personas y consigo mismo. Todos conocemos a gente que solo habla de sus hijos, de política, del trabajo. Esas son sus etiquetas. Entonces el desafiar eso produce sufrimiento. Cuando uno consigue tener más distancia, no tiene una identificación tan brutal y sufre mucho menos. Gasto mucha menos energía en intentar convencer a todo el mundo de que mi visión del mundo es la buena. Se evita la polarización, un grave problema que tenemos ahora.

 ¿Qué espera que se lleve el lector que tiene su libro entre sus manos?

Creo que le va a permitir una reflexión importante de cómo podemos nosotros esculpir de alguna forma nuestras vidas para tener mucho menos sufrimiento. Recuerdo que cuando estudiaba Psiquiatría, hubo un momento en que estuve a punto de tirar la toalla, porque veía mucho sufrimiento alrededor. Pero me animó darme cuenta de que la mayor parte del sufrimiento es evitable. Es decir, de alguna forma nosotros, sin querer, nos lo producimos. Y si nos damos cuenta de cómo nos lo producimos, podemos desmontar ese sufrimiento. Entonces, lo que espero que un lector vea es que él mismo, con un pequeño entrenamiento, puedo disminuir mucho su sufrimiento, porque la vida es maravillosa, vale la pena, pero algo de sufrimiento va a haber. Si lo podemos gestionar, pues vamos a ser mucho más felices nosotros y nuestro entorno.

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