Todas las parejas pasan por diferentes etapas. De las mariposas en el estómago que revolotean en esos primeros días o semanas, a la sensación de 'estar en casa', en nuestro lugar seguro, a medida que avanza el tiempo, pasando por la llegada de la inevitable rutina. Altos y bajos, risas y lágrimas, abrazos y discusiones... Hay que ir adaptándose a todo ello y, por qué no, dar un pequeño vuelco de vez en cuando para renovar la magia. Es fundamental para evitar que la relación se vaya desgastando, algo que puede suceder, debido a pequeños cambios, tan sutiles, que no siempre nos damos cuenta, pero que van dejando su huella, tal y como nos confirma Silvia Cintrano, codirectora clínica de Instituto Centta Psicóloga Sanitaria, especialista en Sexología y Terapia de Pareja.
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¿Puede haber aspectos que desgastan una relación sin que nos demos cuenta?
Por supuesto, y para cada pareja será de una manera diferente en función de las necesidades de la relación y las necesidades individuales. Por ejemplo, la falta de gestión de conflictos, de proyecto vital, de cuidado de aspectos fundamentales de los miembros de la relación o dinámicas enrocadas que alejan a la pareja, aunque no sean aspectos que aparecen de la noche a la mañana, su mantenimiento o aumento de frecuencia desgastan de manera invisible el vínculo de la pareja. Son cambios sutiles que poco a poco van haciendo mella en la relación y, cuando uno llega a ser consciente de ello, el daño generado puede ser profundo.
Dar un espacio al aspecto puramente de novios, más hedonista, de citas y encuentros de disfrute en pareja, marcará una diferencia con la tendencia “funcional” de una logística del día a día.
¿Cuáles son los signos más sutiles de que una relación se está deteriorando, aunque aparentemente “todo esté bien”?
No son señales definitivas, pero sí indicadores de que la relación está muy deteriorada y, a no ser que se tome acción por ambas partes, el resultado esperable es que termine produciéndose una ruptura. Algunas señales a tener en cuenta son:
- Rechazo hacia la otra persona y sensación de alivio al estar tiempo separados.
- Distanciamiento emocional: falta de cariño o comunicación.
- Falta de planes en común.
- Conflictos más frecuentes y sin posibilidad de cierre o resolución.
- Posturas muy enrocadas sin posibilidad de negociación o cambio.
Y más preocupantes:
- Contemplar la posibilidad de ruptura planteando el proceso de separación.
- Fantasear con una nueva realidad sin la otra persona a tu lado.
- Principalmente, sentir que no se quiere/puede invertir más energía en intentar solucionar los problemas existentes.
¿Qué papel juegan la rutina o la falta de atención emocional?
Cuidar el aspecto emocional es fundamental en el cuidado de la relación de pareja. Y ello no conlleva comentar constantemente nuestro estado emocional, sino sentir que la relación es un lugar de refugio seguro, de ayuda incondicional donde poder expresarse libremente y contar con el apoyo del otro. Si esto desaparece, el vínculo se irá distanciando de forma sutil pero constante. Por otro lado, las rutinas son importantes en general para la estabilidad y la seguridad de muchos; sin embargo, cuando en esta rutina no se incluyen aspectos relacionales donde se cuide el vínculo, la relación se convierte de la que podrían tener unos amigos que comparten piso. Dar un espacio al aspecto puramente de novios, más hedonista, de citas y encuentros de disfrute en pareja, marcará una diferencia con la tendencia “funcional” de una logística del día a día.
¿Cómo influyen los pequeños gestos (o su ausencia) en el desgaste emocional de una pareja?
Los pequeños gestos, si siempre se han tenido, son las pildoritas que cada relación entiende como expresiones de amor/apego. Cada persona tiene un lenguaje diferente, una forma de mostrar al entorno que se preocupa por ellos, los quiere, son importantes… Pueden ser pequeños detalles, actos de servicio, algunas palabras amables, gestos cariñosos, tiempo de calidad... A cada persona se le da bien uno o varios, y no todos necesitamos la misma manera de demostraciones de afecto. Sin embargo, nos habituamos a que estén presentes y, cuanto estos disminuyen, la sensación que causa es de falta de cuidado y falta de interés hacia la relación, lo que a la larga hará cuestionarse la viabilidad de la relación.
¿Qué impacto tienen las expectativas no habladas, los silencios o los “acuerdos tácitos” en la salud de la relación?
Existe un mito de amor romántico llamado “el mito de las discusiones”, en el que en una de sus versiones se hace referencia a la creencia de que discutir en una relación es negativo. En realidad, esto genera unas faltas expectativas con lo que significa una relación. Discutir, si se entiende como expresar puntos de vista diferentes para poder llegar a un acuerdo, es necesario para construir ese vínculo de tal manera que cubra las necesidades de sus miembros. No hacerlo no significa que vaya a surgir de forma espontánea, que sería casi milagroso, sino que va a frustrar a aquellos que tengan necesidades y vean que no se cumple. Lo que no se habla, no se puede cambiar ni redefinir. Hablarlo no significa que vaya a darse un resultado diferente de forma segura, pero da la oportunidad de conocerse mejor y plantear alternativas que lleven a una relación más nutritiva.
Las necesidades personales pueden evolucionar con el paso del tiempo y ser diferentes a las que se tenían al inicio de la relación. Por tanto, exponerlo a la pareja es fundamental
¿Qué estrategias recomiendas para “revisar” la relación antes de que el desgaste sea irreversible?
Revisar de vez en cuando cómo ha evolucionado la relación, si se acerca o se aleja a ese proyecto común, puede ser un buen ejercicio para ir resolviendo aspectos sutiles antes de que sea demasiado tarde. Algunos tips que pueden ayudar:
- Espacio para las emociones: resolver de forma inmediata no siempre es la solución. Regularse emocionalmente es fundamental para poder abordar la situación sin escaladas, reproches y malentendidos.
- Expresión de necesidades: las necesidades personales pueden evolucionar con el paso del tiempo y ser diferentes a las que se tenían al inicio de la relación. Por tanto, exponerlo a la pareja es fundamental para poder conducir la relación que más cuide.
- Reflexión sobre lo ocurrido: no en los síntomas, que es lo superficial (formas de hablarse, reproches, etc.), sino en las necesidades profundas sobre la relación que se espera tener.
- Comunicación desde el respeto, la empatía y la calma: compartir la vivencia subjetiva y las emociones que acompañan.
- Reconocer responsabilidades: siempre hay algo que asumir como propio en los conflictos o dinámicas diarias. Sin ello, se puede caer en pulsos que no llegan a acuerdos. Ser consciente si uno está asumiendo su parte y si está tomando acción.
- Aprender de lo ocurrido.
- Compromisos/acuerdos a futuro: renegociar para evitar que se repitan los mismos errores con acuerdos consensuados.
