Ángela Fernández, psicóloga especialista en TCA de Instituto Centta © Ángela Fernández

Ángela Fernández, psicóloga especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria: "La persona es merecedora de habitar espacios sin exigencias de cánones estéticos"

Hablamos con la experta sobre cómo afrontan el verano los pacientes con este problema de salud. Esta época puede convertirse para ellas en un momento especialmente desafiante


18 de julio de 2025 - 7:00 CEST

Muchas personas viven con entusiasmo estos días de verano, en los que el sol, la playa y los encuentros con familiares y amigos cobran protagonismo. Pero para quienes sufren un Trastorno de la Conducta Alimentaria, esta época puede convertirse en un desafío emocional y psicológico. La exposición corporal, la presión estética y el discurso social en torno a la “operación bikini” intensifican sentimientos de angustia, vergüenza y aislamiento. Para ellos, el verano trae consigo una realidad que merece ser atendida con sensibilidad y apoyo. Así nos lo explica Ángela Fernández, psicóloga especialista en TCA de Instituto Centta ( www.centta.es).

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Desde su propia experiencia en consulta, ¿es el verano una de las épocas más difíciles del año para quienes conviven con un TCA?

Sí, sin duda. Es una estación especialmente desafiante. Esta época viene acompañada del aumento de exposición corporal, algo en lo que los pacientes no se sienten nada cómodos y con lo que experimentan un gran malestar. La ropa más ligera, la playa o la piscina son protagonistas en su rumiación y pensamientos intrusivos, dando lugar a conductas de evitación o compensatorias. 

Además, hay cambios en las rutinas: vacaciones, tiempo libre, viajes, quedadas con amigos, visitas a familiares que no vemos desde las navidades pasadas (la Navidad también supone un momento complicado). Para las personas que están pasando por un TCA, el verano supone perder su estructura diaria y su sensación de control. Lejos de un disfrute de la vida ociosa, para estos pacientes hay un aumento de ansiedad y una tendencia a percibirlo como descontrol. 

Los planes sociales pueden ser vistos como un modo de forzar la exposición a situaciones que normalmente tienden a evitar: comidas sociales, comentarios sobre el cuerpo o, incluso, enfrentarse a preguntas incómodas sobre sus hábitos y aspecto físico. 

Lejos de un disfrute de la vida ociosa, para estos pacientes hay un aumento de ansiedad y una tendencia a percibirlo como descontrol.

¿Cómo influye la presión estética y el concepto de “operación bikini” en el aumento de la sintomatología?

Seguramente es un concepto que no facilita la recuperación, sino todo lo contrario. Se trata de un concepto limitante, poco realista y rígido. Este tipo de conceptos alejan al paciente de sus señales fisiológicas, como por ejemplo el hambre y la saciedad o el reconocimiento de emociones, centrándose más en lo externo y visible, siguiendo exigencias que, en la mayoría de las ocasiones son inalcanzables. Aumentan, por tanto, la rigidez, la exigencia y se intensifica la disociación corporal. 

Los pacientes quedan atrapados en un intento frustrante de estar “a la altura” de un concepto vacío y alejado de la aceptación, la diversidad, la salud… la realidad. Se vería aumentada la sintomatología y, por ejemplo, los patrones restrictivos o impulsivos. 

Esto puede resultar muy agotador para las personas que pasan por este trastorno.

© Getty Images

¿Qué señales deben alertar a familiares o amigos de que alguien está atravesando un verano complicado con su TCA?

En verano pueden intensificarse las conductas compensatorias. Un ejemplo de ello es el incremento de la actividad deportiva, incluso en momentos que se suponían de ocio y relax. No es raro que utilicen sus ratos en la piscina para nadar o hacer ejercicios en el agua, o constantes paseos en sus ratos en la playa. 

Los familiares pueden encontrase con reticencias a la hora de aceptar planes, sobre todo si estos planes van unidos a comidas sociales. En general, los familiares pueden observar una tendencia al aislamiento y la evitación de todo aquello que suponga una exposición.

Pero, sobre todo, yo animaría a las familias a identificar los estados emocionales de estas personas. Ya hemos comentado la vulnerabilidad que suponen estos meses del año, lo que va unido a mucho sufrimiento. Por lo tanto, la familia podría observar cambios emocionales pasando por la tristeza, la ansiedad o el enfadado. Es importante que los familiares estén preparados para validar las emociones, por muy intensas que sean, por muy incómodos que sean esos enfados. Ser conscientes de que son un modo de externalizar el sufrimiento, será fundamental para poder acompañar a la persona. 

Habla de vergüenza, culpa, comparación… ¿qué emociones predominan en esta etapa y cómo pueden gestionarse mejor?

Diría que el verano puede ir acompañado de emociones con connotaciones negativas e intensas, tales como la vergüenza, la rabia, la culpa, la ansiedad o la soledad. Son parte del proceso y de la enfermedad. Por ello, es tan importante que la persona sepa cómo mantenerse conectada consigo misma e identificar las emociones, no huir de ellas. Se trata de intentar estar lo más conectados posible y no de lo contrario. 

Poner nombre a lo que sienten es el primer paso. Una vez identificada la emoción validarla es fundamental, por ejemplo: la tristeza. Está bien sentirse triste, solo que hay que mirarla con otro prisma. La tristeza nos da la oportunidad de cambiar cosas. Los cambios no llegan a través del juicio y mucho menos el juicio de las propias emociones. 

Es entonces cuando podrán, además, crear rutinas flexibles, sin tener que recurrir a la evitación todo el tiempo ¡pero tampoco a la exposición constante! Es importante que, durante estos días, puedan crear una estructura donde poder sentirse seguras, se podrán dar la oportunidad de asistir a planes sociales o de exponerse, siempre y cuando noten que tienen estructura y rutina, aunque más flexible. Esto generará menos ansiedad y menos culpa.  

Me gusta decir a mis pacientes: “póntelo fácil”, elige bien los momentos de exposición y busca aliados a tu alrededor. No hace falta hablar constantemente del síntoma para sentirnos acompañados o permitir que nos acompañen. Tener un aliado, quiere decir, elegir una persona a la que recurrir en momentos de vulnerabilidad, que sepa sostener sin juzgar y ejerza de apoyo seguro. 

Es importante que la persona sepa cómo mantenerse conectada consigo misma e identificar las emociones, no huir de ellas

¿Qué papel juega la exposición del cuerpo en espacios públicos como piscinas o playas en el malestar psicológico?

Suelen ser situaciones muy temidas por las personas con trastorno alimentario. Suponen para ellos escenarios de desafío y desprotección. Generalmente se produce un intenso malestar no solo durante el tiempo de exposición, sino que el malestar puede aparecer antes en modo de ansiedad anticipatoria y perdurar incluso después del evento. 

Son espacios en los que se ve amenazada la valía personal con la medida puesta en el “valor” de lo físico. Por lo que no es extraño que la persona con este tipo de trastorno entre en hipervigilancia, se bloquee o sufra mucho durante ese tiempo. 

La persona es merecedora de habitar espacios sin exigencias de cánones estéticos. 

© Getty Images

¿Qué papel pueden tener las redes sociales en este malestar veraniego? ¿Conviene alejarse de ellas temporalmente?

Dependerá del uso que se le esté dando a las redes y del tipo de contenido que se esté consumiendo. Estar conectados está bien y las redes ayudan en cierto modo a ello, el problema es cuando la persona hace un uso nocivo de ellas, cuando el contenido alimenta su exigencia y su malestar.  

Es un periodo que podemos utilizar para encontrarnos con nosotros mismos, por lo que limitar en el tiempo el uso del dispositivo, en general, es positivo. Levantar la cabeza y ver qué hay verdaderamente de real a nuestro alrededor, sin filtros. 

¿Cuáles son las recomendaciones más efectivas para acompañar a alguien con un TCA durante las vacaciones?

Si tuviera que dar una respuesta rápida y en pocas palabras serían: validación, respeto y amor. 

  • Es importante que los familiares entiendan la enfermedad, no es una elección, no es un capricho, no se trata de falta de fuerza de voluntad… Es una enfermedad que, además, conlleva mucho sufrimiento al que la padece y necesita ser entendida como tal.
  • En el camino del acompañamiento es importante validar las emociones del que padece la enfermedad. Pararse y escuchar desde la aceptación y el cariño. El malestar puede llegar a ser muy intenso, especialmente en verano, y abrazar la emoción del que la sufre es mucho más efectivo que intentar anularla a toda costa. Durante el verano podemos empezar a tomarnos tiempos para conocer cómo se está sintiendo la persona y qué de verdad necesita de los que están a su alrededor. El verano como freno al caos y al estrés. Es la oportunidad para simplemente ESTAR. 
  • Mantener un clima emocional en calma. Es importante que los familiares acompañen a la persona que pasa por esta enfermedad desde la tranquilidad y no desde la exigencia, desde el cariño y no desde el miedo paralizante. Buscar espacios de manera conjunta en los que la persona con trastorno alimentario se sienta cómodo y sin presiones.
  • Ayudar a crear una nueva rutina durante este periodo y que no exista tanta sensación de descontrol. Y hacerlo desde la comprensión y el apoyo para poder afrontar los cambios. Tomar decisiones conjuntas sobre los planes, puede ser una gran idea.
  • Tolerar la frustración. Quizás en mitad del viaje haya parones o planes que no salgan como esperábamos, pero esto es parte del proceso. Lo importante es lograr reconducir la situación sin rigidez ni conflicto.
  • Esto no es un sprint, es una carrera de fondo. La persona necesita sus tiempos que muy posiblemente no sean los mismos que el resto de la familia. Ser pacientes, lo importante es llegar al final con la mejor sensación posible. 

La recuperación del vínculo con el placer es el camino para recuperar la salud mental y física de los que atraviesan por esta enfermedad. Se trata de ir recuperando espacios dándose la oportunidad de descasar, saborear, bailar o pasar un día tranquilo de playa.

 ¿Cómo podemos poner límites a comentarios inapropiados sobre el cuerpo o la comida sin generar más conflicto?

Por desgracia, los comentarios sobre el físico o los hábitos son una realidad. Permitirse poner límites es parte del aprendizaje y del trabajo en la mejoría. Me gusta catalogarlo como forma de autocuidado. 

  • Permitirse comunicar de manera asertiva, identificando sus necesidades en ese momento “Prefiero no hablar de estos temas, ¿podemos cambiar de conversación?” “Te agradezco tu preocupación, pero ya he buscado ayuda y estoy trabajando en ello.” “Se que no hay malas intenciones en tus comentarios, pero pueden afectar a personas que lo están pasando mal por ello”.
  • Permítete redirigir la conversación, introducir temas neutrales o pedir que se hable de otra cosa. 
  • Puedes tomarte tu tiempo, poner distancia también puede ser un límite.  

¿Qué mensajes positivos debería repetirse a una persona con TCA este verano para cultivar una relación más compasiva con su cuerpo?

Será importante identificar el lenguaje interior, aquel desde el que el trastorno alimentario es autoritario y cruel con aquellos que lo padecen. Atreverse a desafiarlos es un cambio hacia la amabilidad y la compasión. 

  • “Estoy en el camino de aprender a cuidar a mi cuerpo, no se merece ser castigado”.
  • “Lo estoy haciendo lo mejor que puedo”.
  • “Respetar mi cuerpo es respetarme a mí misma”.
  • “Sentirme mal es parte del proceso, no quiere decir que lo esté haciendo mal”.
  • “Me merezco disfrutar”.
  • “Estoy trabajando en mi recuperación y eso está bien. Me quiero y me respeto”.

¿Qué importancia tiene “dar permiso para disfrutar” en un proceso de recuperación?

Toda. Comenzar a darse “permisos” es un paso de gran impacto en el proceso de recuperación. No solo están ligados a la alimentación, sino que van más allá, se trata de un esquema de comportamiento y relacional en todas las áreas de su vida. En los pacientes con trastorno alimentario disfrutar puede venir acompañado por culpa, control, rigidez, ansiedad o, incluso, el castigo. En ocasiones, la culpa es tan intensa que actúa como un obstáculo para permisos, disfrute y descanso. 

La recuperación del vínculo con el placer es el camino para recuperar la salud mental y física de los que atraviesan por esta enfermedad. Se trata de ir recuperando espacios dándose la oportunidad de descasar, saborear, bailar o pasar un día tranquilo de playa. 

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