¿Notas que cuando tu digestión es más pesada, más lenta, te cuesta más pensar? ¿Que te sientes con menos energía más cansada? No es algo casual: cada vez más estudios y especialistas coinciden en que nuestro aparato digestivo y nuestro estado emocional están profundamente conectados. El llamado eje intestino-cerebro explica cómo el estrés, la ansiedad o incluso el insomnio pueden alterar el funcionamiento digestivo… y cómo los problemas intestinales pueden afectar directamente a nuestro ánimo, concentración y bienestar mental. El doctor Gonzalo Guerra, director médico y cirujano digestivo de Neogenia (www.clinicaneogenia.com) y del Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas (www.cmed.es), nos aclara esa relación bidireccional.
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“Nuestro estado emocional o nuestras alteraciones mentales se van a reflejar directamente en el aparato digestivo”, nos anticipa el doctor.
¿Cómo influye una digestión lenta en la energía, la concentración o el estado de ánimo?
Cuando tenemos una digestión muy lenta, el doctor nos detalla que no hay que olvidar que ocurre que nuestro flujo sanguíneo pasa más tiempo atendiendo a la parte digestiva. "Sus necesidades de absorción y de digestión hacen que enviemos más sangre a esa zona del cuerpo. Por eso, después de comer, notamos esa especie de modorra, de sensación de adormecimiento e incluso de ganas de hacer una pequeña siesta. Por tanto, si la duración de nuestra digestión se alarga por cualquier motivo o por cualquier patología, esa sensación de falta de energía, de pesadez mental e incluso de lentitud, se va a producir con mayor incidencia y con mayor intensidad. Y va a ser debido a que tenemos el resto de nuestra sangre o gran parte de nuestra sangre dirigida a hacer esa digestión", nos explica.
En ocasiones, el desencadenante de un primer brote de una enfermedad inflamatoria intestinal es un episodio de estrés
La importancia del eje intestino-cerebro
El doctor nos comenta que en esta relación del sistema nervioso central con el aparato digestivo, el eje intestino-cerebro juega un papel fundamental, porque además esta conexión es de dos direcciones. “Es decir, un estado anímico más bajo, más depresivo, más ansioso va a afectar directamente al funcionamiento de nuestro aparato digestivo, va a agravar condiciones preexistentes como una gastritis, una enfermedad inflamatoria intestinal”, aclara.
De hecho, el especialista nos cuenta que es sabido que en ocasiones "el desencadenante de un primer brote de una enfermedad inflamatoria intestinal es un episodio de estrés". Y a la inversa. "Es decir, cuando tenemos una dolencia en nuestro aparato digestivo, como puede ser una gastritis, una úlcera, un problema biliar o una enfermedad inflamatoria intestinal, esto va a afectar negativamente a nuestro estado de ánimo, es decir, va a producir un estado de ánimo más tendente a la depresión, más tendente a la ansiedad”, comenta el doctor, que apunta que esto sucede por la activación de los factores inflamatorios que producen ese estado ligeramente depresivo.
Elegir bien lo que comemos para una mente más despejada
La dieta tiene, obviamente, su relevancia. ¿Qué tipo de alimentación puede favorecer una digestión más ligera y una mente más despejada? “Los alimentos que van a favorecer esa niebla mental o ese cerebro menos despejado son todos aquellos ultraprocesados, los azúcares refinados, por supuesto, el alcohol, y el exceso de cafeína”, nos comenta el experto.
Nos hace, además, una serie de recomendaciones que pueden resultarnos útiles en relación con nuestra alimentación:
- Para favorecer la digestión y mantener la mente más despejada, debemos priorizar alimentos ricos en fibra, que hacen que el tránsito intestinal funcione mejor.
- Por otro lado, alimentos que tengan probióticos, como por ejemplo el kéfir o los fermentados como el chucrut o el kimchi.
- También aquellos que llevan enzimas digestivas como la piña.
- Para el cerebro, funcionan mucho mejor los alimentos que aportan hidratos de liberación prolongada, como pueden ser la avena, la quinoa, los cereales integrales.
- Son buena opción también aquellos que aportan grasas beneficiosas para el organismo, como por ejemplo el aguacate.
- El Omega 3 es fundamental también para el funcionamiento cerebral.
- Hay que incluir pescados azules en general y aquellos alimentos que aumentan los niveles de dopamina, como por ejemplo el plátano.
- También es muy importante abusar de los antioxidantes naturales que podemos encontrar en los frutos rojos, por ejemplo.
- Y si a todo esto le añadimos una buena hidratación y costumbres como masticar de forma lenta y cantidades pequeñas, especialmente por la noche, haremos que nuestra mente esté mucho más despejada y la digestión sea mucho más sencilla.
El estrés favorece la ingesta un poco compulsiva de los alimentos, de manera que comemos más cantidad, más deprisa y masticando mucho menos
Así influyen el estrés, el sedentarismo o el sueño
¿Cómo influyen el estrés, el sedentarismo o el sueño en la digestión y en la fatiga mental? En opinión del doctor, el exceso de estrés, así como el sedentarismo, van a influir negativamente en la digestión, porque ambas situaciones van a hacer que el peristaltismo de nuestro aparato digestivo, desde el propio esófago, el estómago y, por supuesto, el intestino, sea más lento.
“El estrés, por otro lado, tiene un efecto de paresia gástrica, es decir, favorece que el estómago se quede más paralizado y vacíe peor, por lo que vamos a tener una sensación de mucha plenitud después de comer. Y también por otro lado, favorece la ingesta un poco compulsiva de los alimentos, de manera que comemos más cantidad, más deprisa y masticando mucho menos”, nos detalla el experto.
Por lo tanto, el sedentarismo y el estrés son situaciones que debemos evitar o intentar moderar para mejorar nuestra digestión y nuestro estado anímico.
Mientras, con respecto al sueño, nos explica que también tiene un impacto directo en nuestra salud digestiva, porque cuando nosotros dormimos pocas horas o de mala calidad, el cuerpo no descansa. “El cuerpo tiene una sensación de falta de energía. ¿Y qué nos va a pedir el cuerpo cuando tiene sensación de falta de energía o cuando se encuentra muy cansado? Hidratos de absorción rápida, hidratos de harinas refinadas, de azúcares. Es decir, el cuerpo en una situación de falta de sueño o de sueño de mala calidad, nunca nos va a pedir alimentos ricos en fibra como pueden ser verduras, vegetales, legumbres… ni tampoco opciones como el kéfir, nos va a pedir siempre ese tipo de hidratos que, por supuesto, van a hacer que la digestión sea más lenta y que la sensación de abotargamiento sea mucho mayor”, detalla el doctor Guerra.
Señales que nos lanza el cuerpo
Por supuesto, hay que escuchar las señales que nos lanza nuestro cuerpo. “Cuando el aparato digestivo no funciona bien, cuando la digestión no se realiza bien, el cuerpo nos va a dar señales: cansancio, fatiga, falta de ganas de hacer las cosas, mucha pesadez e incluso de incapacidad para hacer esfuerzos físicos importantes”, nos detalla el experto. Pero, además, también se nota “una cierta lentitud en los procesos de razonamiento y de capacidades mentales”.
El doctor explica que ese mal funcionamiento de la digestión, en un extremo también puede derivar en una mala absorción de ciertos nutrientes, como el ácido fólico o la vitamina B12 que también pueden tener impacto en nuestro sistema neurológico.
El vínculo entre los problemas físicos y los mentales
Otra de las cuestiones que nos hacemos es por qué solemos separar lo físico de lo mental, cuando en realidad están profundamente conectados. “En general, tendemos a querer separar las dolencias físicas de las mentales o a no hacer la asociación que realmente tienen. Pienso que es un poco por ese estigma que existe que nos hace decir 'yo no tengo ningún problema de estrés, de ansiedad, de depresión'. Parece que los problemas mentales no son problemas de salud como otro cualquiera, sino que son problemas que solo afectan a la mente. Pero no es así. Nuestro estado emocional se va a reflejar directamente en el funcionamiento no solo de nuestro aparato digestivo, sino también en nuestro aparato muscular, respiratorio, etcétera”, nos aclara el doctor.
“Incluso a nivel hormonal va a haber alteraciones directamente provocadas por ese estado de ánimo más bajo o más depresivo. Por tanto, hay que asumir que es así y no omitir la parte mental cuando tenemos un trastorno físico”, recomienda.
