Las vacaciones de verano pueden generar agobios más allá del solo hecho de cuadrar reservas y hacer las maletas. La necesidad autoimpuesta, por el entorno sociocultural en el que nos movemos, de mantener un nivel de productividad elevado y exprimir cada experiencia al máximo puede generar frustración. Esto se traslada a la pareja, porque, "¿y si nos aburrimos?". Se puede percibir el verano como un riesgo para las relaciones amorosas, pero, ¿y si lo convertimos en una oportunidad? ¿Y si aburrirse en pareja no fuera tan malo? ¿Y si en pleno siglo XXII aburrirse fuera un lujo al alcance solo de mentes elevadas y compartirlo fuera la más nutritiva de las experiencias?
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'Aburrirse en pareja es saludable'
"Aburrirse en pareja no solo es normal, sino que puede ser una experiencia saludable", comienza diciendo Luis Guillén Plaza, psicólogo general sanitario, especialista en terapia de pareja y terapia sexual en el centro de psicología Psicopartner. "Sabemos que el enamoramiento tiene un tiempo limitado", asegura. Nos cuenta que, con el paso del tiempo (uno o dos años como máximo), esta fase se disuelve de forma natural, dando lugar a una etapa más estable durante la que comienzan a asentarse la rutina y la previsibilidad y reconocemos defectos, limitaciones y diferencias.
Para el experto no es algo negativo sino "una señal de estabilidad y confianza", pero el problema está en que "culturalmente hemos asociado el amor a la intensidad permanente" y "se interpreta el aburrimiento como una señal de fracaso o pérdida de interés, cuando en realidad puede ser un espacio para la calma, la intimidad y la conexión emocional profunda". "Aburrirse juntos permite bajar el ritmo, compartir silencios, convivir sin exigencias externas", asegura el psicólogo. "Puede fomentar la creatividad conjunta, abrir espacio al cuidado mutuo o incluso ser el inicio de nuevas formas de conexión", nos cuenta. Sin embargo, advierte lo siguiente: "si este estado se prolonga sin iniciativa, sin deseo de compartir ni de cuidar el vínculo, entonces sí puede convertirse en un síntoma de estancamiento o desvinculación emocional". Es importante saber diferenciar:
Hay que tener cuidado porque el aburrimiento malo no es una fase, sino una señal. No es una forma de estar en calma, sino un síntoma de que algo se ha ido apagando y no se está atendiendo.
"Desconectar del plan constante es una forma de volver a elegirse desde la tranquilidad".
El verano como ventana de oportunidad
Le hemos preguntado a Luis si el verano es un buen escenario para aburrirse o si es realmente un riesgo que debemos evitar. "El verano ofrece una oportunidad única para que las parejas se liberen del ritmo acelerado que marca el resto del año", nos cuenta. "Desconectar del plan constante no solo es necesario a nivel individual, sino profundamente beneficioso para la salud de la relación", opina.
Según el experto, "durante el año, muchas parejas funcionan casi como una sociedad logística, dejando poco espacio para la presencia emocional y la espontaneidad". Nos cuenta que "a menudo falta presencia real, por eso, permitir que en verano haya días sin plan, momentos de descanso real y tiempos lentos es una forma de reconectar desde otro lugar". Asegura que "no se trata de hacer grandes cosas, sino de permitirnos estar juntos sin prisas".
"Solo nos permitimos aburrirnos con quien no sentimos la necesidad de demostrar".
Los beneficios (reales) del aburrimiento en pareja
Cuando una pareja se atreve a aburrirse, pueden emerger aprendizajes profundos y transformadores.
- La recuperación de la intimidad real. No la intimidad idealizada de los inicios, sino la que nace de compartir el tiempo sin necesidad de llenar cada momento. Estar juntos sin hacer nada, sin un objetivo concreto, es una forma poderosa de decirse "me basta tu presencia".
- La tolerancia al silencio. Muchas veces, el silencio asusta porque lo confundimos con vacío o desconexión. Pero cuando el vínculo es sólido, el silencio compartido puede ser un espacio de descanso, de conexión no verbal y de profunda complicidad. Aprender a estar en silencio con el otro sin ansiedad ni necesidad de llenar el hueco es un signo de madurez emocional y vincular.
- La espontaneidad. En ausencia de estructura, a menudo surgen gestos, juegos, conversaciones o ideas que no habrían nacido dentro de una agenda planificada. Es en ese "tiempo sin forma" donde muchas parejas redescubren su sentido del humor, su creatividad compartida o el simple placer de improvisar.
- Ver al otro de nuevo, fuera del ruido externo, de las rutinas, de los roles automáticos. Es una oportunidad para redescubrir aspectos olvidados, reparar distancias sutiles o incluso volver a enamorarse de la sencillez del vínculo.
En definitiva: "aburrirse juntos, en realidad, no es un síntoma de que algo falla, sino un indicador de confianza". Recuerda que "solo nos permitimos aburrirnos con quien no sentimos la necesidad de demostrar, impresionar o entretener y en ese espacio de calma, puede renacer lo más genuino de la relación". Este verano, permitíos lo siguiente:
- Paseos sin rumbo ni destino
- Días sin móvil o sin pantalla
- Siestas compartidas
- Cocinar lento, sin receta ni reloj
- Elegir un lugar tranquilo para simplemente "estar"
- Tiempos separados sin miedo
- Recordar lo absurdo.
Aburrirse bien en pareja no significa resignarse a la apatía, sino abrirse al placer de estar sin exigencias.